La Semana Santa está llena de devoción, tradiciones y también de muchos mitos. Aquí te compartimos cinco creencias populares con sus orígenes y una mirada crítica desde la historia y la fe.

Muchas de estas ideas han perdurado por generaciones, transmitidas oralmente o asumidas como reglas, cuando analizamos sus raíces descubrimos que, en muchos casos se trata de expresiones culturales, no mandatos bíblicos ni doctrinas religiosas.

1. No se debe tener relaciones sexuales

Este mito se relaciona con tradiciones ascéticas de la Edad Media, cuando se promovía la mortificación del cuerpo como forma de acercarse a Dios. Durante ciertos días santos, especialmente el Viernes Santo, los fieles eran llamados al recogimiento total. De ahí surgió la idea de que las relaciones íntimas eran “impropias” o incluso sacrílegas en estos días, aunque no hay ninguna prohibición doctrinal específica que lo respalde.

Durante la Edad Media (aproximadamente del siglo V al XV), la Iglesia católica tuvo una gran influencia en la vida cotidiana de las personas, especialmente en temas morales y espirituales. Uno de los ideales más promovidos por ciertos sectores de la Iglesia era el ascetismo, una práctica que busca la purificación espiritual a través de la renuncia a placeres corporales, incluido el sexo.

Este pensamiento se basaba en la creencia de que el cuerpo y sus deseos eran una distracción del alma y del camino hacia Dios. Por lo tanto, mortificar el cuerpo (ayunos, abstinencia sexual, penitencias) se veía como una forma de elevar el espíritu.

2. No se puede comer carne porque es pecado

Esta práctica viene del ayuno y la abstinencia que promovió la Iglesia Católica desde los primeros siglos como un acto de penitencia. La carne roja era considerada un alimento festivo, y abstenerse de ella era un símbolo de sacrificio. Con el tiempo, la idea se deformó, y muchas personas comenzaron a pensar que comer carne era pecado, cuando en realidad se trata de una disciplina voluntaria, no un mandato divino.

La carne, especialmente la carne roja y la de animales de sangre caliente (como res, cerdo o ave), se consideraba alimento festivo y lujoso, reservado para celebraciones. Así que, renunciar a ella en ciertos días era una forma de mostrar humildad y devoción.

Durante estos días, se permitía comer pescado, huevos y lácteos en algunos lugares, aunque en otros ni eso. El pescado, al vivir en el agua, se consideraba más “puro” o “humilde” que la carne terrestre.

3. No bañarse en el río o en la playa

Este mito es popular en zonas rurales de América Latina. Surgió como un método de los padres y abuelos para evitar que los niños se bañaran en lugares peligrosos durante los días santos, cuando las familias salían al campo o a la playa. La advertencia fantasiosa se usaba para infundir respeto, aunque no tiene ningún sustento religioso ni bíblico.

No hay ninguna enseñanza oficial de la Iglesia Católica que prohíba bañarse en cuerpos de agua durante la Semana Santa o en otros días santos.

La raíz del mito es más social y cultural que religiosa.

4. No se puede limpiar en viernes Santo

Esta idea no tiene base bíblica ni doctrinal. Su origen está más relacionado con tradiciones populares y con el deseo de guardar luto o respeto durante el día en que se conmemora la crucifixión. En el pasado, era común que las familias dedicaran el Viernes Santo al recogimiento, la oración y la pausa total de las labores cotidianas, lo que incluía barrer, cocinar o trabajar en el campo. Con el tiempo, esta práctica se convirtió en una especie de “regla oral” que se asumió como norma religiosa, aunque no lo es.

5. Es de mala suerte nacer el Viernes Santo

Existe una antigua creencia popular que sostiene que nacer un Viernes Santo es señal de mala suerte o incluso de un destino sombrío. Algunas versiones extremas de esta superstición llegan a afirmar que un niño nacido en ese día sagrado podría estar marcado para el mal, o incluso ser el anticristo. Sin embargo, esta idea no solo es infundada, sino que también carece por completo de respaldo en la doctrina cristiana.

El Viernes Santo es una fecha profundamente significativa dentro del calendario cristiano, pues conmemora la pasión y muerte de Jesucristo en la cruz. Es un día de recogimiento, reflexión y reverencia, no de maldición. Asociar el nacimiento de un ser humano a un augurio negativo simplemente por coincidir con esta fecha sagrada contradice el mensaje central del cristianismo, que es el amor, la redención y la esperanza.

En realidad, cada vida que llega al mundo es un regalo, sin importar el día en que nazca. No existen evidencias bíblicas, teológicas ni científicas que respalden la idea de que nacer un Viernes Santo pueda traer mala suerte o consecuencias espirituales negativas. Más bien, podría considerarse un nacimiento especial, dado que ocurre en un día cargado de profundo significado espiritual para millones de creyentes.

Como ocurre con muchas otras supersticiones, esta creencia puede haberse originado por el simbolismo del dolor y el luto que acompaña al Viernes Santo. Sin embargo, es importante diferenciar entre el respeto que merece esta fecha y la propagación de temores irracionales que nada tienen que ver con la fe auténtica. La fe cristiana no enseña a temer los nacimientos ni a considerar a alguien maldito por la fecha de su llegada al mundo.

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