Hizo de la lucha libre una maquinaria de diversión que complementaba la cultura del “machismo”
La fama que logró Jack Veneno no fue debido a la cantidad de estrallones que le dio a José Manuel Guzmán o Relámpago Hernández, ni a la fuerza de Sansón adquirida desde el jarabe Forty Malt, ni el título de subsecretario de Deportes. La gran hazaña de Rafael Antonio Sánchez fue constituirse en el héroe de la ilusión, para no decir engaño.
Cuando la Lucha Libre nació a finales del primer cuarto del siglo pasado, se consolidó una maquinaria, más que deportiva, en una diversión que encajaba a la perfección como complemento al machismo del cowboy del oeste, el samurái del Japón y del chingao revolucionario mexicano capaz de cruzar la frontera y caerle a tiro al Ejército más poderoso: sus vecinos del Norte. El negocio funcionó tan bien que hasta la aparición de la televisión coincidió para meterlo en cada casa y hacer que el envenenamiento se produjera a domicilio.
Hasta los más creyentes seguidores empezaron a preguntarse con una duda que no les quitó el entusiasmo: ¿Cómo era que los luchadores HEEL (rudos) golpearan inmisericordemente a los FACE (HÉROES) sin que estos hicieran nada por evitarlo? Por el contrario, parecía como que ellos se la ponían fácil para que les aplicaran todo tipo de llave, retorcijones y golpes. Y nada de sangre. Campeón, toma mi mejilla, el caco, la panza, la espalda y decricájame.
Son innumerables los luchadores que ganaron millones y reconocimiento mundial gracia al equipo de publicidad que se encargaba de amemar a las grandes masas. Como hicieron con el arte contemporáneo que pasó hasta mierda en lata, como genialidad continuadora de “El Orinador” de Marcel Duchamp. La duda creció cuando el público veía que ninguno de estos campeones invencibles no participó en los Juegos Olímpicos donde la lucha greco-romana sí que no era cuento.
Pero no hay nada mejor como la ignorancia que se sobrepone a la ingenuidad para hacer pasar cualquier pendejá. Y la Lucha Libre pasó y, ¡asombro!, sigue pasando.
¿Por qué en Holanda no hay Lucha Libre?
Para poder entender el fenómeno del auge de la Lucha Libre en este país hay que buscar la raíz en la industria cinematográfica mexicana y en las editoriales de muñequitos y novelas que convirtieron a Santo, el enmascarado de plata en un ídolo que aquí se multiplicó cuando José A. Brea Peña empezó a traer luchadores aztecas hasta que nuestras cuadras ya no los necesitaron. Las derrotas a las Muertes mellizas detuvieron el auge de los pancraciastas del país del mariachi.
La Dominicana de Espectáculos de Arcadio Disla Brito o Vampiro Cao, se inventó tantos y tantos títulos y fajas que al final el ingenio de la gente lo resumió en uno solo: “Campeón de la bolita del mundo” como forma de oficializar el fraude y ahorrarles los calificativos que ya eran innecesarios.
El hermoso Parque Ramfis fue tomado por asalto y allí se instaló el bunker de los gladiadores que imponían un toque de queda cuando se retransmitía el programa que rompió récord de audiencia… y después nos preguntamos que cómo es que la juventud ha caído en un proceso tan profundo de idiotización.
Aunque la Lucha era un kachú comparada con la música urbana y su odioso PUNPÚN y sus estúpidas letras de analfabetos, cuyo goce no es oír sus desastrosas “composiciones” sino, fastidiar al prójimo.
Pero, ¿cómo penetró tan hondo el fenómeno Jack Veneno en la población dominicana? Y la respuesta no la puede dar ni la política, la economía ni la religión. Hay que armarse de la Psicología, la única que puede alumbrar desde lo alto el evento.
¿Acaso no está conectado el hecho al estudio de Dunning-Kruger sobre el allante?
Todo el mundo sabe, más que don Nadie, por qué nuestra querida Quisqueya se convirtió en un verdadero caos con funcionarios, diputados, senadores, síndicos, regidores, policías, maestros, todos de muy dudosa capacitación, pero que jamás admitirán. El usurpador perfecto (con la venia de las pocas excepciones). Jack Veneno es el héroe que no es por lo que todos le admiran como un gesto de proyección de sí mismo buscando una aprobación de lo que no somos para validarnos junto a él.
El “jackvenenismo” entonces es pues la validación de lo falso, del engaño.
