La religiosidad y la identidad cultural son aspectos fundamentales de la sociedad humana que están estrechamente relacionados. La religiosidad es un aspecto de la cultura que influye en las creencias, los valores las interacciones sociales y es una fuente de cohesión social. La religiosidad popular es una de las características que define el Caribe y forma parte de su identidad. Dentro de las múltiples manifestaciones religiosas presentes en la región, las advocaciones marianas vinculada a la historia, la sociedad y la cultura están muy presentes.

En México, la Virgen de Guadalupe constituye un símbolo de identidad nacional y un elemento fundamental de la cultura mexicana. Ha estado presente en eventos importantes de su historia como en la lucha por la independencia y durante la Revolución Mexicana.

En Cuba la Virgen de la Caridad del Cobre está fuertemente vinculada a su historia. Ha acompañado al pueblo cubano en grandes procesos históricos, políticos y sociales. En Colombia Nuestra Señora de Chiquinquirá, en Guatemala la Virgen del Rosario, en Honduras Nuestra Señora de Suyapa, en Panamá la Virgen Santa María La Antigua, en Venezuela la Virgen de Coromoto son símbolos de identidad presente en la historia y la cultura de estos países del Caribe.

En República Dominicana cada 21 de enero se celebra el día de la Virgen de la Altagracia considerada protectora del pueblo dominicano (la patrona es la Virgen de las Mercedes) y símbolo de identidad. En el campo académico la Virgen de la Altagracia ha sido objeto de diversos trabajos. Se deben resaltar los trabajos de Julio E. de la Rocha Báez, “Nuestra Señora de la Altagracia a través de la historia”; “Historia de Nuestra Señora la Virgen de Altagracia” de John Fleury; “Nuestra Señora de la Altagracia de Higüey. Estudio científico, iconográfico y teológico de la imagen” de Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Santiago de los Caballeros. Recientemente la Comisión Nacional Unidos por La Altagracia de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) publicó la obra “La que eligió su pueblo”, un texto que abarca los momentos más relevantes del centenario de la coronación canónica de la Virgen de la Altagracia.

El origen de la devoción en el país se sitúa en el marco del período colonial y existen diversas versiones. Una se atribuye al canónigo Luís Alcocer (fue introducida a Higüey por los hermanos Alonso y Antonio Trejo de Extremadura, España); otra a Juan Elías Moscoso (la leyenda del padre y el pedido de sus dos hijas) y la otra a Fray Cipriano de Utrera (traída desde Manzanares, España, por un religioso). Al margen de las diversas versiones, es un hecho histórico que ya en el siglo XVI existía una devoción a la Virgen de la Altagracia que se fue fortaleciendo en los siglos siguientes.

En el año 1691 ocurrió la Batalla de la Limonade. En ella participaron del lado español lanceros criollos procedentes de El Seibo y de Higüey, que según la tradición invocaron la protección a la Virgen de la Altagracia. La victoria obtenida en la batalla el 21 de enero fue haciendo costumbre la celebración (en la época se celebraba el 15 de agosto día de la Asunción de María). Luego, cuando monseñor Fernando Arturo de Meriño, era arzobispo de Santo Domingo se solicitó a la Santa Sede la concesión de Oficio Divino y Misa Propia para el día de la Virgen de la Altagracia y que fuera festividad de precepto el 21 de enero. Sin embargo, será en 1927 cuando la fiesta de la Altagracia fue declarada como Día de Precepto por el Papa Pío XI.

La Virgen de la Altagracia ha estado vinculada a la historia, la sociedad y la cultura dominicana. Diversos historiadores consideran que Juan Pablo Duarte fue devoto de la Virgen de la Altagracia, su invocación en la lucha independentista y su coronación en el marco en la ocupación militar de Estados Unidos es un testimonio de su vinculación histórica con la nación dominicana. Monseñor De la Rosa y Carpio en su artículo “Historia de la coronación de La Altagracia” publicado en el Listín Diario el 3 de agosto de 2022, señala a propósito de la coronación de la Virgen el 15 de agosto de 1922: “La Coronación de la Virgen de la Altagracia en la Puerta del Conde llevaba el mensaje de decirles a los norteamericanos que no eran ellos, que entonces ocupaban la Isla, ni España, ni Francia ni Haití los que reinaban aquí, que la única Reina Soberana de este pueblo, libre e independiente, era la Virgen de Altagracia”. En 1924 el Congreso de la República Dominicana decretó la celebración de Nuestra Señora de la Altagracia como fiesta nacional el día 21 de enero.

El arraigo de la Virgen de la Altagracia se manifiesta a través de las diversas actividades culturales, sociales y religiosas que se realizan a nivel nacional. La Basílica Catedral de Nuestra Señora de la Altagracia es el principal santuario altagraciano. Inaugurado el 21 de enero de 1971 por el presidente Joaquín Balaguer, fue declarada Basílica Menor por el Papa San Pablo VI y coronada la imagen de La Altagracia por el Papa San Juan Pablo II en su visita al país en 1992. A nivel nacional existen más de 30 templos parroquiales dedicados a la Virgen de la Altagracia que incluye en la zona colonial el Santuario Arquidiocesano Nuestra Señora de la Altagracia; La Parroquia Santuario Arquidiocesano de La Altagracia en Santiago de los Caballeros y el Santuario Diocesano de La Altagracia, en Loma de Cabrera.

Estos lugares de peregrinación donde participan dominicanos de las diversas regiones y clases sociales, gente de Puerto Rico, Haití, Curazao, Aruba, Cuba y la diáspora dominicana incluyen misas solemnes, procesiones, novenarios, salves y actividades sociales y culturales que resaltan las tradiciones dominicanas.

La Virgen de la Altagracia, “Tatica”, es símbolo de dominicanidad. Su presencia en la historia nacional acompañando a su pueblo quien la considera como su madre espiritual, los valores que representa (amor, fe, maternidad, humildad, esperanza, protección, unidad, paz), su presencia en la política, los deportes, el cine, las letras, el arte, la pintura, la arquitectura, la música, el lenguaje (nombres de personas, provincia, municipio y calles) hace que la protectora y madre espiritual sea patrimonio cultural del pueblo dominicano.


Centro estudios caribeños. PUCMM.

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