El Centro de Estudios Caribeños de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra auspició el seminario Escritoras Caribeñas del siglo XX, con la doctora Myriam Moïse como expositora principal y las destacadas académicas Delia Blanco y Emilia Pereyra como panelistas. Nunca se había tratado la realidad de las afrodescendientes en el Caribe como sucedió en el seminario titulado: Escritoras Caribeñas del siglo XX.
La doctora Myriam Moïse, vicerrectora de Relaciones Internacionales de la Universidad de las Antillas trajo a colación un tema que ya Adela Cortina había propuesto como un insumo de estudio para entender a las nuevas generaciones y sus influjos en el devenir de la nueva Antropología Cultural en el Caribe Insular. Cortina habla de la Aporofobia, el neologismo que da nombre al miedo, rechazo o aversión a los pobres. Fue elegida palabra del año 2017 por la Fundación del Español Urgente (Fundéu).
Quienes producen verdadera fobia no son tanto los extranjeros o las gentes de una escala social diferente como los pobres. Los extranjeros con medios no producen rechazo, sino todo lo contrario, porque se espera de ellos que aporten ingresos y se les recibe con entusiasmo. Los que inspiran desprecio son los pobres, los que parece que no pueden ofrecer nada bueno, bien sean inmigrantes o refugiados políticos.
Y, sin embargo, no existe un nombre para una realidad social que es innegable. Ante tal situación, Adela Cortina buscó en el léxico griego la palabra pobre, áporos, y acuñó el término aporofobia, que se está imponiendo de forma exponencial. Además de definir y contextualizar el término,
La filósofa española explica la predisposición que tenemos los seres humanos a esta fobia y propone caminos de superación a través de la educación, la eliminación de las desigualdades económicas, la promoción de una democracia que tome en serio la igualdad y el fomento de una hospitalidad cosmopolita. Afirma: En un mundo construido sobre el contrato político, económico y social, los pobres parecen quebrar el juego de dar y recibir, y por eso prospera la tendencia a excluirlos. El problema no es la xenofobia, puesto que la acogida entusiasta de turistas extranjeros contrasta con el rechazo de refugiados e inmigrantes. Hablamos de “aporofobia”, de rechazo al pobre. Es el pobre el que molesta, incluso el de la propia familia “.
En comparación con este contexto es que se trae el tema de la académica de la Universidad de las Antillas, Myriam Moïse, la cual afirma que la historia de las mujeres afrodescendientes del Caribe y las Antillas debe entenderse en el contexto específico de la falta de voz y de visibilidad de las mujeres negras. En su investigación se basa en invalidar todas las representaciones estereotipadas de las mujeres afrodescendientes de las Américas. La teoría del Feminismo Negro cuestiona la matriz de dominación y todas las prácticas sociales generadas por las acciones interseccionales.
La interseccionalidad, así como la aporofobia son neologismos asociados a una condición en un espacio específico. La Interseccionalidad, palabra inventada por la socióloga estadounidense Kimberlé Crenshaw, hace referencia a la simultaneidad de formas de dominación y discriminación a las que son sometidas las personas en una sociedad, generalmente en las sociedades occidentales europeas y norteamericanas en las que se construye el Yo desde un modelo fijo y preconcebido que no deja espacios para que las personas que no cumplen con el diseño de sus categorías son tipificadas como Otros. Ese modelo diseña al ser humano como de clase media hacia arriba, heterosexual, blanco, cristiano y con buena salud. Esta es la definición de la ¨Norma¨ que los académicos critican en el discurso dominante occidental y el pensamiento binario que no de ja de crear enfrentamientos entre hombres y mujeres, blancos y negro; naturaleza y cultura, cuerpo y mente; sujeto y objeto. Estos supuestos binarios han contribuido a reforzar, por tanto, la opresión sobre todos aquellos considerados otros.
La doctora Moïse afirma que esta Teoría Interseccional aplicada a las afrodescendientes en América las somete a una discriminación de género, la raza y la clase social. En esta condición, la mujer afrodescendiente ha sido borrada, invisibilizada del discurso hegemónico y patriarcal que ha dominada la cultura occidental. Cita a la filósofa india Gayatri Spivak la cual afirma en su texto las Subordinadas pueden hablar en la cual afirma que existe una virulenta crítica al discurso discriminatorio y a las representaciones limitantes para las mujeres no blancas. En el Caribe anglófono las mujeres han sido borradas de los discursos de construcción de las ciencias y las artes. Las mujeres se han agenciado las más disímiles formas de hacerse visualizar en los espacios de poder y no lo han logrado, hace falta que surjan intelectuales que se opongan a las afirmaciones de Alfred Mendes y Claude Mckay quienes contribuyeron a esta falta de acción discursiva al ignorar y menospreciar las voces de sus contrapartes femeninas. En la década perdida de los 80´s se iniciaron algunas acciones para hacer visibles las posturas de las autoras negras afrodescendientes, pero aún hoy hay voces borradas, creándose una sordera académica ante la ausencia de posiciones femeninas en temas como la esclavitud, el colonialismo, la descolonización, los derechos de la mujer y en temas sociales y culturales más directos.
Desde siempre las voces de las mujeres negras eran visibilizadas en otros, con visiones patriarcales y han sido las mujeres escritoras y artistas las únicas que han contribuido a trascender más allá de que se las vea como negras, migrantes y pobres.
Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC”.