En el acto de homenaje a los héroes del 14 de Junio brilló la indolencia de una sociedad que ignora a sus mártires
¿Vino John F. Kennedy en la “invasión” del 59 contra Trujillo?
Este 14 y 20 de junio pasado se cumplieron 75 años de la llegada de aquellos dominicanos que quisieron tumbar al dictador.
No quiero detallar el evento, cantidad de guerrilleros, los frentes, la preparación, líderes… porque mucho se ha escrito sobre ello y no voy a decir nada nuevo papagáyicamente.
Solamente quiero ahondar en una reflexión compartida con Negro Veras en el día del acto que se llevó a cabo en la Plaza de los Jardines, por la Metropolitana.
Al acto fui invitado por Carmen Ivanova Durán, amiga, hermana, hija de Julio Raúl Durán. Vuelvo más adelante.
Me decía Negro, el mismo que recordaba desde mi juventud cuando él visitaba, dos cuadras más arriba de su casa, el bunker de los Persia (don Fello, Titín, Mercedes, Ranses, Petra, La Boa, José Juan), principalmente a Juan, por sus pensamientos avanzados con los que coincidían.
-José, pero a este acto debieron venir todas las escuelas. Yo me sumé a su comentario que no era una crítica ni al evento ni a los organizadores. Era como constatar la situación de hoy en una frase, refiriéndose a la diferencia entre la juventud de hoy y aquella, motivo del acto.
-Los directores, con exámenes o sin exámenes, tenían que traerlos como una obligación patriótica, le dije al oído.
Tanto el maestro de ceremonia como Domingo, del Comité; Arias, el rector de la UASD regional, insistieron en el gran valor, el esfuerzo, el sacrificio para que hoy viviéramos con más libertad y democracia.
Otras cosas comentamos, pero no lo voy a decir para que Negro no me acuse de chismoso. Yo pensé en aquella reflexión de Máximo Gómez sobre la “ingratitud de los pueblos” al término de su lucha por la liberación de Cuba contra España.
No se puede negar el compromiso de los presentes y el empeño de que aquella gesta no fue en vano y que el acto fue sincero.
Tanto el intento de Cayo Confites como esta gesta que conmemoramos, más las actividades del “14 de Junio”, que dirigió Manolo y Minerva, contribuyeron a la caída de la tiranía. Sin ello no hubiese hoy elecciones, libertad de expresión y mucho menos empresariado.
Quiero lanzar el debate, la discusión sobre el concepto de “dictadura”.
Hoy, desde mis lecturas de historia, sicología y veterinaria pienso que ha habido mucha hipocresía y deshonestidad cuando ese término se toca. Empezando por aquella mentirosa posición anti reeleccionista que, como preámbulo a forjar una dictadura, se lanzó la astucia válida para impedir la continuidad de Balaguer, que parecía eterno, y lo era. ¿Pero cuantas veces no se habló de rechazar la reelección y una vez arriba quisieron fundirse con la silla presidencial? Leonel, gracias a esos cambios, puede postularse para un cuarto mandato y de manera legal porque a Hipólito se le fue el tiro por la culata. Danilo no se retira y maneja a su antojo su partido poniendo y quitando delfines como si trabajara en el Acuario. El esqueleto de toro que quedó con Miguel Vargas no da “ni pa’ sopa e güeso” y el gallo del reformismo no sirve ni pa’ careo.
Para mí, como martiano, vale el Partido único, siempre que su política sea para servir al pueblo. Por eso hay que distinguir los dos tipos de dictadura: la que trabaja para el bienestar de la gente y la que se enriquece con un “monarca”, junto a su familia y cómplices, reprime, no hay libertad de expresión ni de asociación y el pueblo vive en la miseria obligado a aceptar su pobreza.
No me importa el término que denomine el sistema, me importa la felicidad y la alegría de los seres humano, su desarrollo intelectual y su dignidad. Lo que importa es que la juventud pueda estudiar, trabajar y vivir cómodamente sin tener que ir a esclavizarse a otros países.
