Ranier Sebelén es de las principales figuras en el mercado del arte en la República Dominicana y en Puerto Rico. En 1976 establece su domicilio en Santo Domingo. Fue miembro de la selección nacional de boliche en el país, participando en múltiples campeonatos a nivel internacional desde 1977 hasta 2002. De sus viajes por el mundo, además de su relación con el artista Timoteo Santos (Vinagre) surge su pasión por el arte que, entre otras motivaciones le guía a la creación del Centro de Arte Sebelén, el cual inauguró en 1986 con una exhibición colectiva titulada “40 artistas en el Centro de Arte Sebelén”, donde integró 144 obras entre dibujos, pinturas y esculturas de los más grandes exponentes del arte dominicano, algunos ya fallecidos y otros que estaban en su gran esplendor.
¿Cómo es que se interesa por el mercado de arte?
Mi esposa Liliana Guevara era argentina y poseía una gran cultura universal, juntos empezamos a visitar galerías, museos y ferias internacionales. Íbamos con frecuencia a la Galería de Arte Nader y a la tienda de regalos para turistas de Mildred Canahuate que luego pasó a ser la Galería de Arte Arawak. Al ser de una familia de importadores mayoristas, me sentí atraído por el mercado del arte. Empecé a estar en contacto con artistas como Alberto Ulloa y me fui relacionando con otros creadores e intelectuales como Efraim Castillo, Marianne de Tolentino, Ramón Oviedo, José Cestero, Guillo Pérez, Cándido Bidó, Dionisio Blanco, Hilario Rodríguez, entre muchos otros.
¿Cómo surge el Centro de Arte Sebelén?
Alberto Ulloa había alquilado la propiedad de la Calle Hostos No. 209 en la Zona Colonial donde funcionaba su casa, taller y galería de arte. En 1985, el maestro me propone adquirir el inmueble y representar su obra de manera exclusiva. Luego de meses de remodelación, inauguro el Centro de Arte Sebelén el 1 de octubre de 1986 coincidiendo con mi cumpleaños. El logo de la galería fue una obra gráfica del maestro Ramón Oviedo, cuyo diseño conservo, incluso en mis tarjetas de presentación.
¿Cuéntenos sobre la inauguración del Centro de Arte Sebelén?
La apertura fue con la exhibición “40 artistas en el Centro de Arte Sebelén”. Logré integrar 144 obras, entre dibujos, pinturas y esculturas de los más grandes exponentes del arte dominicano. La curaduría se manejó con un personal de 10 especialistas, teniendo como asesores a mis queridos amigos Abil Peralta Agüero, Humberto Soto Ricart y Cándido Gerón. Al evento asistieron los principales políticos, intelectuales y coleccionistas de la sociedad dominicana, como el profesor Juan Bosch y don Antonio Fernández Spencer, quien bautizó el espacio como “El jardín de la comodidad artística”.
¿Cómo es que logra insertar en la exposición inaugural una obra de Iván Tovar?
Sabía de la relación del maestro José Ramírez Conde (Condesito) con Tovar, así que le pedí que me lo presentara. Tovar nos recibió con afecto. Le dije que quería contar con una obra suya para la inauguración de mi galería. En ese momento no tenía obras disponibles, pero dijo que podía prestarme “La exaltación de las Pasiones”. No obstante, debía pedir permiso a su entonces compañera, la periodista Emely Tueni, porque la obra estaba dedicada a ella, y así lo hizo.
¿Cuándo volvió a encontrarse con Tovar?
Me asaltó con una visita previo a la inauguración de la galería, había llegado en taxi porque nunca le gustó manejar. Le hice un recorrido por la propiedad y se emocionó. Me indicó el lugar exacto donde quería que estuviera expuesta su obra.
¿Cuándo Tovar acepta su primer encargo?
El día que fui con Condesito, estaba trabajando una pieza 30” x 40”, le propuse comprarla pero se negó. Una mañana me dijo que había concluido la obra, cuando fui quedé impactado al ver los colores, los juegos de luces y sombras, además del negro de fondo. Me explicó que no era negro puro, sino que lo creaba a partir de una tonalidad denominada “veridian green” combinada con otros tonos.
