Generalmente hay dos fuentes que han alimentado el chisme desde siempre, el ocio y la ignorancia
Hay países que tienen petróleo, otros trigo; hay los que tienen algodón y algunos tienen hielo; pero a nadie se le va a ocurrir consumir yun-yun en invierno. Nosotros, no solo tenemos la fama de exportar desde Mao, sino que rompemos el chismógrafo a to’ lo que da, lo que es un atractivo turístico. ¿A quién no le encanta ese toque folclórico nuestro?
Varias preguntas hay que responder para que nuestra cultura no tuerza la boca, ni nos corte los ojos. ¿Qué es el chisme? ¿Cuál es su origen? ¿Cuántos tipos de chismes hay?
El origen de la palabra es Skhizein, del griego que pasó al latín como Shisma y que en ambos significa dividir. El chismoso se inventa cualquier vaina para difamar, despotricar, hablar mal de alguien, lo que traerá como consecuencia una escisión, una separación.
El poder del chisme reside en la calumnia para que alguien se pelee con otro, para romper relaciones o para hacer quedar mal a alguien en el desempeño de una tarea con el objetivo de beneficiar a alguien o al que lo inventa.
Siempre el chisme se hace de manera cobarde, a espalda de la víctima porque así, ésta no puede defenderse y queda embarrada en las malas lenguas.
Otras veces el chisme es un comentario para joder, por simple envidia o porque no se tiene de qué hablar.
Generalmente hay dos grandes fuentes que han alimentado al chisme desde siempre: el ocio y la ignorancia. En las personas ocupadas, concentradas en sus trabajos, el chisme es mucho menor o inexistente y, en los ignorantes, incultos, analfabetos (ricos o pobres) el chisme aumenta. Peor si se combinan las dos fuentes.
Cuando se implementó la primera campaña de alfabetización, los temas de conversación pasaron de hablar de la greña de Juana, o de la falta de baño de Pedro, en lo difícil que era aprenderse la tabla de multiplicar del nueve, o que el profe pronunciaba la Z como el padre, dizque privando en español.
En pequeños conglomerados el chisme se convierte en una enciclopedia local donde todo el mundo sabe quién le pega cuerno a quien, quién bebe ron o cerveza, quién empeña, quién coge prestado y quién le debe a quien y cuánto. En ese sentido el chisme sirve como elemento cohecionador y sociológico con un chismoso, el campeón, en la media en que conozca más intimidades y tenga mas poder de invención. Siempre para joder a alguien.
El chismoso es adulón, necio, pedidón, miserioso, acomplejao, se cree ombligo del universo, persona de no confiar, mañoso, tumba polvo y, si tiene un chin de poder, represivo.
El chismoso habla de cosas banales porque no fue educado para hablar o discutir de algo que le haga crecer espiritualmente, que le enseñe, en una discusión, algo nuevo.
El chisme contribuye a reducir a los seres humanos o sancocharse en una salsa repetitiva y odiosa. Por eso el chismoso, por ignorante, oye el mismo tililá, la misma letanía de 3 ó 4 bachatas … siempre las mismas y alta porque el chismoso también es un allantaso que hace alarde de la misantropía.
El chisme es un atractivo turístico nuestro
El chismoso es un chivato por excelencia, para lucírsela de que sabe lo que nadie, es el calié perfecto y un tremendo jablador.
¿Quién le va a creer a un chismoso?
En la Edad Media el chismoso fue el aliado de primera de la “Santa” Inquisición que llevó a la hoguera a tanta gente a morir inutilmente. Hoy esa Inquisición sigue vigente con “hogueras” sutiles para quemarte en la sociedad.
El chismoso atenta contra la reputación de la gente y nunca el chisme tiene sustento. Se asocia al periodismo cuando este se apoya en rumores y no investiga ni busca datos sólidos y veraces para manifestar cualquier información. O escribe para rendir pleitecía, o servir de bocina paga.
El “fake news”, que de nuevo solo tiene el nombrecito en inglés de moda, no es más que un chisme, un invento, para atacar políticas contrarias, tal y como hacen un paquete de opinólogos en los programas radiales y/o televisivos mañaneros, que sin conocer de nada desinforman, difaman, se burlan con “chistes” malos, se repiten… contribuyen al oscurantismo y la ignorancia; quieren anclarnos al pasado a pesar de la alta tecnología usada.
Es importante, por tanto, no compartir cuestiones intimas, que es una fuente básica para Radio Bemba y The Chisme Time.
“La pasión” por la pelota se sustenta, en gran parte, en el chisme y la competencia. “Lo mío es lo mejor” aunque se pudran en el sótano, porque el chismoso “nunca pierde”, siempre jala argumentos por la greña, para reforzar su mentira.
El chismoso no te sorprende con una buena noticia, siempre trae un problema y un culpable al que hay que castigar con eco en multipicadores que hace que el chisme sea el solo punto de la agenda.
En cualquier espacio de trabajo, el chisme está presente como motor de la vida misma y como una ley humana de querer joder al otro aunque sean los primeros repletos de citas de La Biblia y quienes mas reparte “bendiciones”, como político en campaña.
Cuando empezaron a llegar los turistas europeos a Cuba, a solearse, Manuel Hernández, un caricaturista amigo, me hablaba que ellos estaban estudiando la posibilidad de enlatar los rayos solares para exportarlos a Europa. Algo parecido podríamos hacer nosotros: exportar el chisme en lata. ¡Cuánta riqueza!.