No hay que vacilar al momento de recurrir a la fotografía
LLa pintura proporcionó, más que la escultura o el teatro, los grandes “espectáculos” o diversión de la humanidad hace varios siglos; no gazaban del futbol, del béisbol ni de la lucha libre. Ser pintor era ser alguien respetado y respetable. Las grandes exposiciones de pintura organizadas por las burguesías fueron el mayor atractivo durante mucho tiempo. En la corte no faltó nunca el pintor oficial del Rey para asegurar la “inmortalidad” y para divertir a señoras y señoritos compitiendo con los bufones. Los pintores que no reunían tan alta distinción inmortalizaban a quienes pertenecieron a capas menos alta, pero pudientes. De manera que pudieran pagarse un retrato en solitario o a varios miembros de la familia. El retrato en solitario podía ser de frente, ángulo tres cuarto y perfil. De espalda solo a Max Pou se le ocurrió hacerle uno al Jefe. Los más baratos eran los de perfil, porque eran más fáciles de hacer y porque si había alguna dificultad se colocaba una vela prendida y que la sombra sirviera de guía para las proporciones y ahí mismo empezó el recurso de apoyo fotográfico.
Si bien el rostro es difícil para conseguir el parentesco en el modelo, las manos requerían también de buen tiempo de dedicación. Así es que un retrato con mano duplicaba el precio- la gente se interesaba, obviamente por el rostro, por lo que a las poses el artista pedía al modelo que metiera la mano en el abrigo a nivel del ombligo para no tener que pintarla. Esa costumbre continuó aun con la aparición de la cámara fotográfica.
La fotografía ha sido un recurso en el que los pintores se apoyaron para lograr las proporciones y las perspectivas, a pesar de todas las instrucciones de profesores que enseñaban anatomía. Aunque la primera imagen impresa captada por una cámara fotográfica data de 1827 cuando el francés Nicéphore Niépce lo hizo. Se sabe hoy día que muchísimos pintores, antes de esta fecha, usaron la cámara oscura como recurso en la elaboración de sus obras.
Aunque Aristóteles la menciona, no se le atribuye su creación, pero sí se sabe que ya en 1450 era conocida al igual que el método de la cuadrícula para ampliar figuras a ser realizadas en los murales. No en los murales de las calles que son grafitis, en los de verdad.
En muchos de los murales, principalmente los españoles, se pretende idealizar al artista en función de su destreza de captar, a puro ojo, el sujeto o elementos que reproduce en su obra. En esos manuales el calco constituye el pecado capital, seguido del uso del proyector y otros mecanismos que puedan facilitar el trabajo al artista para realizar su obra. Es como cuando apareció la calculadora que no se les permitía a los estudiantes usarlas en los exámenes de Matemáticas. ¿Y cuánto tiempo no perdió Newton, Einstein y tantos matemáticos multiplicando y dividiendo cifras enormes que le tomaban muchísimo tiempo precioso? Ese es exactamente el apoyo que significa la fotografía para el pintor de retrato.
Es por este concepto equivocado que me mueve a hablar de la presencia de la fotografía en las artes visuales.
Haciendo un recorrido cronológico se sabe que Da Vinci fue conocedor, como inventor, de dicha cámara oscura al igual que Giovanni de la Porta, quien le agregó un lente al agujerito que proyectaba la imagen y que era ampliada. Albrecht Dürer, Caravaggio, Canaletto y Johannes Vermeer eran expertos en su uso, lo que hizo que sus trabajos se enriquecieran.
Quien ve en el Louvre los magníficos retratos de cuerpo entero de Auguste Ingres se asombra y si es cibaeño se le va a soltar un “EI PIPO ‘TA COMO UNA FOTO” e inmediatamente observa los detalles. Los pliegues y sombreados de los vestidos son perfectos. Sin que se cuestione en lo absoluto el talento del artista, se sabe que él usó las fotografías del conocido fotógrafo Nadar.
Los orientalistas, aquellos que llegaron a los baños internos en Egipto como camello por su casa, como Delacroix y Jean-León Gérôme, pudieron captar una realidad desconocida en Francia de mitad del siglo XlX y que ellos dieron a conocer en sus pinturas basadas en las fotos tomadas.
Tanto Cezanne, Degas, Toulouse Lautrec, Van Gogh y Gauguin, que tanto son reconocidos por sus trabajos al aire libre, frente a frente a la naturaleza, también usaron las fotografías en algún momento para el acabado de algunas de sus pinturas que hoy cuestan millones de cualquier moneda.
