Entre 1847 y 1874 unos 150 mil chinos llegaron a Cuba como fuerza de trabajo para ser utilizado en las plantaciones azucareras. Los llamados culíes eran también conocidos por los españoles como “colonos asiáticos”. Se establecieron en el área de mayor concentración de la producción azucarera, la llanura-Habana Matanzas donde se establecieron múltiples ingenios azucareros.
Los culíes llegaron a una sociedad donde la plantación y la esclavitud eran la más importante actividad económica y en una coyuntura de profunda preocupación por parte de los dueños de ingenios, por la amenaza persistente sobre la esclavitud como resultado de los tratados internacionales firmados por España con Inglaterra y la cada vez más agresiva política inglesa para eliminar la trata y la esclavitud misma. La otra situación es que como resultado de esa política, y la alta demanda de fuerza de trabajo, los precios de los esclavos se habían incremento aceleradamente. En una coyuntura de incremento acelerado de la producción azucarera se requería una cantidad mayor de trabajadores para las plantaciones. De ahí la importación de los trabajadores españoles, gallegos, andaluces, canarios, programa que se inició no solo con la idea de proveer la fuerza de trabajo necesaria para la plantación, sino también con la idea de blanquear el país, pues la creciente población de negros, mulatos e indios de Yucatán no constituían las razas necesarias para construir la cubanidad.
En ese contexto fue que se inició la inmigración de culíes a Cuba. La misma fue organizada por el empresario azucarero Julián de Zulueta, comerciante de negros esclavos, de víveres y dueño de dos ingenios en la región de Macagua y fundador del ingenio Álava, de 600 esclavos y una producción de 100,000 toneladas de azúcar. Esta transacción fue descrita con detalles en el artículo de Martin Checa-Artasu, Chinos en el Caribe, una Migración Transnacional en el siglo XIX, consultado en https://evaristocultural.com.ar/2007/05/29. Cuando señaló “en 1844, Zulueta presentó un proyecto ante la Real Junta de Fomento de Agricultura y Comercio para importar trabajadores chinos procedentes del puerto de Amoy. En esta operación aparecía como fiador Pedro Zulueta, propietario de la firma Zulueta y Compañía, con sede en Londres (Corbitt 1971; Reid 2004; Sherwood 2004). Esta companía firmó los contratos con las firmas Matía Menchacatorre, de Manila y la londinense Tait and Company (Irick 1982), ambas sendas intermediarias de la contratación. Ambas compañías, como otras similares, captaban mano de obra china mediante agentes en el terreno, denominados popularmente “chu chay tau” o capataz de cerditos o lechoncitos y también conocidos en las fuentes escritas como “chinos ladinos”. Éstos eran la mayoría originarios de Macao, hablantes de inglés, lo que les permitía ser intermediarios con compañías británicas. En zonas tradicionalmente de inmigrantes de China y también en otras sin tradición, aunque no fue lo habitual, captaban personal, mayoritariamente jóvenes, robustos, sanos y agricultores, prometiendo riquezas seguras y rápidas si embarcaban hacia “Tay Loy sun” (La Gran España) (Chuffat 1927:12; Hung 1992, 78). Esa masa laboral así captada bien pronto será conocida con el nombre de “coolie”.
La llegada de la primera inmigración china ocurrió el 3 de junio de 1847 a bordo del vapor Oquendo. El primer grupo fue de 206 chinos a Cuba después de un viaje de 131 días. Este cargamento fue seguido por un segundo contingente de culíes, 365 en total arribaron en el barco inglés, Duke of Argyll. Durante los próximos 25 años, 140, 000 culíes fueron traídos a Cuba. (Hugh Thomas, Cuba the Pursuit of Freedom, New York, Evanston, San Francisco, London: Harper & Row Publisher, 1971, Pp.186-189 ).
Ellos llegaron a Cuba como trabajadores libres con un contrato de 8 años, engañados por los chinos intermediarios, los cuales recibían paga por cada trabajador reclutado. La similaridad entre la trata de esclavos y la travesía china hacia Cuba no podía ser mayor, pues las deplorables condiciones durante el viaje dieron origen a innumerables rebeliones, cientos de suicidios y una resistencia cada vez mayor desde que eran destinados al embarque hacia las colonias españolas y otros territorios latinoamericanos.