Porque no es lo mismo un presidente elegido por un pueblo culto que un presidente que subió con la palanca del voto comprado. Esa es la realidad del tercer mundo por la pobreza y la ignorancia.
¿Acaso nuestra juventud de hoy conoce la historia como para rechazar con fuerza votar por un nieto del dictador que levanta sus mismos “principios”? Si le da su voto, que de hecho ese partido trujillista es totalmente ilegal según la Constitución, es por ignorante o porque lo compraron con parte del dinero que se llevaron robado en el 61.
Los guerrilleros del 59 vinieron a combatir al dictador que hizo del país su industria, su finca, su feudo.
Con frecuencia se dice que ellos vinieron a inmolarse. Nada más lejos de su intención. Inmolarse significa suicidio por una causa. En mi trabajo me maltratan y no son justo conmigo, entonces me pego fuego delante del establecimiento para denunciarlos como protesta. Ellos vinieron con el espíritu en alto a vencer, a quitar a Trujillo. No a suicidarse. Si hubiese sido inmolación, no hubiesen necesitado entrenarse ni venir, se pegaban fuego en la plaza pública y ya. Un cartelito diría la causa de sus protestas, como hacen los monjes tibetanos. No se puede, insisto, confundir inmolación con suicidio. El suicida no tiene deseos de vivir por razones amorosas (celos), deudas excesivas, depresión, enfermedad fuerte, etc. Los guerrilleros ni se querían suicidar ni inmolar porque su valentía y determinación explica lo contrario. Porque todos apreciaban la vida, pero con dignidad y no temían caer, a sabiendas que sus compañeros continuarían y lograrían la victoria. Todos estaban contentos porque tenían la seguridad y certeza de que vencerían. Diferente a muchos que se conformaron, adularon y evadieron sus responsabilidades sociales, sus deberes de ciudadanos.
Por esa misma razón hubo luego dos guerrillas más, la de Manolo y la de Caamaño contra la imposición de la vida cavernaria del régimen de Balaguer. Si hubiese habido democracia no hubiese tenido la necesidad de matar tantos jóvenes que lo criticaban y que no tuvieron otro camino que elegir las armas. En una democracia se postulan los ciudadanos con valores morales, patrióticos, éticos y con conocimientos y capacidad para dirigir la nación sin que su riqueza sea requisito. En una verdadera democracia los ciudadanos leen y nadie los mata por sus opiniones. En una democracia no te meten preso por leer las memorias de Mefistófeles. En una democracia no te dejan fuera de los trabajos porque no seas del partido de poder. En una verdadera democracia el maestro sabe y enseña, el ingeniero construye, el músico toca MÚSICA, el pintor pinta. En una falsa democracia todo se usurpa, y el clientelismo domina las instituciones y la mediocridad dirige, muchas veces confundiendo su rol con la de un vulgar policía.
Es sorprendente la profundidad y la conciencia de aquellos muchachos por su edad. Carmen Durán habló de su padre. Los escritos de ese muchacho, cuando tenía 21 años, parecen hoy, de un adulto con mucha madurez. Expresa, en sus cartas, su compromiso, disposición y determinación para aquella empresa de tanta envergadura y riesgo. Ninguno vino por interés de enriquecerse o bajo la promesa de cargos de ningún tipo.
Como la cuestión militar, tácticas, estrategias, logísticas, manejo de armas, inteligencia de espionaje, secretos, no era la especialidad de estos honesto y patriotas soldados, fueron infiltrados lo que explica que a la hora del desembarco los masacraran porque ya Trujillo estaba avisado. Ni siquiera el gran entrenamiento les sirvió.
Por todo lo anterior y por la razón misma de ese acto muy simbólico, el Congreso debe declarar el 14 de junio como un día patriótico porque esa gesta hay que considerarla como una segunda Restauración.
Pregunta
¿Acaso nuestra juventud de hoy conoce la historia como para rechazar con fuerza votar por un nieto del dictador que levanta sus mismos principios?”.