En las colonias españolas de América existía una sociedad señorial y esclavista multiétnica que generó una relación entre estatus social y color de la piel, acompañada de toda una terminología socio-étnica, producto de la unión de blancos, negros y nativos llamados indígenas o indios. La primera clasificación se estableció entre los propios españoles, pues había una diferencia entre los nacidos en Europa, llamados “españoles” y los nacidos en América, llamados “criollos”. Luego, estaba el “mestizo” que era la mezcla entre blanco e indio; el “castizo” que era la mezcla entre mestizo y español, el “mulato” que era la mezcla entre blanco y africano negro, y el “zambo” que era la mezcla entre negro e indio, por mencionar algunas de tantas mezclas que se dieron.

A partir del siglo XVIII, algunos términos comenzaron a tomar sentido de desprecio y exclusión, relacionándolos a clases sociales o a condición de esclavitud, por lo cual surgen sinónimos como “pardo” para denominar a la mezcla entre negro e indio, y “moreno” para el negro, el mulato o cualquier persona de piel oscura. Con el tiempo moreno y pardo se utilizaron indistintamente para toda persona de piel oscura. Además, en el siglo XIX surge el “trigueño”, como una nueva categoría para denominar a ciertas personas de piel oscura o con rasgos físicos de negritud, pero con importancia social.

Las nuevas denominaciones no solo fueron de carácter social pues también se utilizaban para designar a las personas de piel oscura que prestaban servicios al rey. Esta nueva manera de ver y tratar al negro cambia la estructura socio-étnica establecida hasta el momento, dando oportunidad al no blanco a escalar dentro de la sociedad colonial, además estos individuos luego juegan un papel importante en los procesos abolicionistas y en los movimientos independentistas del siglo XIX.

En el siglo XVII, las constantes amenazas por parte de piratas, corsarios e imperios extranjeros obligaron a la corona española a aumentar sus tropas en el Caribe para defender el territorio. Sin embargo, no contaban con población suficiente y se vieron en la necesidad de crear —a partir de principios del siglo XVII— tropas de morenos, pardos y mulatos libres. A principios de siglo XVII, en Cartagena de Indias había una compañía de negros y mulatos libres con seiscientos soldados de artillería y otra con más de ochocientos soldados negros. La ayuda que proporcionaron estos batallones hizo que se establecieran en todas las colonias españolas de América.

En Santo Domingo también se crearon compañías de soldados afrodescendiente. En 1692, el pueblo de San Lorenzo de los Minas ya tenía dos compañías de morenos libres, una conducida por el capitán Marcos García, la cual era responsable de llevar artillería desde la ciudad de Santo Domingo hasta la villa de Guaba al norte de la isla, y la otra bajo el mando del capitán Juan Menéz, quien daba servicio a la ciudad de Santo Domingo.

En 1697, España cedió a Francia la parte occidental de la isla de Santo Domingo, quedando dividida en dos comunidades. En ese momento España necesitaba proteger su territorio y animó a los locales para que se reclutaran en la Compañía de morenos y pardos voluntarios de infantería. En ese momento, pertenecer a la milicia era una estrategia para conseguir cierta libertad, prestigio y estatus social, no solo particular, sino familiar. Pero no siempre fue fácil integrarse a la compleja sociedad colonial.

Tal es el caso de la familia Acevedo quienes fueron tachados de pardos y rechazados socialmente, porque a don José se le atribuía que por línea paterna de bisabuela era descendiente de mulata liberta y por línea materna su abuela era negra, por lo cual se le impedía, a él y a sus hermanos, realizar muchas actividades. Sin embargo, esto no quedó así pues en 1714, tras un pleito, José Acevedo fue habilitado junto a sus hermanos, para obtener “honras, honores, privilegios y oficios honoríficos que los demás ciudadanos de Indias y de España tenían”. En su defensa, José señaló que había servido en “Guerra viva en el desalojo y exterminio de los enemigos de la isla” y que su padre don Rodrigo de Acevedo, también había servido al rey en guerra viva a finales del siglo XVII. Además, don Rodrigo había prestado dinero al rey, sin interés, por un monto de 13,245 pesos entre 1694 y 1712; y unos 2,530 pesos entre 1712 y 1714. Para subsanar malentendidos, el rey envió una cédula otorgándole a la familia Acevedo y descendientes, todos los privilegios como cualquier ciudadano español incluyendo el derecho a ser religioso o religiosa en las Indias y España. Don Rodrigo de Acevedo y su hijo don José Acevedo ambos habían formado parte de la compañía de morenos y pardos de Santo Domingo.

