Las etiquetas de “izquierdista” no sirven ni pueden ser excusas para destrucción
María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo más conocida como la Duquesa de Alba y por los retratos de Goya era la XIII Duquesa de Alba de Tormes que, a pesar de estar casada con José Álvarez de Toledo y Gonzaga desde que tenía 12 años, fue amante, eufemismo de cuernos, del Ministro Manuel Godoy y del propio Francisco de Goya y Lucientes.
Cuando entré en El Louvre de París, no el de “los turcos” de la calle del Sol de Santiago, le pregunté a la “señorita del abanico” por el maestro.
-Está allá abajo, en un grabado pequeño, pero si usted quiere verlo de carne y hueso, vaya al Prado.
-Gracias.
Le pregunté a la “maja” desnuda, que ahora estaba de pie y vestida, y solo me señaló el suelo donde se lee la firma del pintor.
-Creo que vive en Burdeos, me respondió con ojos coquetos.
Goya era sordo, pero no ciego. Él vio con sus ojos, debajo de sus dos cejas, el atropello del Ejército napoleónico al mando del comandante Joaquín Murat y José Bonaparte con 20,000 zombis, cuando entraron “acabando con to” en España en el año 1807, tres después que Toussaint Louverture había liberado a los esclavos para proclamar el primer país independiente de la colonización europea: Haití.
España se había descuidado en los asuntos militares porque el Rey Carlos IV estaba muy concentrado en los asuntos culinarios y en comer de glotonería, mientras que la Reina María Luisa de Parma andaba con su Ministro Manuel Godoy.
Goya, pintor de la Corte, estaba “jarto” de pintar la familia real e intentar hacer la Reina lo menos fea “pa’que” no lo botaran. Recurría a sus técnicas y a las aprendidas de Velázquez y Pierre Paul Rubens.
A nosotros, dominicanos y haitianos, no nos es difícil entender esos atropellos coloniales del Ejército francés, que, a pesar de su incursión en Rusia, le alcanzó para enviar a Leclerc y a Ferrand con miles de soldados a dominarnos y esclavizarnos, que es lo mismo.
La sensibilidad y el sano juicio impidieron a la indiferencia ocupar un lugar en la personalidad de Don Francisco como lo demostró con sus “caprichos y disparates” contra la oscuridad y arbitrariedades de la Santa Inquisición”. Y es por esta misma razón, “la que crea monstruos”, que realizó su obra “los fusilamientos del 3 de mayo”, “los fusilamientos del 2 de mayo o la lucha con los mamelucos” y su colección de grabados “desastres de la guerra” a riesgo de su propia vida.
Ni “El triunfo de la muerte” de Brueghel, ni “La muerte de los inocentes” de Rubens había tenido un impacto de denuncia a la guerra tan grande como sus grabados. Ya para ese entonces Goya andaba “juyendo” por los montes hasta ir a parar a Burdeos, Francia donde murió en 1828. Dejó atrás la Quinta del Sordo, su casa de Madrid.
La mejor descripción de su estado de ánimo la hizo el escritor Antonio Buero Vallejo en su obra de teatro “El Sueño de la Razón”. Francho, como le llama Leocadia a Goya, le responde al Padre Duaso “No, no estoy loco, ¡sino rabioso!
Otro español, catalán, también se indignó con la guerra que no era guerra porque el movimiento nazi es odio y masacre a la humanidad con su absurda teoría racista de supremacía aria. Por eso el Guernica de Picasso y por eso la serie de Botero contra los abusos de la cárcel Abu Ghraib de Irak, peor que Guantánamo.
Lo que no se entiende es cómo se pudo crear hoy día un Ejército nazi en las narices de Europa como si estuvieran siguiéndole los pasos a aquel Rey español que solo pensaba en comer. Y lo más absurdo es que Ucrania “aportó” varios millones de muertos para combatir el nazismo hitleriano de la ll Guerra Mundial y derrotarlo a nombre de la CCCP. Tampoco uno entiende, cómo funciona la ONU si cualquier país decide atacar países soberanos como hemos visto: Corea en 1950, Vietnam, Laos, Irak 2003, Siria, Libia, Panamá, Checoslovaquia y ahora Ucrania. ¿Acaso no hay acuerdos entre las naciones para vivir pacíficamente? ¿Tenía Cuba que poner misiles, en 1962, a “boquejarro” para evitar que le tiraran una bomba como se hizo en Hiroshima y Nagasaki, “democratizarla” para siempre y casi provocar una tercera guerra mundial? ¿Por qué las potencias no pueden vivir de su comercio sin destruir y/o controlar el de los otros? Si tú no tienes gas o petróleo, cómpraselo al que los tenga y si lo único que tienes es none, pues vende none y ya.
