En 1920 se creó por ley la Secretaría de Sanidad y Beneficencia y en 1921 se emitió el primer informe anual de esa nueva dependencia. Al estar bajo la ocupación militar norteamericana, el informe fue suscrito por el comodoro R. Hayden. La Secretaria estaba organizada en 4 divisiones, a saber: la de Ingeniería Sanitaria, la de Estadística Demográfica y Enfermedades Transmisibles, el Laboratorio Nacional y la división de Registro, Suministros y Contabilidad. El organigrama contemplaba que cada división además de su jefe contara con por lo menos dos inspectores sanitarios.

La labor de la división de ingeniería fue particularmente difícil ya que ni los constructores y los plomeros en el país, desconocían la nueva ley y su marco de aplicación. En ese momento no se le daba mayor importancia a los requerimientos sanitarios que esta ley imponía. La ley establecía que desde marzo de 1920 ninguna construcción podría hacerse sin la debida autorización de la Secretaría. Sin embargo, luego de unos meses de explicaciones y de imposición militar, ya que no debemos olvidar que estamos en un estado de atropello a la soberanía y de ocupación militar, empezaron a autorizarse construcciones. Así en Santo Domingo, se aprobaron 175 construcciones que incluían 15 letrinas en construcciones que no tenían facilidades sanitarias. En el resto del país solo se autorizaron 54 nuevas construcciones. Una de las acciones que se llevaron a cabo fue la de crear una Junta de Plomeros, y para acceder a ella y poder tener licencia debían aprobar exámenes teóricos y prácticos. Como parte de la labor de educar a la población y de ayudar a los plomeros a mejorar su trabajo la secretaría elaboró una serie de planos de letrinas, tanques sépticos, mataderos, puestos de carne, lechería y otros.
Es cierto que el aspecto preventivo es esencial, y nos preguntamos si al día de hoy se tiene algún control sobre los plomeros que manejan un aspecto tan importante como la disponibilidad del agua y la disposición de las excretas?
De igual forma se estableció un estricto control sobre los mataderos y los sitios de expendio de carnes. Naturalmente los mayores esfuerzos se hicieron en Santo Domingo y Santiago. Cien años después, vemos sitios de expendio de carnes en mercados públicos y centros privados sin condiciones de higiene, con presencia de abundantes moscas, lo que nos llama a reflexionar y a tomar nota de la historia de que podemos y debemos establecer los protocolos para ofrecer a la población la mejor calidad de productos con los mejores controles sanitarios, sin importar el lugar en que se ofrezcan estos servicios y productos.

La división de estadística demográfica y Enfermedades Transmisibles, era de gran importancia porque regulaba la supervisión de las cuarentenas , el registro de nacimientos y fallecimientos y hasta la supervisión de las instituciones benéficas. Ha sido y es difícil en nuestro país la correcta utilización de los datos sanitarios para obtener estadísticas fiables en base a las cuales tomar las mejores decisiones. Fue notoria la dificultad para establecer los requisitos de esa ley de sanidad, la Orden Ejecutiva 420. De nuevo debemos recordar que era un gobierno de ocupación por lo que muchas de las medidas no eran recibidas con beneplácito por la población pese a que eran medidas correctas en el aspecto sanitario. Es difícil desligar la situación política de la situación sanitaria. De todos modos esa ley y esa Secretaría fueron la base de lo que tenemos hoy, un siglo después. Continuará…

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