Cuando los funcionarios, que no estudiaron y son nombrados en puestos de dirección para estancar el país y al mismo tiempo robarse todo lo que se pueda robar, ¿no están ganando fajas en el ring de la corrupción? Porque Jack Veneno no era admirado solamente por chopos, cueros, buhoneros, guardias, policías, bomberos, choferes, pícher de guagua, tígueres de villa, borrachos, riferos y pariguayos, grandes y chicos. ¡Un momento! También periodistas, laureados escritores con títulos ganados en las mismas lid, locutores, profesores, cantantes y poetas. ¿Pero por qué esta admiración generalizada? Porque, amigo Zaglul, se han ganado fajas inventadas o quieren ganarlas.
El vampirismo y el caos se apoderaron de la otrora poderosa empresa y, de la noche a la mañana, Dominicana de Espectáculos se fue al carajo. Jack Veneno la convirtió en Raff Sanzz con planes hasta de hacer una película, como hicieron con Rodolfo Guzmán Huerta en México, pero le cogió la noche. Ni la Malta Morena, ni el Forty Malt ni los salchichones de Pedro Rivera sirvieron de nada, la Lucha había llegado hasta el final, pero no el jackvenenismo.
No se puede negar que el jackvenenismo embobó al país a tal punto que se le hizo una estatua igual que a Caamaño, o a Duarte. ¡Chapeau! Aun así, la mentalidad de ventorrillo fue parada en seco para extirpar el mayor espectáculo. Los mexicanos tuvieron claro que Santo tenía que salir del ring y es así como le buscaron los enemigos más aborrecibles y malignos para que él los derrotara. Funcionaba, como por arte de magia, la lucha del bien y del mal. Santo venció momias temibles, extraterrestres, cabras locas, zombies, gánsters, cocodrilos y dinosaurios. Cabalgó con Pancho Villa y Emiliano Zapata lo que le garantizaba un lugarcito en todos los altares. Jack Veneno no podía hacer más porque él mismo imprimía sus carteleras y boletos, las distribuía para ahorrarse cheles y talentosos mercadólogos que le hubiesen dado más títulos que las vacías fajas, le hubieran inventado el más temible de los luchadores, Mesié Haití, ensalmao contra estrallones, mordidas de orejas y todo tipo de llave inglesa.
Todo dominicano está claro, tiene que romper brazo en cualquier ring con tal de ser parte de la maquinaria que no varía su rumbo, aunque cambie de maquinista.
Ya no se aplica aquello de que hay que arar con los bueyes que tenemos. Ahora son ellos los que imponen la regla desde las máximas direcciones de la cosa pública.
La peor, de la bolita del mundo, es la Policía. La indignación nacional contra ella es tan grande, no solo por el asesinato reciente de los dos pastores de Belén, sino por los miles de abusos, represión y maltrato a la población, acumulados desde siempre. Fue tan grande la expresión de repudio que la muerte de Jack Veneno ni se sintió.
La arena de la Lucha Libre se fue para dar paso al colorido espectáculo del circo político repleto de una fauna que va desde payasos sin gracia, tránsfugas malabaristas, senadores come-candela, senadoras con barba, domadores de tígueres, leones que suman y multiplican, pencos expertos en economía que supera a Ed “el caballo que habla”, jueces con más dientes que cualquier tipo de tiburón, chivas capaces de desamarrarse más fácilmente que Houdini.
¿Cuál es el legado de Jack Veneno a la juventud?, ¿qué ejemplo?, ¿qué ícono?, ¿qué superhéroe?
Puede que todavía haya gente que no sepa distinguir entre deporte y performance o teatro. No es lo mismo un deportista, que debe tener una destreza física y demostrarlo para poder colocarse en el “Big Game”.
¿Cómo comparar uno de esos “luchadores” con nuestros jóvenes jugadores de fútbol?, ¿podría alguien fingir que es un gran pitcher o el mejor pitcher de la bolita del mundo y que por decirlo o anunciarlo por la televisión, en espacio pagado, por supuesto, los Dodgers o los Cardenales lo firmen?, ¿puede alguien decir que es mejor que Messi, pongamos, y que por esa declaración el Barça lo firme como delantero? Porque lo de Santo, Blue Demon y el propio Jack Veneno solo es bueno para ser héroes en el cine y la televisión donde no hay que demostrar fuerza y habilitad en ningún deporte, pero sí un TALENTO de actor, como el que tenía nuestro personaje tan querido e incomprendido.
Tenemos un hermoso país de gente buena, sufrida, trabajadora y hasta ingenua que se deja embaucar sin grandes esfuerzos, un país de policías que no son policías, músicos más famosos mientras menos saben de música, ciudadanos locos por ser americanos y Jack Veneno los representa a todos, “campeón” de un deporte que no es deporte.
Su gran talento fue saber buscársela como un toro y poner a aplaudir a casi un país entero que todavía cree que él fue campeón de algo… se lo digo yo, premio Nobel de caricatura del universo.