Carlos Rosario comparte su carrera de bailarín con la fotografía profesional. Con más de 10 años de experiencia en escenarios nacionales e internacionales, considera que lo más importante para entrar en el mundo de la danza es la actitud y disposición.
En ese sentido, expresa que su carrera como bailarín es “pura felicidad, esfuerzo y disciplina, porque vive cada momento de su vida y goza cuando tiene la oportunidad de subir a un escenario.
“La adrenalina que siento al bailar es algo que me apasiona grandemente, es donde pongo y muestro mis fortalezas, donde me siento en paz”, expresó el también fotógrafo. Consideró que “bailar hace feliz al mundo”. Para él: “La danza es la melodía de cada canción, donde un bailarín puede gritar lo que siente su alma en ese momento”.
¿Cómo bailarín y fotógrafo profesional, cómo alternas tus compromisos entre ambas profesiones?
¡Wao!… El baile y la fotografía son dos carreras distintas, pero a la vez parecidas. Soy fotógrafo profesional desde hace once años, poseo mi propia microempresa, por tanto tengo mi propio horario de trabajo. Trabajo de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde, y cuando termino dedico mi tiempo a la danza hasta las 9:00 de la noche, a partir de esa hora comienza mi vida en las artes, donde aparto todo lo ocurrido en el día para dedicarme de lleno al baile. Ni yo mismo sé cómo puedo llevar ambas profesiones, pero me encanta el corre, corre…
¿Cuál es tu objetivo como bailarín?
Mi objetivo es seguir aprendiendo nuevos géneros de danza y en el proceso seguir llevando mi cuerpo a límites que aún no conozco, ya que quiero aprender más de mi contextura. Considero que los bailarines deberían establecer 5 tipos de objetivos: a largo plazo, de temporada, escénicos, de entrenamiento y de estilo de vida. Los objetivos deberían ser retadores, realistas, específicos y concretos.
¿Qué te hizo descubrir el deseo de hacer una carrera como bailarín?
Siempre alterné la danza y la fotografía, empecé a bailar a los 22 años, por esa razón mi carrera como bailarín fue un poco corta, entonces decidí dedicarme de lleno a la fotografía, pero siempre ligado a la danza.
¿Cuál ha sido el mayor desafío en tu trayectoria profesional hasta ahora?
Mi mayor desafío es no poder dominar la técnica clásica. La verdad es que si me hubiesen apuntado en ballet a los 9 años se me habría hecho más fácil llegar al nivel clásico. Soy un bailarín neoclásico, es más divertido, eso no quiere decir que sea imposible llegar a un nivel profesional si se empieza a entrenar tarde, pero me gusta más el neoclásico.
¿Qué cosas te inspiran?
Me inspiro en mí mismo de poder hacer lo que me gusta. La danza tiene un motivo y una historia detrás de mi vida, gracias a ello vivo. Perdí a mi mamá cuando tenía 16 años, un 28 de mayo Día de las Madres, una fecha muy marcada en mi vida. A los 22 años nació en mí las ganas de bailar para poder expresarme y poder entender la vida que me había marcado a los 16 años. Luego, a mis 27 años murió mi papa, ese día en la noche tenía una presentación en el Festival Internacional de Danza Contemporánea (EDANCO), donde tenía dos presentaciones. Tenía varios meses luchando con mi papá y en la noche de ese evento murió y se despidió de mí en el teatro durante mi baile. Por eso mismo soy mi propia inspiración de poder hacer lo que me gusta, porque crecí a muy corta edad y me convertí en una persona con responsabilidades. Sé que al otro lado del mundo, mis padres está felices del hijo que tuvieron.
¿Te ha marcado algún trabajo profesional y emocionalmente?
Cada una de las producciones coreográficas de la academia BalleTeatro tiene cierto nivel. En 2017 teníamos una presentación muy importante que se llamaba “Dominicano soy”, la cual llevaba un alto nivel de interpretación. Recuerdo que en esos días no me encontraba bien emocionalmente, mi papá estaba mal de salud y no podía concentrarme, tenía varios roles, tenía que contar una historia en cada personaje, entonces usé todos esos sentimientos a mi favor y a la verdad ha sido una de las actuaciones y presentaciones que me ha marcado, tanto profesional como emocionalmente.
¿Por qué te gusta ese tipo de baile?
A través de la danza puedo expresar mis sentimientos, puedo ser yo mismo. Para mí, es la melodía de cada canción donde un bailaría puede gritar cómo se siente su alma en ese momento.
¿Cuáles consideras que los beneficios del baile que practica?
La danza me ha traído muchos beneficios, tanto físico como psicológicos. Soy más consciente de mi cuerpo, tengo más capacidad de movimiento… Mi carrera de bailarín es pura felicidad, esfuerzo y disciplina. Vivo cada momento que puedo y cada vez que subo al escenario.
¿Qué es lo más importante para llegar a ser profesional?
Considero que la constancia, la disciplina y tener en cuenta que en el trayecto seguiremos aprendiendo cosas nuevas. De mi profesión me gusta compartir escenarios con otros colegas bailarines, las mariposas que se sienten antes de salir al escenario, esa adrenalina… La danza me apasiones grandemente, es donde pongo y muestro mis fortalezas, donde me siento en paz. Bailar me hace feliz.
¿Cuáles son los motivos que te impulsan a seguir con tu carrera?
Actualimente los motivos son para mantener mi cuerpo y mi salud mental, ya que la danza no trabaja el físico.
¿Qué es lo más importante para entrar en una escuela de baile?
Lo más importante para entrar al mundo de la danza es tener actitud y disposición, creo que es lo más importante en todas las disciplinas. Muchos creen que es el cuerpo físico y la verdad es que no voy a negar que eso va mucho de la mano con la disposición y actitud, pero creo que eso está en segundo plano. Primero, lo primero, todo es cuestión de actitud y de creer que puedes llegar.
Objetivo
Mi objetivo como bailarín es seguir aprendiendo nuevos géneros de danza y en el proceso seguir llevando mi cuerpo a límites que no conozco”.
Consideración
La danza es algo que me apasiona grandemente, es donde pongo y muestro mis fortalezas, donde me siento en paz. Bailar me hace feliz”.