La creación de las cátedras en la PUCMM va en consonancia con una realidad que ha sido importante para la Iglesia como es el estudio de las ideas y del pensamiento. El Concilio Vaticano II, en la Constitución Pastoral Gaudium Et Spes señaló que “el hombre, cuando se entrega a las diferentes disciplinas de la filosofía, la historia, las matemáticas y las ciencias naturales y se dedica a las artes, puede contribuir sobremanera a que la familia humana se eleve a los conceptos más altos de la verdad, el bien y la belleza y al juicio del valor universal, y así sea iluminada mejor por la maravillosa sabiduría, que desde siempre estaba con Dios disponiendo todas las cosas con Él, jugando en el orbe de la tierra y encontrando sus delicias en estar entre los hijos de los hombres. Con todo lo cual es espíritu humano, más libre de la esclavitud de las cosas, puede ser elevado con mayor facilidad al culto mismo y a la contemplación del Creador”
El Centro de Estudios Caribeños consciente de esa situación, ejecuta las cátedras de Estudios Caribeños Frank Moya Pons, Cátedra de Cultura Caribeña Carlos Dobal y la Cátedra de Literatura Caribeña René del Risco Bermúdez, estas son un espacio desde el cual se estudie los aportes de aquellos hombres y mujeres que intentaron entender, interpretar y proponer respuestas a los problemas y a los desafíos de su tiempo. En propuesta están las cátedras de Pensamiento Monseñor Francisco José Arnaiz y de Artes Plásticas José León Asencio y en ejecución la Cátedra, propuestas y ejecutadas por el Centro de Estudios Caribeños de la PUCMM.
La creación de estas cátedras constituye un aporte institucional para la generación de ideas que va en consonancia con las concepciones propias de nuestra universidad, la cual se concibe como “una universidad que desarrolla el pensamiento crítico, reconociendo los alcances y límites de la razón, una universidad que promueve la investigación al servicio de la verdad y la ciencia y de una sociedad más justa, una universidad que crea espacios de interacción entre las distintas culturas y entre los distintos miembros de su comunidad” así lo establece el Modelo Educativo de la PUCMM.
San Juan Pablo II, en la Constitución Apostólica sobre las universidades católicas, Ex Corde Ecclesiae, estableció que “la Universidad Católica se ha revelado siempre como un centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad…Las Universidades Católicas se consagran a la investigación, a la enseñanza y a la formación de los estudiantes libremente reunidos con sus maestros y animados todos por el mismo amor del saber y comparte el gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla en todos los campos del conocimiento. La Universidad Católica, en cuanto Universidad, es una comunidad académica, que, de modo riguroso y crítico, contribuye a la tutela y desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las comunidades locales, nacionales e internacionales”.
Para este mes de noviembre, el Centro de Estudios Caribeños de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra presentará la Cátedra Frank Moya Pons. Un espacio que contribuiría a fortalecer la generación de conocimiento, el debate de ideas y los espacios que colaborarán en el desarrollo de una línea de pensamiento en un clima de libertad y en el marco de los principios del rigor científico y de respeto a la dignidad del ser humano.
El expositor invitado es el reputado historiador Héctor Pérez Brignoli, el cual nació en Las Flores, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Miembro de una familia que venía de un medio de inmigrantes italianos, españoles y vascos. Se graduó de Sociología en la Universidad de buenos Aires en 1967 y obtuvo una beca por parte del gobierno francés para hacer estudios de posgrado en el Institut d’Etudes du Développement Économique et Social. El profesor Pierre Vilar lo aceptó como estudiante de doctorado en l ‘École des Hautes Etudes en donde obtuvo su PhD.
Su trabajo profesional comenzó en julio de 1970, en Centroamérica. Lo que comenzó como la invitación casual de unos amigos, pronto se convirtió para él en una línea de vida. En 1970-71 fue profesor en la Universidad de El Salvador y de 1971 a 1973 ocupó una cátedra en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. En enero de 1974 se incorporó al cuerpo docente de la Universidad de Costa Rica, primero como profesor visitante y luego como profesor asociado y catedrático; treinta años más tarde, en 2004, fue electo como catedrático emérito de la Escuela de Historia. Desde 1975 también fue profesor en la Escuela de Historia de la Universidad Nacional – Heredia, Costa Rica- y en 2004 también fue nombrado catedrático emérito de esa institución. En 1978 adquirió la ciudadanía costarricense, una opción que se explica por la calidez de la gente, las oportunidades de hacer cosas relevantes, la no existencia del ejército y el verde de una naturaleza particularmente generosa.
Su interés más reciente se orienta a establecer comparaciones sistemáticas con el Gran Caribe o Circuncaribe, y a explorar las relaciones entre las imágenes y la narrativa histórica. La idea de que la cultura histórica es indispensable para la buena toma de decisiones, y para construir un mundo mejor, es algo que me sigue dando inspiración y fuerzas para vivir.
Entre 1976 y 2020 ha publicado 20 libros (14 como autor y 6 como editor) y más de 60 artículos en libros y revistas académicas. Algunos textos han sido traducidos al inglés, francés, italiano y portugués. Sus publicaciones incluyen monografías especializadas, textos orientados a la enseñanza universitaria y también obras que buscan un público educado amplio, interesado en los temas de historia. Su investigación, al igual que sus publicaciones, se ha movido en el ámbito de la historia económica y social, la demografía histórica, la geografía histórica, la historia política y la historia cultural. Las áreas de interés incluyen Costa Rica al igual que Centroamérica y América Latina, con un enfoque comparativo que evita las simplificaciones. La gran riqueza y diversidad de la región centroamericana, desde la biología y el ambiente, a las culturas y las conexiones con el mundo, constituye una ventaja comparativa particularmente significativa en la era de la globalización; la tarea de los intelectuales es precisamente enseñar a construirla, valorarla y cuidarla, y en ese ámbito ha contribuido ampliamente.