Este moderno santuario católico representa un importante hito para la región Este de la República Dominicana
Un acontecimiento histórico y de profundo interés y de raíces religiosas dentro del catolicismo criollo ocurrió hacia el año 1514, fue la aparición auténtica de la imagen de la Virgen María en advocación a la Virgen de la Altagracia.
Aconteció que un colono de origen español y de apellido Trejo, establecido en Salvaleón de Higüey que pasó la noche en una posada de la comunidad conocida como Los Dos Ríos, la confluencia del río Almirante con el Casuí, en la comunidad de Hoyoncito, en la sección Don López, logró cumplir el pedido de una de sus hijas, que mientras la otra adolescente pedía pomposos vestidos, calzados, joyas y alhajas, ella solo pidió un retrato de la Virgen de la Altagracia.
Reseñas de la tradición ancestral narran que un colono que disfrutaba de “una buena fortuna y gozaba de merecida fama y estima de las dignidades de la Colonia” viajaba desde su villa de Higüey a Santo Domingo a vender su ganado y realizar compras.
El asesinado historiador Manuel Antonio Sosa Jiménez apunta en la página 19 del Capítulo IV de su libro Hato Mayor del Rey, que el colono tenía como una costumbre viajar para la época a la Ciudad del Ozama, con el principal objeto de vender su ganado.
“En uno de esos viajes y a principio de enero salió de su hogar con el encargo de sus dos hijas, la mayor, pidió como siempre buenos vestidos, calzados, joyas y algunas alhajas”, escribe el versado historiador.
Sigue narrando, que la menor en cambio, como iluminada por mística inspiración hizo una súplica, más que pedido.
“Papá, voy a hacerte un encargo que espero no dejar de cumplir. No dejará de traerme una imagen de la virgen María en la advocación de la Altagracia”, se lee en la obra de más de 600 páginas.
El padre llegó a pensar que su hija estaba delirando, porque tenía una condición de salud muy precaria y la Virgen de la Altagracia, pero en insistir su pequeña y enferma hija, el hombre tomó en serio el pedido.
De regreso a sus predios con los pedidos hechos por su hija mayor lleva el amoroso padre el hondo pesar de no haber conseguido el retrato de la virgen de La Altagracia para su prole más pequeña.
Buscó por toda la Ciudad del Ozama, al encontrarla solicitó a los canónigos o asesores jurídicos del cabildo y al mismo arzobispo, quienes le contestaron que no existía tal advocación.
Al regresar por los Dos Ríos, antigua ruta de viaje de Higüey, a Santo Domingo, el acaudalado colono pernoctó en la casa de un viejo amigo, a quien comentó el dolor que llevaba de no poder llevar el regalo a su hija predilecta.
Ocurrió que un anciano que había pedido le dejara pasar allí la noche y que gritó desde un apartado rincón de la modesta vivienda, se puso de pie, y, adelantándose hasta la mesa de los comensales, dijo: ¿Que no existe la virgen de La Altagracia? Yo la tengo conmigo.
El extraño hombre, echando mano de su alforja, sacó el pergamino y desempolvó la pintura en lienzo de una preciosa imagen que era la de María adorando a un recién nacido que estaba a sus pies en una cuna.
Narra el escrito que San José se veía detrás de María arrebujado en su manto de noche con una vela encendida; y un lucero enviaba sus rayos esplendorosos a la faz de la criatura. Antes esta epifanía inesperada,, habló el silencio, todos, admirados, cayeron de rodillas.
Tocado de alegría, el rico propietario de las tierras de Cotubanamá se apresuró a ofrecer al viajero aparecido lo que éste le pidiese en ganados o monedas, por tan inestimable hallazgo.
“Extendiendo su diestra el venerable anciano, toma llévasela a la niña, le contestó, y volviendo su espalda se fue a su rincón”, expone la narración de lo acontecido en enero de 1514
Posada de la virgen
Desde que aconteció aquel hecho se levantó en el lugar una ermita o santuario, donde siempre se rendía culto a la Virgen de La Altagracia y mediante la ordenanza número 92 del 13 de septiembre de 1935 el Ayuntamiento Municipal de Hato Mayor declaró el poblado de Hoyoncito “Posada de la Virgen de la Altagracia”, a instancia del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, que desde que obtuvo el cargo en el año 1906 hasta la hora de su muerte ocurrida el 26 de junio de 1937 aspiró a que se construyera un templo para perpetuar la imagen de la Virgen de la Altagracia, en el lugar donde apareció por vez primera en la Isla Hispaniola, que fue Hoyoncito, un paraje de la sección Don López, a 17 kilómetros al oeste de Hato Mayor del Rey.
La inauguración
El lunes 20 de enero fue inaugurado el moderno templo católico María de la Altagracia, ubicado en la comunidad de Hoyoncito, de la sección Don López de Hato Mayor del Rey. Este nuevo santuario representa un hito importante para la región Este del país.
La ceremonia contó con la presencia de destacadas personalidades, entre ellas la primera dama Raquel Arbaje, quien resaltó el valor espiritual y arquitectónico de esta nueva obra.
Monseñor Francisco Ozoria Acosta, arzobispo primado de América, presidió la solemne eucaristía de bendición, acompañado por monseñor Santiago Rodríguez y monseñor José Dolores Grullón. Asimismo, asistieron figuras políticas como el senador Cristóbal Castillo, la diputada Carmen Ligia Barceló y la gobernadora Maribel Guadalupe Simón.
El grupo Bisonó, a cargo de la construcción, donó en su totalidad los costos de la obra. El nuevo templo se destaca por su diseño moderno y llamativo.
El santuario, estratégicamente ubicado entre el Santo Cristo de Bayaguana y la basílica de Higüey, se convertirá en un importante centro de fe y encuentro para los residentes de la zona.
Desde ya la obra tiene un impacto positivo en la vida espiritual y social de la comunidad.
Con este nuevo templo, Hato Mayor cuenta ahora con una de las iglesias más imponentes de la región, fortaleciendo su legado cultural y religioso.
La obra servirá para fortalecer el turismo religioso, que se ha puesto en boga en los últimos diez años en la República Dominicana.
El nuevo santuario enlazará para la explotación turística religiosa con la Catedral del Santo Cristo de Bayaguana, la Iglesia Las Mercedes de Hato Mayor, la Catedral Santa Cruz de El Seibo y los santuarios de San Dionisio y la Basílica de Higüey.