Todo lo dicho no significa que esos pintores fueran menos artistas por el uso de la fotografía. Lo importante en Arte es el producto final de calidad, el que tiene que ver con el hilo de la Historia y las Bellas Artes. Que un artista use la cuadrícula o la foto como guía obligatoriamente tiene que tener una formación o una autoformación, un dominio de las técnicas del arte para la composición y realización de la obra. Si no, hubiese que cerrar las facultades de arte y las escuelas de Bellas Artes para que a quien se le antoje exponga etiquetas de salsas y fotografías retocadas.
El alarde de genio que hacía Dalí se lo debió en gran parte al fotógrafo Philip Halsman. De hecho, esa “genialidad” de Dalí se debe a su autoproclamación, su autocoronación en sus delirios de grandeza y ridículas excentricidades, cosa que sus obras no necesitaban aunque a uno le repugne su lambonismo a Franco.
Edward Hoppe, desde su discreción, usó la fotografía para sus creaciones del mismo modo que Tamara de Lempicka.
Con el arte POP la cosa dio un giro, porque más que servirse de la fotografía como apoyo, se convirtió el arte publicitario en “obra de arte”. Tanto Richard Hamilton, Warhol y Rosenberg con el apoyo de la industria y su poder económico transformaron una simple etiqueta de sopa o una foto solarizada de Marilyn Monroe en “obra de museos gracias a la compra de “críticos” y confabulación con los dueños de galerías y museos que hicieron de estos productos, obras de arte.
Los retratos de Chuck Close ampliados con la cuadrícula legitimaron de manera abierta el uso de la foto para crear verdadero arte. Lo mismo hizo Alex Katz con sus retratos planos en dos dimensiones.
Hoy, con el uso de la computadora y los programas especializados, los artistas encuentran un gran apoyo para realizar sus obras lo que también es válido. Es por todo esto que se necesita hacer una revisión a todos los programas y pensums de las escuelas para adaptarlos a los tiempos modernos, sin que ello signifique que levantemos la consigna “artistas somos todos” o “cualquier cosa es arte”. Es importante que las escuelas sean dotadas de herramientas modernas, computadoras y que muchos profesores se reciclen. A todo eso hay que inyectar a las listas de materias la parte teórica e histórica para lo que la computadora es vital por la facilidad y amplitud de contenido que con ella podemos conseguir.
Una cosa sí es importante diferenciar el hecho de que la obra pictórica basada o no en la fotografía tiene un carácter único mientras que la fotografía puede tener miles de copias a partir del negativo. La artesanía repite un producto las veces que quiera, porque no tiene carácter de exclusividad en la creación. Aunque es cierto que algunos pintores hicieron varios trabajos repetidos y lo mismo ocurre con el grabado.
En este país los artistas que se han destacado como tales y que se apoyaron en la fotografía debe mencionar en primer lugar a Alberto Bass, Frank Almánzar, Carlos Sangiovanni, Montesino, Angel Haché, Eusebio Vidal, entre otros.
También se da un caso raro en esta relación foto-pinturas y es el fenómeno inverso, es decir, hacer fotografías a partir de pinturas. El arquitecto y fotógrafo Tadao Cern ha logrado acercarnos al verdadero rostro de Van Gogh utilizando unos filtros especiales para transformar uno de los autorretratos del artista holandés en una fotografía. Lo mismo hizo con la habitación que ocupó Vincent en sus últimos días en el Hostal Ravoux.
Cursar la carrera de Bellas Artes en el área de las artes visuales tiene que constituirse al momento de la graduación en una profesión, en una herramienta que le permita al graduado realizar trabajos a partir de los conocimientos adquiridos, como en cualquier país y como en cualquier carrera. Puede parecer una lucha estéril, ya que la obra de arte en el capitalismo se convirtió en una mercancía y viceversa; las mercancías son obras de arte que pasan por el diseño, como el nuevo “protagonista” del arte.
Un diseñador, pongamos a Jeff Koons, tiene un ejército de obreros construyendo lo que a él se le ocurra, fabricando productos que ya tienen una venta asegurada, que para eso ya usó a la Cicciolina como aquellos calendarios que anunciaban motores con una chica en bikini y que la gente pensaba que la venta incluía la modelo.
Hay que revolucionar el criterio estancado del arte, dinamizarlo, pero no sustituyéndolo con escombros, o con etiquetas ni mucho menos repitiendo lo que se ha hecho desde que Yoryi fundó la escuela hace tantos años.
Y es ahí donde cabe enseñar que la fotografía puede y es un apoyo importante para los artistas sin miedo.