De pequeño, el joven Simón de los Santos mostró inquietudes artísticas. Tuvo el privilegio de haber nacido en una familia sensible, de esas donde el arte corría por las venas… creció rodeado de poesía, pintura y música. Por eso no resulta extraño que a los 16 años comenzaron a preparar su portafolio artístico, que luego presentó en la Escuela de Diseño Altos de Chavón, motivado por su prima, la también artista Raquel Paiewonsky, quien lo alentó a continuar sus estudios de manera profesional. En esta oportunidad conversamos con él, a propósito de su más reciente exposición “Memorias de acceso aleatorio”, que presentó en Casa de Arte de Sosúa, en la ciudad de Puerto Plata, bajo la curaduría de Adolfo Faringthon.

¿Cómo entendiste que tu camino a seguir giraba en torno al arte?
Inicialmente estudiaba Derecho, pero pronto me di cuenta que no era lo mío, que no me “llenaba” del todo. De ahí que busqué la orientación necesaria y finalmente di en el clavo… decidí estudiar Bellas Artes e Ilustración, en Altos de Chavón, la Escuela de Diseño.

¿Podrías describirnos tu estilo o técnica?
Trabajo directamente con el subconsciente y la psique de cada individuo. Mi punto de partida fue la abstracción, para de alguna manera “romper” con mi formación académica, basada en el realismo… Represento ventanas imposibles sobre telas; paisajes y mundos surreales que conectan de manera íntima con el espectador. Si pudiera describirlo en pocas palabras, sería un paisajismo surrealista/abstracto, con una fuerte presencia del mar y la brisa atlántica.

¿Cómo llegas a él?…?
La inquietud principal era crear miradas alternativas, no limitarme a copiar realidades; proponer opciones imaginativas para que el subconsciente fluya en un viaje onírico de colores y formas. Cocinando a mi manera, creo es un caldo preparado a fuego lento desde el corazón, enriquecido de vivencias.

Se dice que el artista es un reflejo de su época…?
El artista es un títere del cosmos; un medio a través del que se canalizan verdades mayores, que no necesariamente son entendidas inmediatamente. Unos representan el pasado, otros hablan del futuro. En mi caso, trato de ofrecer una obra atemporal y de lectura universal, sin olvidar de dónde vengo.

Navegas igual por el mundo de la poesía y la música. ¿Entiendes que esto incide en tu producción visual?
De manera directa y muy palpable. A veces las obras traen consigo propiedades sinestésicas; la gente las ve y oye música, o las interpreta como poesía visual. Cuando más de dos personas me dicen “escucho música al ver tu obra”, siento que cumple su misión. La poesía me ayuda a abrirme paso en la construcción de imágenes; está relacionada de manera íntima a mi producción. Actualmente en Puerto Plata, donde vivo, mantenemos una labor artística multidisciplinaria, a través de los proyectos “Dos pesos de poesía”, colectivo itinerante abierto de poetas, y Matemango Records, propuesta musical independiente con artistas, músicos, poetas e improvisadores de la región Cibao.

Cuéntanos sobre tu más reciente proyecto artístico “Memorias de acceso aleatorio”, que presentaste durante el mes de junio en Casa de Arte de Sosúa…
En esta serie evoco paisajes marinos y desérticos que vagan en el subconsciente y aluden al recuerdo de las playas de mi ciudad natal, Puerto Plata; esto mediante la abstracción y elementos surrealistas/expresionistas. Pintar el mar lejos del mar, desde el vago recuerdo, ha sido mi reto, así como la problemática de separarme del aire yodado, de la brisa atlántica, de la costumbre de verlo a diario como elemento banal, ahora romantizado desde la distancia.

 

Posted in Entrevista CulturalEtiquetas

Más de cultura

Más leídas de cultura

Las Más leídas