Víctor De Óleo cree que la poesía dominicana se encuentra en uno de sus mejores momentos en cuanto a la relación cantidad/calidad que posee. Sin embargo, como poeta, teme que la buena poesía termine siendo relegada por la poesía barata, la fácil, la que no dice nada y que “está ganando espacio en premios y editoriales porque están abocadas a modismos, a vulgaridades y progresismos del momento”. En ese sentido, cree que el problema no son los modismos, ni las vulgaridades, ni los progresismos en sí, sino el vacío lingüístico, la pobreza imaginativa y la carencia de ingenio con los que estos asuntos suelen ser abordados, “pues pareciera que ya nada de eso importa, que basta con tratar esos temas en tendencia, no importa lo huecos que estén los poemas para ganar espacios”.
¿Cuál fue tu primera publicación y qué representó para ti?
Oficialmente fue “Conejos & bastones”, el libro de cuentos con el que gané el Premio Joven de Cuentos Pedro Peix 2021 de la Feria del Libro. El proceso para la publicación de ese libro fue muy frustrante, pues una serie de eventos hicieron que el libro nunca saliera como debió hacerlo: se cancelaron las presentaciones, nunca tuvo, digamos esa vida “normal” que debe tener un libro. Es como cuando un niño nace, pero no vive. Algo así le ocurrió. Espero devolverle a ese libro todo lo que le fue arrebatado en una segunda edición que se está cocinando.
¿Cuáles son o fueron los modelos de poetas que te inspiraron a escribir?
De manera seria, comprometida, el poeta español Juan Carlos Mestre, pero específicamente su inmortal poema “Cavalo morto”. Cuando leí fue como haber iluminado, como si de repente encontrara un camino que no andaba buscando, pero que definitivamente necesitaba andar. Junto a él podría agregar nombres como Franklin Mieses Burgos, Octavio Paz, Neruda, García Lorca, Joan Margarit, y el poeta Joel Julio García, cuya amistad y su mirada sobre la poesía fueron una escuela poética para mí.
¿Cuáles son los temas más relevantes que introduces en tu poesía?
Podría decir que mi poesía se bifurca entre lo que Joel Julio García denomina “poesía del corazón” y “poesía de la razón”. En la primera, se incluye toda poesía que habla sobre las diferentes dinámicas del amor. En la segunda, se ubican los poemas que tratan temas relacionados con mis impresiones del mundo que me rodea y mi interpretación de lo que ocurre ante mis ojos. En fin, esa poesía que habla sobre mis concepciones de las cosas.
¿Qué concepción tienes de la poesía, qué meta debe alcanzar este arte y qué puede cambiar?
Es una pregunta con un matiz paradójico, porque aunque uno sepa qué es la poesía, casi nunca es capaz de decirlo. Se torna casi imposible. Pero si intentara hacerlo, podría decir que la poesía es el lenguaje de las cosas, tan infinito y plural como tantas percepciones haya sobre ellas. Por eso, quizás no haya una meta como tal, sino una interminable búsqueda por interpretar cada vez mejor y de manera novedosa lo que las cosas nos dicen para llevarlas luego al papel. Y si la poesía puede cambiar algo, será al ser humano, pero no colectivamente, sino individualmente; la poesía no cambia a la sociedad, cambia a los individuos que luego, quizás buscarán cambiar la sociedad.
¿Qué te ofrece la poesía frente a la narrativa?
La relación entre la poesía, la narrativa y yo es como un triángulo amoroso en el que no cabe el conflicto. La poesía es como esa amante que la narrativa, mi esposa me permite tener. En la narrativa reposan mis más grandes sueños literarios, y con ella soy mucho más metódico y planificado a la hora de trabajar. Con la narrativa sufro más, pero también soy sumamente feliz. Con la poesía todo es muy pasional, aunque a veces, tras un descanso después de un desborde de pasión cuando la escribo, nos sentamos a mirarnos los defectos y a celebrar despacio nuestras virtudes. No me atreveré a definirla.
¿Cómo es tu propio proceso a la hora de escribir poesía?
Nunca me siento a escribir poesía. Los poemas llegan y ya en cualquier momento. Me toca a mí hacer lo posible por atraparlos en el celular o en lo que se pueda. Eso depende mucho de una combinación entre mi estado de ánimo y lo que esté leyendo en el momento. Lo que sí suelo hacer después es, naturalmente escribirlo en la PC, trabajarlo, dejarlo descansar, volver a él, trabajarlo si hace falta, dejarlo descansar de nuevo, y así sucesivamente hasta que sienta que hice con él lo mejor que pude y que las cosas están dichas lo más cercano posible a lo que quise decir.
¿A qué le temes como poeta?
Temo que la buena poesía, aunque eso es algo difícil de definir, termine siendo relegada por la poesía barata, la poesía fácil, la que no dice nada y que está ganando espacio en premios y editoriales porque están abocadas a modismos, a vulgaridades y progresismos del momento. Y el problema no son los modismos, ni las vulgaridades, ni los progresismos en sí, sino el vacío lingüístico, la pobreza imaginativa y la carencia de ingenio con los que estos asuntos suelen ser abordados; pareciera que ya nada de eso importa, que basta con tratar esos temas en tendencia, solo eso, no importa lo huecos que estén los poemas para ganar espacios.
¿Cómo ves el panorama actual de la poesía en la RD?
Considero que la poesía dominicana se encuentra en uno de sus mejores momentos en cuanto a la relación cantidad/calidad que posee. Hay numerosos nombres que podría mencionar y que, a mi manera de verlo producen una poesía que, aunque hija de la posmodernidad, recoge muy bien el espíritu de lo que somos y de lo que tenemos como sociedad insular en un contexto globalizado. Solo hace falta leer a gente como Ámbar Rodríguez, Christian Encarnación, Paola Román, Joel Julio García, Denisse Español, Deuri Lara, Lery Laura Piña, Juan Inirio, José Ángel Bratini, Thais Espaillat, Camila Neuman y un largo y enriquecido etcétera, para darnos cuenta de que la poesía dominicana está en muy buen momento. Lo que sí hace mucha falta es más visibilidad, pero los buenos poetas están ahí.
¿Qué poetas te han llamado la atención en el último tiempo?
Ángela Suazo. No la conocía hasta que Luna Insomne anunció la publicación de su libro “Urdimbre de espasmos”. Vi algunos de los poemas de ese libro en Instagram y ahora estoy loco por echarle la mano.
Sentir
En la narrativa reposan mis más grandes sueños literarios, y con ella soy mucho más metódico y planificado a la hora de trabajar”.
Opinión
La relación entre la poesía, la narrativa y yo es como un triángulo amoroso en el que no cabe el conflicto. La poesía es como esa amante que la narrativa, mi esposa, me permite tener”.