Francisco Nader nunca pensó que combinaría su profesión de médico pediatra-infectólogo con el de galerista, mucho menos que se convertiría en dueño de una galería de arte. Todo empezó en 1986, cuando regresó al país procedente de Brasil, donde realizó sus estudios de medicina, pues encontró una gran crisis económica y no habían consultorios a precio módico para un medico recién graduado. Es entonces cuando llega a la galería, que era propiedad de su madre y su hermano George Nader. “Al comenzar a involucrarme en el mundo del arte, me ayudó mucho también el acercamiento con varios artistas dominicanos, además de mi participación en ferias de arte en Miami, a la que asistía junto mis hermanos”, indicó Nader, quien actualmente mantiene relaciones comerciales con más de 500 galerías alrededor del mundo, con quienes conserva una constante comunicación.
¿Siendo médico pediatra infectólogo de profesión, de qué forma se involucra en el mundo del arte?
Llegué a este espacio en 1986, que antes era de mi madre y mi hermano George Nader y estaba ubicado en la Gustavo Mejía Ricart. Ellos me ofrecieron la galería, solo tenía que devolverle el dinero de la inversión, la ganancia era para mí. A partir de ahí le cogí un gustico a la venta de cuadros. Cuando estudiaba en Brasil, los artistas plásticos Elsa Núñez, su esposo Ángel haché, Dionisio Blanco, Teté Marella fueron allá a una bienal, aunque no los conocía, ni me interesaba el arte, mi padre los había mandado para presentármelos. Después de conocerlos, en el 87 comencé a participar en las primeras ferias de arte en Miami junto a mis hermanos. No puedo negar que tuve el apoyo de muchos artistas, porque aunque aportaba por ejemplo en efectivo, ellos lo hacían en obras de arte.
¿Cuál es el criterio de la galería al momento de seleccionar la obra?
Tanto el artista como las obras tienen que tener un criterio de calidad, porque muchas veces lo que llama la atención no es tanto la obra, sino la disponibilidad del artista y su deseo de superarse. La cuestión no es vender un día y promocionarse, sino hacerlo siempre. Cuando te promocionas un día y vendes una obra por ejemplo 10 mil dólares, tienes que sostener eso y poner la mente a producir más para ganar más, ya que el precio de la obra baja y su calidad también. Ahí es donde se pierde el artista, porque muchas veces no entiende que uno como galerista les dice lo que tiene que hacer.
¿Una galería de arte es importante para el desarrollo de una comunidad?
En cuanto a mi galería puedo decir que es importantísimo. Muchas veces hago donaciones a instituciones benéficas. Hace dos años done 150 obras a 100 instituciones, pero solo 37 la aceptaron, las demás querían que las vendiera y les diera dinero. Lo que querían era sacar beneficio económico. Eran obras de buena calidad, de artistas buenos. Aquí tenemos la mala costumbre de comprar por nombre y no por la calidad de la pieza. También los artistas tienen el mal hábito de vender las obras por tamaño, cuando estas se venden por calidad.
¿Cómo valora el arte local emergente?
Excelente. Por eso es que estoy peleando desde hace más de 10 años. Los nuevos artistas tienen mayores conocimientos, habilidad y una mentalidad para pintar diferente a los viejos, a los cotizados, a los ya consagrados. Hay artistas jóvenes muy buenos que merecen una buena oportunidad, pero no las tienen. Por eso es bueno que el Gobierno, que ahora veo que tiene mucho mayor interés de hacer las cosas bien, se preocupe por promocionar el arte a nivel internacional.
¿Es notorio el papel de la mujer en los espacios de las de galerías?
El papel de las mujeres es muy bueno. Aquí tengo obras de muchas artistas plásticas que son extraordinarias, que tienen un don increíble y lo desarrollan. La mujer se ha ganado el espacio. Aquí no hay problemas de género, sino de calidad.
¿Que es más buscado por el coleccionista, las obras o las esculturas?
El cliente o coleccionista dominicano no se interesa mucho por las esculturas. No saben que esta pieza le da un mayor brillo a los espacios, porque las puede colocar en cualquier rincón, hasta en medio de la sala y la gente se acerca a verla.
¿Puede una obra ser falsificada y pasar desapercibida?
La falsificación de obras está a la orden del día. Falsificar una obra ahora mismo es más fácil, aunque hay artistas que son infalsificables. Hace unos meses puse una demanda en la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA) para que hagan una auditoría en el Museo de Aduanas, donde hay muchas obras falsas. En ese museo había un desorden grandísimo, hubo un vilipendio enorme de recursos, haciendo exposiciones fuera del país en la que gastaban hasta 300 mil dólares, cuando estas costaban alrededor de 20 a 30 mil dólares. Estoy tratando de que las cosas se hagan mejores, no he podido hablar con los ministros de Cultura y de Relaciones Exteriores para proponerles hacer exposiciones a nivel internacional en los lugares donde tengamos relaciones diplomáticas, ya que los embajadores son una buena fuente de relaciones con otros países.
¿Cómo se ha manejado la venta de cuadros a raíz del COVID-19?
Ahora con esta falsa pandemia que es para mí, he tratado de mantenerme por las redes sociales y de forma virtual, porque uno tiene que innovarse. Al principio fue un poco difícil, la gente no estaba invirtiendo, pero ahora sí, como no pueden viajar, ni hacer turismo, el dinero que les sobra lo invierten en obras de arte. Aquí no se invierte más, porque no hay mayor conciencia, ni la sabiduría de saber invertir en el arte. No es que compren obras solamente en el país, sino en cualquier parte del mundo, ya que estas pueden servir de soporte económico.
¿Qué opinión le merece la Ley de Mecenazgo?
Que la aprueben ya. Es muy importante porque ayudaría mucho a la gente a que tenga conocimiento, a los empresarios a que inviertan un poco de lo que pagan de impuesto y es importante para los artistas, porque se van a dar a conocer más. Es importante, porque la promoción es mayor y va ayudar también a los visitantes culturales. Esa ley la necesitamos hace mucho tiempo, estamos atrasados en eso. En otros países esa ley está bien implementada, bien reglamentada y los que han estado detrás de su aprobación han trabajado muy bien. Me gustaría que, tanto el gobierno como los galeristas pongamos de nuestra parte para que el arte florezca como en la década de los años 70, 80 y 90, porque en 24 años, del 96 al 2020 el arte en la República Dominicana ha sido un verdadero desastre.
Deseo
Me gustaría que tanto el gobierno como los galeristas, pongamos de nuestra parte para que el arte florezca como en la década de los años 70, 80 y 90”.
Opinión
El cliente o coleccionista dominicano no se interesa mucho por las esculturas y no saben que estas piezas le da un mayor brillo a los espacios”.