¿Qué pasó después de tener su primer Tovar?
Lo enmarqué y exhibí en el centro de la galería invitando a todos los que estaban en el Mesón D’ Bari -que quedaba al frente. Ahí estuvieron los maestros Tomás López Ramos, Freddy Javier y Clinton López; el arquitecto Federico Fondeur, José Julio Mejía (Cuqui), Antonia González de Mejía (Mary), Arnulfo Soto (Miñín), Freddy Agüero, Marcelino González, William y Manuel Read.
¿En cuánto valoró la obra de Iván Tovar en ese momento?
Coticé cada obra 30” x 40” en sesenta mil pesos. Esto ocasionó que algunos coleccionistas que eran amigos personales de Tovar quisieran tratar directamente con él. Ante su negativa, un coleccionista le dijo lo que estaba pidiendo por cada obra. Tovar me llamó furioso, le expliqué que era una estrategia y que si lograba vender a esos precios, podría ofrecerle más a él también, y estuvo de acuerdo.
¿Y qué pasó entonces con las obras?
Hubo resistencia para alcanzar el precio establecido. La primera venta fue una obra que le había comprado a Roberto Nicolás Nader, ganando el doble del valor original. En 1987 logré vender uno de mis 30” x 40” en RD$55,000.00. Increíblemente, mi cliente la vendió al día siguiente en RD$80,000.00. Al celebrar el primer aniversario de la galería, expuse otra obra que se vendió el mismo día en RD$ 60,000.00.
¿Tovar participó en otras exposiciones en el Centro de Arte Sebelén?
Sí, claro, en 1987 presentamos una colectiva por los ochenta años del natalicio del poeta Manuel del Cabral, donde se incluyó una obra de Tovar. Por ese entonces él se había divorciado de la periodista Emely Tueni y había contraído nupcias con la actriz y productora de teatro María Castillo. De ese matrimonio nace en 1988 su única hija, Daniela. Recuerdo que estando pequeña le regalé un oso de peluche blanco bien grande. Me ha manifestado que todavía lo conserva. Coordiné otras muestras colectivas en las que participó, una muy especial en su natal San Francisco de Macorís en el salón del Ayuntamiento Municipal (1988), comisariada por Abil Peralta Agüero y la museografía de don Justo Liberato.
¿Cómo describe su relación con el artista?
Reinaba entre nosotros un gran afecto. Siempre me dio muy buenos consejos, a su manera, con su peculiar forma rabiosa de ser. En el fondo sabía que lo que me decía era de buena fe y de corazón, pues fue un hombre de nobles sentimientos que pocos supieron interpretar.
¿Quiénes empezaron a coleccionar la obra de Iván Tovar?
Don Edmond Elías Yunes, Ramón Emilio Jiménez (Mimilo), Pedro Haché, Eduardo Selman, Isaac Lif, Isaac Rudman, Alberto Cruz, Juan Manuel Portela Bisonó, Karim Abu Naba’a y muchos más. En el caso de Héctor José Rizek siempre ha sido un amante de la obra del artista, desde muy joven mostró su interés por coleccionar sus piezas. Así, porque existe un vínculo familiar muy estrecho y una alta valoración por la obra de Tovar.
¿Hasta cuándo se mantuvo representando la obra de Tovar?
Mi representación se extendió de manera exclusiva hasta principios de la década del noventa. Luego, Tovar se enfocó en hacer esculturas en gran formato en hierro forjado y recibió una tentativa oferta que le llevó a firmar un acuerdo con el coleccionista Isaac Rudman. Yo continué manejando sus pinturas. Más tarde, se interesa también Isaac Lif, socio de Rudman quien se encaprichó en convertirse en el apoderado exclusivo de sus pinturas. Después de mucho insistir, Tovar aceptó.
Conmemoración
En 1987 presentamos una colectiva por los ochenta años del natalicio del poeta Manuel del Cabral, donde se incluyó una obra de Tovar”.
Simpatía
Entre Iván Tovar y yo reinaba un gran afecto. Siempre me dio muy buenos consejos, a su manera, con su peculiar forma rabiosa de ser”.