La salud siempre ha sido una cuestión importante pues las enfermedades aquejan a todos sin importar clase social, origen o etnias. Por eso en casi todos los asentamientos en el Nuevo Mundo se establecieron hospitales, unos pequeños otros más grandes. El primer hospital que se fundó en América fue en 1494, en la Isabela, primer asentamiento permanente del Nuevo Mundo, fundado por Cristóbal Colón en el Segundo Viaje y financiado por los Reyes Católicos. A cargo de ese hospital estuvo Diego Álvarez de Chancas, médico de la reina Isabel de Castilla y el rey Fernando de Aragón.

Este hospital se instaló en una tienda de campaña, ya que era normal que los hospitales reales en nuevos asentamientos así lo hicieran. En ese momento, los Reyes Católicos asumieron todos los gastos de la curación de los enfermos y heridos. Contrataron al doctor Álvarez de Chancas por cincuenta mil maravedíes al año más otros beneficios y gracias a la dotación real, el hospital contó con todo lo necesario para la curación de los enfermos, de los heridos y cubrían el gasto de medicinas, que llevó el doctor Álvarez de Chancas en el viaje. Se desconoce cuantas tiendas de campañas sirvieron como hospital, pero por la cantidad de personas que componían este Segundo Viaje y los enfermos que hubo, posiblemente se instaló más de una tienda.

Es interesante conocer que el primer paciente indígena del doctor Álvarez de Chancas fue el cacique Guacanagarí, a quien examinó la herida en una pierna producida cuando él y sus hombres defendían a los españoles que se encontraban en el fuerte de Navidad, frente a las tribus que los atacaron. Según Álvarez de Chancas, Guacanagarí no tenía ninguna lesión importante «aunque él se hacía el raposo que le dolía mucho».

Sin embargo, este primer hospital fue exclusivo para españoles pues no hay noticias de ningún indígena ocupando cama ni de ninguna mención de atenciones a indígenas. Al parecer y según las descripciones, en ese momento los indígenas de la isla carencia de enfermedades graves. Muchos achacaban esta condición a que eran «muy limpios y aseados en sus personas, por la mucha frecuencia con que se lavan». Pero esta condición de salud cambia al poco tiempo de la llegada de los europeos que llevan enfermedades que comienzan a afectar a los indígenas.

El hospital estuvo muy activo en los primeros años, pues tuvo que hacer frente a la gran cantidad de enfermos que llegaron del viaje trasatlántico y a una peste que se desató en los barcos. En sus cartas dice que «hay tantas cosas que proveer que no bastamos para todo; porque la gente ha adolecido en cuatro o cinco días el tercio della…». Además, el clima y los insectos de los nuevos territorios afectaron a muchos. A los pocos años, la población se fue trasladando a otros asentamientos como La Vega y Santo Domingo, y el hospital cerró, quedando en el olvido.

A medida que va avanzando la conquista, colonización y evangelización, se instalan otros hospitales, también por orden de los Reyes Católicos quienes mandaron a Ovando «hacer en las poblaciones donde el viere que fuera más necesario casa para hospitales en que se acojan y curen los pobres, así de los cristianos como de los indios». Para ello, Ovando llevó en su flota de 1502, al físico doctor Ponce, su hermano Alfonso, que era cirujano, el boticario Ordoño Ordoñez y tres ayudantes. Al poco tiempo llegaron a la isla el boticario Juan de Vergara y el cirujano Maese Diego, entre otros.

Por tal motivo, el 29 de noviembre de 1503, se instaló el hospital San Nicolas de Bari, primer hospital en Santo Domingo. Al principio estuvo en un bohío de tablas con cubierta de cana, que pertenecía a una «negra piadosa que recogía los pobres que podía y curaba según su posibilidad, por no haber hospitalidad en esta ciudad». Pero Ovando puso todo su empeño en mejorarlo y rápidamente inicio la construcción de un gran hospital con capacidad para atender a la población de la isla y los que llegaban a ella. Luego, en el lugar del bohío se construyó la iglesia del hospital y hoy es la capilla del Santuario de Nuestra Señora de la Altagracia. La administración del hospital estuvo a cargo de seis administradores anuales, tres diputados y tres mayordomos, alternando cada dos de ellos una semana para asistencia y curación de dichos pobres.

Entre 1504 a 1508, Ovando fundó otros dos hospitales en la isla, los instaló donde había fundiciones de oro, uno en la ciudad de La Concepción de la Vega, que según los cronistas, probablemente estuvo anexo al Convento de San Francisco ubicado en las afueras de la ciudad; y el otro hospital se fundó en la villa de la Buenaventura, que en ese momento era el otro foco de la minería aurífera. Ambos hospitales funcionaron en bohios y nunca se le construyó una edificación en piedra o en tapial, debido a que las ciudades perdieron interés y población, porque las vetas superficiales de oro se fueron agotando. La primera en despoblarse fue la Buenaventura, al poco tiempo en la Concepción también comenzó a disminuir la población y, más tarde, en 1562 un fuerte terremoto destruyó la ciudad. Cabe destacar que estos cuatro hospitales eran laicos porque dependían de la corona. La iglesia solo daba asistencia espiritual a los enfermos mediante la visita de sacerdotes a los enfermos.

Por otro lado, la ciudad de Santo Domingo ganaba importancia y la población iba aumentando, por lo tanto, fue necesario fundar otro hospital, en esta ocasión para atender a las personas con menos recursos económicos. Entonces, en 1512, se creó el primer hospital de pobres bajo la advocación de San Andrés, pero en este caso era un hospital eclesiástico ya que dependía del Cabildo de la Catedral de Santo Domingo, que le daba el 8.33% del total de los diezmos eclesiásticos recaudados para su sostenimiento.
Sin embargo, este hospital, no se estableció de inmediato, sino varios años después de su creación, pues el obispo fray García de Padilla, quien lo creó, murió antes de llegar a Santo Domingo y el hospital no se concretó hasta la llegada del obispo Alessadro Geraldini en 1519, cuando comunicó al papa León X la necesidad de construir un “asilo digno para pobres”. Geraldini siempre estuvo muy pendiente de la salud de todos los moradores y consiguió que se designaran más recursos para mejorar las instalaciones del hospital de San Nicolás y logró abrir e instalar el hospital de San Andrés en un bohío, en las afuera de la ciudad, en dirección oeste, donde vivían algunos pobres.

En 1533, el Cabildo secular de la ciudad solicitó incorporar el hospital San Nicolás al Santo Spirito de Roma, y de alguna manera pasarlo a manos de la iglesia. Este tipo de hospital tiene la característica de que el personal que labora allí concibe el sufrimiento y los cuidados de los enfermos como vía de salvación eterna, conviviendo y perdurando en las instituciones sanitarias, a manera de comunidad, donde vivir, comer, dormir y el culto divino era la forma de vida. Este escenario sanitario-religioso se convirtió en el modelo de los hospitales a nivel mundial, que perduró hasta bien entrado el siglo XX.
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Este artículo forma parte de las investigaciones realizadas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.

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