Los Maldonado, diferente a los Perozo, los Patiño, los mocanos Bencosme, eran delincuentes vulgares que se juntaron con un grupito de tíguere de La Joya

EEl Royal Bank of Canada sufrió tres grandes robos. ¿Cuánto lograron llevarse los hermanos Maldonado y sus cómplices cuando asaltaron la sucursal que había en la calle del Sol No. 76 de Santiago de los Caballeros en el 1954?

Eudes Maldonado vivía en la calle Julia Molina (hoy Independencia) esquina Escalante. Esta calle va de La Restauración a la Hermanas Mirabal y pasaba por el borde este del parque Ramfis (hoy Plaza Valerio). El ambiente de ese entorno lo describe magistralmente el periodista y amigo Ubi Rivas quien vivió por ahí y que se puede consultar en el siguiente “link”: https://elnacional.com.do/los-vecinos-de-la-plaza-valerio/ A una esquina exactamente quedaba el cine Víctor en la esquina José Trujillo Valdez (hoy Restauración) donde pasaban muchas vaqueradas, como en todos los cines y muchos meses después de que se estrenaran en la capital. Resulta que Eude vio una en la que un grupo de bandidos asaltaba un banco muy fácilmente, como ocurre en el cine, entonces a él se le metió en la cabeza hacer lo mismo. Es así como convida a dos de sus hermanos y otros vagos que su labia convenció.

Eude no sabía nada que ya en Cuba, al mismo Royal Bank le habían robado $1,124,296 porque un tal Armando Fernández Jorva que había sido alcalde de Güines y estaba en campaña como candidato en el Partido Democrático, había tomado un préstamo que, al no poder pagar, contrató un grupo de matones para asaltarlo. A todos los agarraron asando batata.

Eude se la pasaba dando paseítos por los alrededores del cine Apolo, la Farmacia Normal, el Banco de Reservas, la calle San Luis por la Fortaleza, estudiando el movimiento del Banco, el tránsito de las calles cercanas y otros detalles que le pudieran ser de utilidad a la hora del none.

Es así como un oficial se aparece al Bank of Canada con sus acompañantes al mediodía, hora en que normalmente cerraban.
-Yo soy el teniente de la Policía Fulano de Tal y tenemos órdenes de hacer una inspección en esta dependencia.

El gerente Héctor Luis Rodríguez Sánchez, pariguayo al fin, le creyó el cuento a Eude quien le pidió que abriera la bóveda.
¿Cómo iba don Héctor a imaginarse que en tiempo de Trujillo a alguien se le ocurriera robarse un banco? Eso ni le pasó por la mente. Don Héctor le explicó al teniente que con mucho gusto, solo que él tenía la mitad de la combinación de la puerta y que la otra la sabía George Beltrán, un pariente de los fabricantes de ron y contador graduado en la Academia Santiago del Profesor Antonio Cuello, pero que ya se había ido.

-No importa, mándelo a buscar.
-Pedro (en realidad Almonte), vaya y acompañe al mensajero para que traigan a Beltrán. Esta inspección debe hacerse ahora por órdenes superiores.

Cuando Almonte, alias Pedro, regresó con el mensajero, un tal José Manuel Fernández Núñez, y con Beltrán procedieron a abrir la Bóveda. Las cosas no salieron como lo había planeado Eude y por temor a ser delatado mataron al mensajero y a un cobrador de nombre Francisco Persia, familia de los Persia de la Salvador Cucurullo donde Juan Persia abrió un local del Partido Comunista, pero años después.

A los empleados y al gerente lo metieron en la bóveda donde por poco se asfixian si no logran romper unos cristales.

A Eude no le valió su brujería y como mal brujo, la “suerte” andaba en yip por otro lado. Un billetero que rondaba el banco encañonó a Almonte con un fardo de billetes y se lo sacudió casi en la cara.

-Amigo, mire ete ej ei número de su placa, juéguelo y se va a ricoidai de mí. El billete era el número 3331 que ayudó luego a la Policía para localizarlos. Se dice que cuando esto se fueron a Ciudad Trujillo por la vieja carretera Duarte, estuvieron tentado a pararse a comer chicharrones donde Milito para celebrar el éxito de la operación, pero Eude le ordenó a Almonte de seguir pisao.
Llegaron a la capital más rápido que Iván, el hijo del expresidente Antonio Guzmán, que volaba para ir a la universidad en los tiempos en que dio su último viaje en su deportivo de dos puertas.

Un policía que dirigía el tránsito en el malecón por el hospital Angelita, vio el vehículo con la misma placa. Tadeo Guerrero reportó el paso del carro negro “con un cura” y años más luego llegó a ser Jefe de la Policía.

El otro gran robo ocurrió en el 1970 en la sucursal de Naco del mismo banco.

Cuentan los testigos, clientes y empleados, que en ningún momento se maltrató a nadie porque resultó que ese robo fue hecho por Los Palmeros, “con fines revolucionarios” y para financiar el movimiento urbano que apoyaría la llegada de la guerrilla de Caamaño para derrocar a Balaguer. Los muchachos que hicieron este asalto fueron ubicados en el kilómetro 14 de la autopista de las Américas por el chivateo a lo interno del movimiento, según se rumoraba en la época por los pasillos de la UASD.

Tanto Eude, sus hermanos y el resto de la pandilla fueron rastreado cuidadosamente y capturados y al ser llevados a juicio fueron condenados a 30 años, los cabecillas y los demás a 10 años de prisión.

Para ese entonces Trujillo preparaba la gran Feria de la Paz para tratar de limpiar su máscara despótica y “demostrar al mundo que la República Dominicana era un país civilizado gobernado según las reglas democráticas” y donde el capital extranjero podía tener plena confianza en su seguridad. Por esta razón se cree que la sentencia final era matarlos.

Los robos son robos pero nadie en pleno ejercicio de su juicio puede comparar ambos atracos.

Los Maldonado, diferente a los Perozo, los Patiño, los mocanos Bencosme, eran unos delincuentes vulgares que se juntaron con un grupito de tígueres de La Joya.

Después del juicio que los condenaba a prisión se le aplicó la famosa “ley de fuga” mientras realizaban labores penitenciarias en los terrenos del Estado, por donde está el Estadio Cibao, que para esa entonces se conocía como Los Platanitos.

Los $149,268 robados no aparecieron nunca.

Sentencia
Tanto Eude, sus hermanos y el resto de la pandilla fueron capturados y al ser llevados a juicio fueron condenados a 30 años”.

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