Pero las condiciones en las plantaciones cubanas no eran adecuadas ni respondían a una fuerza de trabajo libre, como eran los culíes, más bien las condiciones laborales estaban estructuradas alrededor de la esclavitud. La condición de trabajadores libres nunca fue reconocida y los contratos por 8 años fueron utilizados por los dueños de las plantaciones y los mayordomos como un instrumento de opresión contra la nueva fuerza de trabajo. La respuesta de los culíes fue la resistencia contra las injustas condiciones de trabajo prevalecientes.
Así como los negros esclavos huían de las plantaciones y creaban comunidades libres, fuera del alcance de las autoridades, así los chinos se fugaban de las plantaciones y se convertían en cimarrones. En la provincia de Matanzas, la tradición oral se encuentra la leyenda de los cimarrones. En ella se narra que Cung Li, un campesino perseguido, cayó bajo posesión del espíritu de Kuang Yu Kong, quien habló por su boca y expresó que “era el príncipe viajero que trae la buenaventura” y exhortó a compartir el arroz con los necesitados”.
Las formas de resistencia fueron múltiples y variadas, pues rechazaron la explotación despiadada, la marginación y la total deshumanización que ocurría en la plantación. Protestas permanentes, asesinatos, robos, asaltos, sabotajes, grandes y pequeños, como pegarle fuego a los cañaverales y otros como fingirse enfermo para aminorar la explotación despiadada, eran ocurrencias permanentes en las plantaciones.
Los propios códigos españoles como el reglamento de 1849 para el tratamiento de los colonos asiáticos e indios incluían formas de tratamiento de la nueva fuerza de trabajo similar a los esclavos. El reglamento especifica formas de castigos como grilletes, cepo, cuerazos.
De manera que la participación de los chinos en las guerras de liberación de Cuba fue la expresión más avanzada de las formas de resistencia contra el orden social esclavista de las plantaciones.
Resistencia y lucha en Cuba: Los chinos mambises
Uno de las contribuciones más significativas del legado chino en Cuba es la masiva participación de los culíes en las luchas de liberación por la independencia de Cuba. La participación de los culíes fue masiva e incluyó su participación en las tres guerras cubanas de independencia, la guerra de los 10 años (1868-1878), la guerra chiquita (1878-1879 y la de la independencia del 1895-1898. Siguiendo el análisis de Coralia Alonso Valdés, en su artículo “La inmigración china: Ejército Libertador de Cuba (1895-1898)”, quien revisó Los Fondos de la Comisión Revisora y Liquidadora de Habares del Ejército de Liberación Cubano, logrando trabajar sobre 36 expedientes de combatientes chinos que se encuentran en el Archivo Nacional de Cuba. Ella concluyó que “en las distintas actividades realizadas por la inmigración china, se destaca la militar, en la que algunos de sus miembros van a tener una importante participación…desde la primera guerra de independencia: la Guerra de los 10 años. Se dice que uno de ellos estuvo incorporado a las tres guerras libradas para alcanzar la independencia de España durante el siglo XIX. Dos chinos combatieron por diez años consecutivos, con lo cual podían aspirar al cargo de presidente de la Republica, según la carta fundamental de 1901. En este caso se encontraron los generales Máximo Gómez, Juan Rius Rivera, Carlos Roloff y también los oficiales chinos: comandante José Bú y capitán José Tolón”.( www.lajiribilla.co.cu/2002/n75-octubre/1759-75html)
Se hizo célebre la frase proveniente del libro de Gonzalo Quesada,(Los Chinos y la Revolución Cubana, Enero de 1892, publicado por Ucar García y Cía.) que dice: “no hubo un chino cubano desertor, no hubo un chino cubano traidor”.(Chinos Mambises desde el 68 al 98, 30 años en el Ejército libertador de Cuba, Julio G Hun Calzadilla). Debemos mencionar que los diarios de campañas, partes de guerra, libros y documentación revelan que el número de combatientes chinos llegó al millar, siguiendo el artículo de José Antonio Quintana García, Chinos Mambises, Cuba, Independencia, José Martí, solidaridad, Cuba debate cu, 2018/04/02).
Algunas de las batallas célebres en la cuales participaron los culíes fueron el ataque a la Villa de Manzanillo, bajo la dirección de Antonio Maceo. La de las Guásimas, dirigida por Máximo Gómez, en la cual combatieron 500 chinos. También en la invasión de las Villas, 1875, participaron contingentes de culíes, y el capitán José Bú, previamente mencionado, fue hombre de confianza del generalísimo Máximo Gómez (Lety Du, Los Chinos en la Guerras de Liberación, Spanish. China.org.cn./text/2015/-09/22/content-3665 1571.HTML.