A pesar de que en su infancia tuvo que afrontar situaciones difíciles que le marcaron, Francisco Núñez aprendió que el arte puede ser una de las mejores terapias para curar los pesares del alma. Fue diagnosticado con depresión, y la pintura se convirtió en su paliativo. Las emociones juegan un papel fundamental en su pintura, ya que hoy en día son su principal motor, para plasmar sobre el lienzo toda su pasión. Pinta sobre lo que reflexiona, pero también aquello que lo inquieta. Pero pinta, porque lo hace feliz. A Núñez además le apasiona escribir, siente que a través de las letras puede expresar sus emociones con más exactitud. Tiene un poemario registrado en la Oficina Nacional de Derecho de Autor, una compilación de poemas románticos.
¿Cómo fueron sus primeros años?
Mi infancia fue muy buena. Tuve el privilegio de tener una familia que siempre se preocupó por mí. Todos los centros educativos por los que pasé tenían áreas de arte, en las que me sentía muy feliz. De niño tomaba clases de dibujo a carboncillo, aunque no pude finalizarlo. Cuando era pequeño tuve que afrontar una situación difícil, ya que por complicaciones de salud estuve en coma por 21 días y fui sometido a 4 operaciones de cadera.
¿Desde hace cuánto pinta y qué le motivó a hacerlo?
Yo fui diagnosticado con depresión y trastorno bipolar. La pasaba muy mal, porque de forma inexplicable me sentía bien un momento, pero al otro me sentía bastante mal. Cuando comencé a pintar, en el 2014, me encontraba en una fase crítica de esta distimia. Sin embargo, en el arte encontré el camino para sentirme plenamente feliz: poder expresar mis emociones a través de la pintura representó para mí la mejor terapia. Unos años después, comencé a vender mis cuadros. Fue emocionante.
¿Qué representa el arte para usted?
El arte en general surge de la necesidad expresar cosas, pues es algo que surge de nuestro interior. Para mí, el arte es la vía a través de la cual puedo ser y expresar mi sentir, mis emociones. Es una catarsis en sí misma. A diferencia de muchas personas que entran al arte con la esperanza de conseguir dinero, yo lo hago porque me da felicidad. El tema material no me llama la atención, nunca me ha gustado la ostentación. Siempre he dicho que si me toca seguir cargando con mis materiales a pie, lo seguiré haciendo, porque iré recorriendo contento el camino.
¿Qué tipo de obras suele pintar y de qué otras forma expresa su creatividad?
Pinto lo que generan mis emociones en el momento. He pintado gallos, flores, mariposas, obras costumbristas, entre otras. Cada una de ellas, encierra una carga emocional. Una de las que más me gusta, es uno sobre una mariposa que llamé “24 horas para vivir”, la hice pensando en el “renacer” por el que pasan estos insectos. A mí me ha tocado renacer en varias ocasiones también, de todos los golpes de la vida. Además de la pintura, otra de las cosas que disfruto hacer es escribir. Sobre todo, poemas. Desde hace varios años lo hago, e igualmente genera en mí una buena sensación. Tengo un poemario registrado en la Oficina Nacional de Derecho de Autor, una compilación de poemas románticos.
¿Cuál ha sido el mayor desafío que ha tenido que superar?
Sin lugar a dudas el tema de mi problema emocional fue un reto persistente con el que tuve que luchar duro. Los cambios de humor eran algo que me hacían sentir muy mal. En una ocasión, tuve que incluso que tomarme unos quince días de licencia en el trabajo, porque sentía que ya no podía más. Afortunadamente, después encontré la pintura. Fue el mejor tratamiento.
¿Qué opina sobre el estado actual del arte en RD?
Por lo que veo, en República Dominicana se están dando muchas oportunidades para los artistas. Pero es importante que el Gobierno y el sector privado sigan esforzándose para lograr que la población en general aprecie con verdadero interés el arte, y entienda que detrás de esa pintura, hubo mucho esfuerzo y horas de creatividad.
¿Cuáles artistas admira?
Admiro mucho el trabajo de dos de mis maestras: Nancy Familia, con quien aprendí sobre el impresionismo, y Miriam Miniño, que es un poco más conocida, ya que es miembro del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos (CODAP). De Miriam coseché la virtud de la paciencia al pintar, de ser cuidadoso con los detalles, y pensar en el acabado. De Nancy, es un poco de las buenas técnicas para implementar colores y el tema de la luz en los cuadros.
¿Qué ha aprendido en estos pocos años de carrera?
Tuve la suerte de aprender a no desesperarme. Hubo muchas puertas que no se abrieron, pero eso no representó para mí ningún obstáculo, porque al hacer lo que me gusta, tenía la voluntad de seguir adelante a pesar de todo. Cuando ves una obra tuya terminada, es algo trascendental, y ahí justamente radica mi dicha, porque veo algo de mí, ya que intento plasmar mi esencia en cada obra.
¿Cuál es el legado que quiere dejar?
Quiero dejar obras que inspiren a la gente, que les permita soñar y les den luz a sus vidas a través de cada color. Espero que mi obra sirva de motor para la creatividad.
Obras
Pinto lo que generen mis emociones en el momento. He pintado gallos, flores, mariposas, obras costumbristas, entre otras”.
Esencia
Para mí, el arte es la vía a través de la cual puedo ser, a través de la cual puedo expresar mi sentir, mis emociones”.