En 1721, en la parte española de la isla de Santo Domingo había 31 compañías de infantería y 8 de caballería, de las cuales 5 compañías de infantería y 2 de caballería estaban situadas en la ciudad de Santo Domingo, de ellas dos de infantería eran de morenos, lo que significa el 40%. Aunque la edad de enrolamiento no estaba definida, se reclutaban a partir de los 15 años, asunto que se trató de regularizar y poner como edad mínima 20 años para los criollos, pero esto nunca se cumplió ya que en la isla había poca población y mucha necesidad de tropas.

En 1738 se promulgó el “Reglamento para la Guarnición de la Plaza de Santo Domingo, en la Isla Española, castillos y fuertes de su jurisdicción” y se creó el Batallón de Infantería Fijo de Santo Domingo, uno de los primeros Batallones Fijos existentes en América, compuesto por varias compañías de infantería, de artillería y de caballería; entre ellas las Compañías de Morenos Voluntarios de Infantería de Santo Domingo, conformada por negros y mulatos nacidos en la isla.

Para la guarnición de Santo Domingo se destinaron dos hospitales, el de San Nicolás de Bari y el de San Lázaro. El rey pagaba al hospital San Nicolás, 600 pesos anuales para la curación del batallón. Al Batallón Fijo también se le dotó de una bandera, cuyo diseño habría de estar compuesto por una cruz de San Andrés de color rojo, bordada sobre fondo blanco, rematadas cada una de sus cuatro puntas por el escudo de la isla. Los uniformes de los soldados eran muy parecidos. En el caso de la Compañía de Morenos la diferencia radicaba en el sombrero que era redondo y de vaqueta —hecho de cuero de ternera curtido y adobado— con una pluma roja como distintivo.

La presencia negra en la milicia siempre estuvo presente. En 1769, cuando las tropas se reorganizan quedan conformadas por 15 Compañías de Voluntarios de Infantería, de las cuales 12 eran de blancos y 3 de morenos, y otras 6 Compañías de Voluntarios de Caballería conformadas por soldados blancos. Además, los tamboreros de todas las compañías eran afrodescendientes.
Asimismo, en 1784, las Compañías de Morenos Libres contaban con 300 soldados en la colonia de Santo Domingo español, sin contar los tamboreros.

A partir de 1791, el rey tiene nuevos soldados negros, pero ahora proceden de Saint-Domingue. Se trata de grupos de esclavos negros sublevados en contra de Francia, que al huir de Saint-Domingue, fueron incorporados por la Corona española a su ejército, prometiéndoles hacerlos “súbditos” y darle “libertad, excepciones, goces y prerrogativas”. En 1793 se crean las “Tropas Auxiliares de Carlos IV”, formadas por los líderes y seguidores del movimiento independentista de negros esclavos de Saint-Domingue. Una manera de atraer a los negros fue mantenerle los grados militares que tenían en Saint-Domingue y se les concedieron distinciones y honores. Sin embargo, nunca se integraron a la sociedad ni a la institución, pues seguían asociados a la condición de negro esclavo. Además, jamás fueron llamados morenos o pardos, como se les llamó al negro de la colonia española.

A raíz del Tratado de Basilea en 1795, España retira todas sus tropas de Santo Domingo, disuelve las Compañías de Morenos y distribuye las Tropas Auxiliares entre sus colonias en América. l
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Este artículo forma parte de las investigaciones realizadas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.

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