Antonio Martorell
Artista visual y escritor puertorriqueño
El móvil en todas las artes que practica Antonio Martorell es la comunicación, así puede de ese modo transitar de una disciplina a otra, porque “felizmente” las reglas que rigen las expresiones del arte son muy similares: armonía, contrapunto, ritmo, color. “Así que una vez uno está familiarizado en el uso de esos conceptos en un arte es relativamente fácil pasar a otro, si el móvil de uno es comunicar y le es insuficiente hacerlo de un modo y necesita hacer de cuantos estén a la mano”, indicó Martorell. Por eso es que el también escritor ha recurrido a la radio, a la televisión, al cine y ha pasado de una cosa a la otra porque lo que le interesa es el diálogo. Su formación en el arte es gremial, pues comenzó sus estudios como aprendiz en un taller, y eso ha hecho toda la vida a donde quiera que vaya. Su práctica es de taller colectivo, por eso es que todas sus exposiciones llevan el subtítulo de “Antonio Martorell y sus amigos”.
¿Su nueva exposición en ASR Arte San Ramón presenta piezas de Prendas de vestir y desvestir y Atacama. ¿Cómo dialogan estas dos series entre sí y qué conexiones o contrastes pretende que el público perciba?
Al encontrar prendas de vestir en desuso en mi ropero decidí que después de pasar tantas décadas grabando, dibujando, pintando sobre lienzo, papel, madera, piedra, objetos que he ido incluyendo en prendas de vestir, decidí por qué no usar esas prendas desgastadas que llevan 40 años colgadas en el armario e imprimirlas directamente. No a mano sino a manotazos, así que extendí el papel sobre la mesa del taller, en otra mesa puse lo más plano posible la pieza de ropa, con la ayuda de mis amigos entinté con un rodillo y tinta de imprimir las prendas, las volteé, las coloqué sobre el papel que estaba apoyado en la mesa y le emprendí a manotazos hasta que logré una impresión fantasmal y muy elocuente. Como eso de las prendas.
En Atacama, menciona el vínculo entre el proceso creativo y el impacto destructivo de la industria de la moda, ¿podría profundizar en cómo ha explorado este paralelismo en las técnicas de producción de las obras?
En otra ocasión me enteré por un video del desastre ecológico en el Desierto de Atacama en Chile, donde hay un vertedero universal más grande que puede uno imaginar de ropa usada y sin usar. En un proceso de dumping muy habitual en el capitalismo feroz que nos domina, entonces decidí utilizar no ya el proceso de impresión a manotazos, sino la inmersión de las piezas de vestir en grandes pailas de pinturas; luego arrojarlas sobre lienzos puestos sobre el piso, arrastrarlos, salpicarlos para crear una marejada de prendas en desuso haciéndome eco del desastre en el Desierto de Atacama.
¿Cómo ve la evolución de su propio enfoque sobre temas sociales y ambientales a lo largo de su carrera, y qué distingue el mensaje de esta exposición de sus trabajos anteriores?
Veo mi trabajo como un continuo de mi autodefinición, como un artista circunstancial, degenerado y superficial. Respondo a las circunstancias que me toca vivir en cada momento, en los países las situaciones cambian y yo cambio de acuerdo con esas circunstancias. Degenerado porque no pertenezco a ninguna generación, tengo 85 años y trabajo codo a codo con artistas jóvenes y en el presente.
Superficial porque adoro las superficies y las utilizo para expresarme del modo más bello posible para llevar los mensajes más terribles que tenemos que llevar, porque eso es lo que está sucediendo.
En Prendas de vestir y desvestir habla de una “huella fantasmal del portador ausente”, ¿cómo interpreta esta presencia-ausencia en el contexto actual, y cómo espera que el espectador relacione esta idea con la crisis ambiental y social?
Imposible adivinar lo que el espectador interpreta, pero ciertamente puedo fantasear sobre las razones que me motivan. Son piezas de ropa sin cuerpo, cuando hay tantos cuerpos sin ropa en la sociedad de la pobreza que convive desesperadamente con la de la abundancia y el despilfarro. Todo junto y alborotado, una marea de ropas desnudas y de cuerpos.
La obra Atacama aborda la contaminación de forma casi apocalíptica, ¿qué reacción espera provocar en el público dominicano al exhibir esta serie en el contexto caribeño?
No es tan diferente lo que sucede en el Desierto de Atacama en Chile que lo que sucede en nuestro Caribe Insular, donde estamos rodeados no ya de mar sino de basura. Basura que no está generada por el mar sino que es basura generada por nosotros que estamos convirtiendo el mar en mal y este a su vez se subleva, crece y amenaza con arroparnos.
¿Cómo equilibra la estética y el mensaje en su proceso creativo?
En mi trabajo no pretendo enviar un mensaje, pretendo provocar una conversación. Yo pongo más preguntas que respuestas, esbozo opiniones pero todo siempre en el plano de la estética. Aprendí de mis maestros que no obstante cuán terrible es el tema hay que plantearlo de un modo bello, seductor para hacer que el espectador no aparte la mirada sino que entienda y acepte la imagen, la procese y responda.
En relación con el color y la técnica en Atacama, ¿cómo logra que estos elementos no solo sean visualmente impactantes, sino también portadores de una crítica contundente?
El combinar el concepto con la forma es un problema que se resuelve a sí mismo en la acción, imposible de planificar. Creo en la experiencia vital del accidente feliz, claro un accidente educado en la disciplina de años y años trabajando, bregando con el problema de vestir el contenido de belleza y a su vez hacer que la belleza revele, desnude el contenido.
Ha mencionado que el arte puede ser un “exorcismo” ante la desesperanza actual, ¿siente que su trabajo en Atacama y Prendas de vestir y desvestir responde a esa intención de transformación o sanación social?
El arte ciertamente tiene sus limitaciones, el arte no puede cambiar la realidad pero puede indicar un camino y un ejemplo de cómo hacer, de una cosa, otra. Cómo uno transforma la realidad en la forma y con la belleza y por tanto ofrecer la alternativa de posibilidades de cambio. Provocar la inquietud, establecer que hay que cuestionarse las situaciones que vivimos, que no solo somos recipientes de lo que sucede. No somos basureros, no somos el depósito de excrementos de este capitalismo feroz. Podemos establecer alternativas y negarnos a aceptar el estercolero.
¿Qué significa para usted exponer en el Caribe y, en particular en Santo Domingo con esta nueva serie?
En el Caribe somos todos partícipes de un taller, de un taller de crear naciones que son hermanas y esas naciones tienen que vencer enormes dificultades. Ya lo dijo Martí y Bolívar somos una gran familia caribeña, que somos el germen de la unidad antillana y hispanoamericana, sino tenemos conciencia de ello y no trabajamos para eso no vamos para ningún lado.