Cualquier artista de hoy, si es artista estaría en contra de cualquier guerra y más aún contra el nazismo, una lucha que empezó con la llegada de Hitler al poder en Alemania y que no terminó con su derrota. Pero cuidado, que ser artista no define nada, porque muchos portan un disfraz que esconde un insaciable, frustrado y hasta psicópata.
La agrupación neonazi busca la venganza y dominación del mundo, lo mismo que quería Hitler: eliminar los negros, chinos, latinos y rusos por ser de “raza viralata”. Su filosofía es un desprecio por la vida, por los niños, animales, mujeres, viejos. “Su fin justifica los medios”.
La Democracia tiene que ver con la paz y el respeto entre las naciones. Respeto cuando se elige por mayoría un candidato, aunque no esté dispuesto a regalar los recursos económicos a las grandes potencias. No se puede hablar de Democracia y tumbar un presidente democrático como lo fue Bosch, Arbenz, Allende, Lula, Dilma y ahora Pedro Castillo en Perú. Si la gente votó por Castillo no hay que hacerle la vida imposible e impedirle gobernar por la venganza del corrupto Fujimori. Las etiquetas de “izquierdista” no sirven ni pueden ser excusas para la destrucción.
Si el arte hubiese continuado en la línea filosófica de Goya, los museos estarían llenos de “desastres de la guerra” de miles de pintores. A George Grosz lo calificaron como un artista degenerado porque hizo lo mismo que Goya, y porque no pintaba como Vermeer. Porque hasta en el arte intervino el nazismo para que los artistas fueran marionetas al servicio de la sinrazón.
Picasso, que también fue metido en ese paquete de artistas “degenerados” cuando llegaron a París, se horrorizó no solo de aquel bombardeo al pueblito de Guernica en la Guerra Civil Española, también de los chivatos franceses y colaboradores de Vichy que contribuyeron a exterminar más judíos que la propia Alemania.
Los seres humanos se deshumanizan con las guerras, aunque no participen. Hay un goce como si fuera un partido de futbol, donde los muertos, el dolor de las familias, de los hijos, no cuenta. Es el mismo cromañonismo del “sálvese quien pueda” de una sociedad salvaje sin leyes, de los países sin reglas, sin acuerdos para vivir en armonía. Y ese vivir en armonía pasa por rechazar cualquier intento de dominación de grupos psicópatas para hacer daño a inocentes. Las contraculturas destruyen las culturas desde dentro.
AZOV, el Ejército nazi ucraniano, no podrá hacer lo que hicieron en los 40. La ONU debió prohibirlos como debió impedir que Franco se quedara en el poder después de la guerra. No se entiende la existencia y legitimidad del Ku Klux Klan, responsables de miles de linchamientos de afrodescendientes.
La clave está en que los países capitalistas, chinos, monarquías, se concentren en sus espacios para desarrollar sus economías y que las sociedades determinen su evolución. Si se parase la creación de bases militares fuera de sus territorios, ya sería algo. Que cada país le compre a quien le dé su gana y no como ahora, que hay que pedir permiso a los que dominan.
Usted no puede ser pacífico si le vente armas a uno de los bandos porque eso, hasta en cibaeño, se llama hipocresía. Las guerras Siempre ocurren allá, fuera del territorio de los que se lucran con las armas. La destrucción de Irak por el petróleo, pero allá; la destrucción de Libia por las mismas razones, pero allá; la destrucción de Vietnam, pero allá.
¿Acaso no tiene más sentido dejar que sean los pueblos los que quiten sus “dictadores”? ¿O es que hay dictadores buenos y dictadores malos? Fueron los chilenos los que al final quitaron a Pinochet, los argentinos a Videla, y los dominicanos a Trujillo.
Si aparece un artista que pinte la guerra de hoy, pintará las nuevas atrocidades de los nazis y su derrota, una obra de paz, sin rencores, venganza ni resentimientos, como si Goya hubiese “resucitao”. ¡Qué desastre!
Opinión
Si el arte hubiese continuado en la línea filosófica de Goya, los museos estarían llenos de “desastres de la guerra” de miles de pintores”.