El legado cultural que aportó España al mundo en materia de construcción de fortalezas es grandioso, las encontramos en América, Europa, Asia y África, Islas Baleares y hasta en Taiwán, precisamente en un fuerte llamado Santo Domingo, muchos de ellos sirvieron como sistemas defensivos ante corsarios, piratas y otras potencias que anhelaban las colonias españolas.
Es conocido cómo en las luchas independentistas de los latinoamericanos contra España, sus fortalezas fueron usadas como centros penitenciarios que privaron de la libertad a los que lucharon contra el Imperio Español, muchos de los cuales fueron fusilados, otros sancionados a cumplir condenas y algunos fueron liberados de acuerdo con coyunturas políticas favorables.
Hoy vamos a narrar una historia poco conocida ocurrida en la fortaleza de Isabel II, nombrada así en honor a la Reina Isabel II, que la mandó a construir y supervisó personalmente con una visita, también se le conoce popularmente como la Mola, por estar enclavada en dicha península en la Isla de Menorca.
Su construcción comienza desde la segunda mitad del siglo XIX y se termina de construir en 1875, conforma un amplio complejo militar que contaba con torres, bastiones, aspilleras con sus correspondientes cañones, galerías subterráneas, penitenciarías y almacenes de municiones, con la finalidad de facilitar la defensa del puerto de Mahón.
Vamos a prestarle atención a un connotado grupo de bravos cubanos que el 26 de agosto de 1879, participaron en los acontecimientos de la plaza de Las Yerbas, de Santiago de Cuba arengando un levantamiento contra España, que posteriormente dio origen a la llamada Guerra Chiquita. Días después de estos hechos se embarcan en un vapor con rumbo a Jamaica, con el objetivo de reorganizar las fuerzas y buscar pertrechos para la futura contienda, son interceptados por un cañonero español, detenidos y trasladados a una prisión en Puerto Rico donde esperan unos meses la deportación a España. El 4 de junio de 1880 son enviados a España, que utilizaba como cárceles varias fortalezas, como la de Cádiz y Málaga, otras estaban enclavadas en islas para disminuir las posibilidades de fuga, algunas fueron Chafarinas, Fernando Poo, y Menorca situada en el archipiélago de las Islas Baleares.
El objetivo de los españoles en esta ocasión era alejar a los antillanos de los conflictos bélicos hasta que el país estuviera en paz, puesto que en 1878 se había firmado el Pacto del Zanjón entre cubanos y españoles que ponía fin a la Guerra de los Diez años, aunque un gran número de mambises estaban insatisfechos con ese pacto y querían continuar la contienda, razón por la cual se toman esas medidas represivas contra el quebrantamiento del orden.
Los cubanos fueron diseminados por diferentes prisiones, pero la mayor parte de ellos fueron confinados en la Isla de Menorca, según narra Josep Portella Coll, la deportación de cubanos a Mahón la capital de la isla fue alrededor de los meses de septiembre a noviembre de 1880 fundamentalmente a la fortaleza de Isabel II, de la cual era muy difícil escapar. El arribo de los cubanos fue en varios buques, el 21 de septiembre arriba la goleta española de guerra Concordia, y son trasladados a La Mola un número aproximado de 101 deportados cubanos, cien hombres y una mujer (no encontramos datos de la mujer), en días posteriores fueron desembarcados desde el vapor Coruña, procedente de Cuba 56 cubanos, el 18 de noviembre arriba el vapor Luis de la Cuadra, procedente de Málaga que traía un número no precisado de cubanos.
El número de cubanos que fueron trasladados a la Mola en 1880 oscila entre 159 y 200, se destacan los connotados líderes de la primera guerra, a los cuales hemos hecho alusión anteriormente junto a Emiliano Crombet, primo del Mayor General Flor Crombet, Felipe Regüeiferos Grajales, hijo mayor del primer matrimonio de Mariana Grajales.
En enero de 1881 los confinados en La Mola son autorizados a circular libremente por la isla, con una pequeña pensión que no alcanzaba para la supervivencia, casi todos se van del territorio de la fortaleza y se dirigen a diferentes zonas, como el barrio de los pescadores, Mao y Castel, hacia donde se dirigió el mayor número de ellos tratando de probar fortuna, algunos de ellos se asentaron, muy pocos encontraron trabajos, otros se casaron, está documentado el caso del General Quintín Banderas con una menorquina llamada Francisca Orfila que marchó con él a Cuba y se asentó allí, también lo hicieron Víctor Durán, nacido en Cienfuegos con María Amorós, pero esta muere antes del indulto, otro de los que contrae nupcias fue José Valeriano Herrezuelo con Margarita Preto Victori y el último caso es el del hijo de Mariana Grajales, Felipe Regüeiferos que se casa con Angela Bejena Montero, sobre estas últimas no hay documentación de entrada en Cuba.
En enero de 1886 se produce finalmente el indulto, pero los cubanos estaban sin recursos y solicitan les sufraguen los gastos para regresar a su país de origen, después de no pocas controversias sobre este asunto, el Gobierno Español accede a repatriarlos paulatinamente. El 22 de marzo de 1886 parte el primer grupo hacia La Habana y así sucesivamente a lo largo de ese año fueron retornando a Cuba.
La política española de descabezar al movimiento independentista de la ciudad de Santiago de Cuba, que había logrado agrupar un gran número de patriotas para iniciar otra guerra, arrojó sus frutos llevada de la mano por el controvertido Gobernador Militar de esa ciudad el peninsular Camilo Polavieja, pues la Guerra Chiquita solo duró un año, aunque demostró el espíritu de lucha del pueblo cubano, la injusticia del dominio español por su fuerte represión colonial y la enseñanza que de ella se extrajo, por los futuros líderes que prepararon la guerra de 1895.