La figura de Cristóbal Colón es la más relevante en la historia del encuentro, descubrimiento y conquista de las tierras de nuestra isla y de nuestro continente. En una tesis para obtener el doctorado en medicina de 1942 de la autoría del entonces bachiller Fernando López Vargas, sobre la historia de la medicina en la Isla, se refiere a las enfermedades sufridas por Colón durante esos años de 1492 a 1494. En su relato cuenta que: “Don Cristóbal Colón sufría frecuentemente de crisis de reumatismo y tenemos noticia de una que sufrió a mediados de febrero de 1493 a su regreso del primer viaje y muy cerca de las islas Canarias, ya que según relató en su diario no había podido dormir en viarios días y quedaba muy tullido de las piernas por estar siempre desabrigado al frío y al agua”. Sigue el relato del bachiller López resaltando que en su segundo viaje, en diciembre de 1493 sufrió un ataque de paludismo y refieren los cronistas que: “ la gente comenzó de golpe a caer enferma. Con terribles calenturas que ni el mismo Almirante pudo escapar de ellas”.
Las condiciones a bordo de aquellas embarcaciones eran realmente difíciles y desde luego muy lejos de ser sanas. En la Isabela estuvo el almirante de gravedad, ya que según la bitácora del barco: “ El Almirante se encontraba con sus fuerzas agotadas por una larga y penosa navegación. Estuvo asistido por el doctor Álvarez Chancas y otros dos físicos traídos a La Española por Bartolomé Colón”. Siempre ha existido controversia entre diversos autores que discuten si la enfermedad que le aquejó era el paludismo o la fiebre amarilla. Por el cuadro de las fiebres recurrentes y el curso clínico de sus padecimientos es posible asumir como diagnóstico preferencial el paludismo. De todos modos el manejo por parte de aquellos médicos o ayudantes era extremadamente básico y entre el desconocimiento de las enfermedades tropicales y su falta de conocimientos generales, la realidad es que poco hacían con aquellos pacientes, excepto darles caldos y aplicarles fomentos o vendajes calientes. Además no se dejaban aconsejar por temor o suspicacia por los chamanes o brujos nativos que sí tenían algún conocimiento de cómo manejar rudimentariamente aquellos achaques. El paludismo, endémico en la región del caribe se maneja de diversas formas en las diferentes culturas de estas islas.
En su último viaje Colón sufrió de una grave “fluxión de sus ojos”. Esa conjuntivitis se pudo asociar a la artritis gotosa que se sospechaba padecía Colón y que simulaba en ocasiones a un trastorno reumático. Al trasladarse a la Española fue muy mal tratado por Nicolás de Ovando, lo que describió Don Bernardo Pichardo con estas líneas: “ Un tanto mejorado de sus padecimientos físicos pero profundamente apenado por las injusticias realizó Colón su último viaje”.
En su lucha por lo que consideraba sus derechos y privilegios decidió reclamar ante la corte! Por eso llegó en noviembre de 1504 al San Lucar de Barrameda. La artritis gotosa que le aquejaba motivó que le ayudaran a desembarcar ya que no podía sostenerse. Otra teoría señala que padecía la enfermedad de Reiter, con sus hallazgos de artritis, uveítis y uretritis. Pero sacando fuerzas y con gran esfuerzo viajó de Sevilla a Segovia en un viaje de 500 kilómetros que le deterioró aún más. Al llegar se entera de que su protectora la Reina Isabel había fallecido por lo que debía viajar hasta Valladolid para exponer sus reclamos. El estado de su salud era alarmante y en una pequeña y modesta casa de Valladolid, falleció el 20 de mayo de 1506.