Con Benítez Rexach nada es corto ni simple. Incluimos en esta Página un artículo que apareció en el Listín Diario el 6 de febrero de 1969, que tuvo repercusiones por muchos meses. Su ego exaltado sigue de manifiesto. Usa el pronombre “yo” seis veces, y sus derivaciones “me” y mi”, 35 veces en total. La conjugación de los verbos también era en primera persona singular: hago, acompañé, compré, prometí, etc., etc.
Por supuesto, aún en 1969, menciona a Trujillo varias veces, es específico en indicar que toda institución nacional o empresa internacional que hace o propone un trabajo no sirve, y que pretende engañar al Estado, lo que se comprueba en el simple título del artículo reproducido, aparecido en una columna titulada “Resumen histórico”.
El título fue muy característico de Rexach. Veamos:
“El caso Yuna-Barracote.
El reciente desastre”.
“La recuperación de más de dos millones de tareas de las más fértiles tierras en el conocido “Estero del Yuna” por medio de la desviación del caudaloso “Río Yuna” fue, durante muchos gobiernos un ambicioso proyecto que nunca se realizó.
“Franceses y españoles también tuvieron el proyecto bajo consideración. La importancia de la obra a ejecutarse y la falta de equipo adecuado, siempre fue un obstáculo.
“En el año 1946 acompañé a Trujillo a Samaná, precisamente en viaje de prueba del Yate Presidencial que acababa yo de reconstruir, hoy llamado “Mella”. Como Comandante del Yate iba el Coronel John Percival, aún vivo.
“El objeto del viaje era: primero resolver el problema del “Yuna” y otro era, buscar una solución a Sánchez.
“Almorzamos en la casa de mi querido amigo Benito Paiewonsky y de sobremesa sentados en el balcón que domina la Bahía, me pidió Trujillo le explicase mi solución a ambos problemas que de antemano ya yo había estudiado.
“En resumen, cortar el “Yuna” en Trujillo del Yuna y tirarlo hacia Barracote por medio de un Canal que no tendría menos de 180 pies de ancho en su base y 20 pies de profundidad; enderezar el “Yuna” quitándole las muchas vueltas que tiene y hacerlo navegable hasta Villa Rivas para barcos hasta 12 pies de calado; controlar las crecientes extraordinarias por medio de compuertas.
“En cuanto a Sánchez, descartarlo por completo. En cambio usar el sitio conocido como “Santa Paula” o “Santa Capuza” a unos cinco kilómetros de Sánchez para construir un verdadero terminal marítimo que serviría para embarcar el valioso mineral de las minas de Cotuí; para importaciones y exportaciones de los inmensos recursos de la península, y provincias adyacentes y para el turismo en gran escala.
“Un terminal marítimo que por su profundidad podrían atracar a muelle los barcos mayores del mundo. La pesca, la cacería, la belleza natural de las playas de Samaná y otras atracciones, cambiarían por completo toda aquella región.
“El Señor Paiewonsky, hombre de excepcional talento y conocedor de aquellos lugares, con mucho entusiasmo se expresó a favor de mis ideas.
“También Trujillo lleno de optimismo me ordenó preparase el proyecto completo que abarcase el desvío del “Yuna”; limpieza del “Yuna”; dragado del canal en Barracote, y construcción del terminal marítimo en “Santa Paula” o “Santa Capuza”.
“A mi regreso a la Capital procedí a terminar el proyecto; modelo de contrato; especificaciones, costo y otros detalles los cuales entregué personalmente a Trujillo en el Palacio Nacional.
“También recomendé establecer un servicio de Ferry-Boat entre Samaná y Sabana de la Mar.
“Al efecto compré a la Marina de los Estados Unidos un lanchón de desembarco (LSM) que bauticé con el nombre “SAMANA”. El piano para un muelle en Samaná y otro en Sabana de la Mar para atracar el Ferry- Boat está en mis archivos y también tiene que estar en los archivos nacionales.
“Tan pronto llegó aquí, la Marina de Guerra Nacional comprendió lo útil que sería para fines militares, lo tomó, quedándose Samaná sin una vía de comunicación real y efectiva para transportar pasaje, camiones, automóviles y mercancías de todas clases.
“Hago venir de Puerto Rico al doctor Carlos E. Chardón quien en unión del entonces Secretario de Estado de Agricultura, Pecuaria y Colonización, señor Marino Cáceres, después de varios extensos recorridos por toda aquella región rinden al Poder Superior en abril 16, 1947 un extenso informe, digno de ser leído cuidadosamente.
“Recomiendan lo mismo que yo había expresado a Trujillo. Por razones que no son del caso mencionar, duerme el proyecto en el Palacio Nacional. Nada se hace.
“Los malos consejeros logran que Trujillo haga un contrato con la Compañía Americana Lock Joint Co., dizque para hacer un nuevo estudio.
“Después hacen otro contrato para lo mismo con otra Compañía Americana, la Reynolds, Smith & Hills, Arquitectos e Ingenieros de Jacksonville, Florida. Se repite la historia, se llevan el dinero y nada de beneficio hacen.
“En extenso informe que rendí a Trujillo poco después, publicado en “El Caribe” de 1961, refiriéndome a dichas Compañías dije a Trujillo:
“Por informe rendido a usted ya usted conoce mi opinión sobre el estudio del Yuna hecho por la Lock Joint Pipe Co., en el cual bastante dinero gastó el gobierno inútilmente”.
“También conoce usted mi opinión sobre el estudio de Reynolds, Smith & Hills, arquitectos e ingenieros de Jacksonville, Florida”.
La foto aquí incluida corresponde al 22 de abril de 1966, en que se ve a Benítez Rexach abandonar airado una reunión celebrada con la comisión designada por el Gobierno Provisional de García Godoy para el estudio de su caso. Rexach, quien estuvo acompañado de su abogado Rafael Ortega Peguero, reclamaba el pago de $3,400,000 que, según él, se le adeudaba por suministro de equipos y por obras realizadas. Se mostró a la prensa una constancia de las actividades desplegadas por el ingeniero con el Departamento de Estado de Estados Unidos para presionar una solución a su asunto. Benítez sugiríó la aplicación de la Enmienda Hickenlooper para que se descontinuara la asistencia a República Dominicana.
Continuará la semana próxima.