El inicio de la modernidad ha ocupado grandes escenarios en donde concurren los grandes tratadistas de la historia, a pesar de que la mayoría de los estudiosos del tema coinciden en señalar que la modernidad comienza a forjarse a partir de tres grandes acontecimientos de trascendencia: el descubrimiento de América, el Renacimiento y la Reforma; cabe la posibilidad de que ninguno se haya detenido a analizar las implicaciones colaterales que acompañan a este cambio epocal. Esta situación podría ser entendible si vemos este episodio histórico desde la perspectiva de los descubrimientos geográficos, la expansión imperial y la búsqueda de metales, nunca desde los cambios climáticos producidos por los desarrollos industriales y talas, a gran escala, de árboles para proveer materias primas a las industrias de la construcción y navieras.
Quinientos y tantos años después, y como consecuencia de esa tala indiscriminada, hoy la República Dominicana, es el tercer país con mayor huella ecológica entre las antiguas colonias españolas. Recurriendo a las estadísticas, la isla ocupa el puesto 83 de 174 países analizados según la Shutterstock. Esto es la muestra de una tendencia en la cual, sin conciencia ecológica, todos los países del mundo están contribuyendo a que el cambio climático se acreciente, empeore y queda muy claro que la República Dominicana no es la excepción.
Esta nación aparece peligrosamente situada dentro de los países en que el deterioro del medioambiente se presenta con unas estadísticas que para nada son halagüeñas. Todo lo ambiental, indicadores de contaminación del aire y de las aguas nos posicionan en un ranking que, según los técnicos de Nationmaster, son datos para estar preocupados en comparación con los ámbitos globales, teniendo como primer indicador los niveles de contaminación del Río Haina, comparado solo con Chernóbil por la presencia de radioactividad. Y nadie muestra preocupación por este fenómeno, sumado a la gran cantidad de granceras que cada día desangran este río desde el Parque Industrial DISDO. Creo que tomar conciencia es el primer paso para generar un cambio y, nada mejor que asumirla ahora cuando tenemos a un ministro de las convicciones de Miguel Ceara-Hatton para desarrollar una actitud de cambiar.
Todas las estadísticas de emisiones de CO2 indican que el dióxido de carbono en República Dominicana, excluyendo el uso del suelo, alcanzan las 2,19 mil toneladas métricas por 1000 habitantes por año. Una cifra nada alentadora y que no nos podemos conformar por el hecho de que ocupar el puesto 83 de 174, partiendo de que el primer lugar lo ocupa Qatar con 53,17 mil toneladas métricas.
Con respecto a la proporción de áreas protegidas en la República Dominicana, cada día hay que estar sometiendo a ciudadanos nacionales y extranjeros porque no hay conciencia de lo que ello significa. Valle Nuevo y Bahoruco son los casos más mencionados, pero el porcentaje de áreas terrestres protegidas en relación con la superficie total del país es de 18,55% según las estadísticas más recientes, lo que indica que estamos coqueteando con el lugar 58 de 218 que, aunque no llega a nivel de alarmante, si seguimos con la carrera de destrucción que llevamos, podemos amanecer un día sin espacios protegidos para el amortiguamiento de nuestro desarrollo armónico.
Para hacer una simple comparación, el sitio con mayor proporción de áreas protegidas es la isla del archipiélago de las Mascareñas con estatus de departamento de ultramar francés llamada Reunión con el 76,39% en proporción de áreas protegidas. Una cifra envidiable.
Si analizamos la huella ecológica relacionada con las manchas urbanas que producen las ciudades, tendríamos la situación más delicada. La huella ecológica mide el consumo de recursos, la cantidad de área de tierra productiva necesaria para producir esos recursos y la producción de residuos. República Dominicana ocupa el puesto 89 de 145 porque produce 1,4 hectáreas per cápita. Compartimos este puesto con Palestina, Vietnam, Iraq y Papúa Nueva Guinea. Haciendo una simple comparación aritmética con Emiratos Árabes Unidos, que es el país con mayor huella ecológica siendo 15,99 per cápita, la preocupación tiene que ser puesta de manifiesto porque nuestro alto consumo de combustibles fósiles nos puede llevar a un despeñadero de huella ecológica que nunca se podría recuperar.
Cuando se hacían los estudios posteriores a Río´92, previo a Kyoto, 2005 y París, 2015, la percepción de contaminación y calidad de la contaminación del aire, estos revelaron que en la República Dominicana se obtuvieron puntajes de 39,29 sobre 100. Eso coloca al país en el lugar 64 de 116 naciones. El país con peor calidad es Estonia con 90.38 sobre 100, pero no es motivo para estar conformes por el uso de la referencia a la norma. En este aspecto, percepción de la contaminación del aire, República Dominicana se encuentra en la posición 53 de 116 países, con el 60,71 sobre 100. Preocupante.
Si preocupante es la percepción y realidad de contaminación del aire, más preocupante es la contaminación de las aguas, producto de los contaminantes orgánicos y emisiones de DBO. Es importante entender que los indicadores que provocan estos niveles de contaminación. A decir: compuestos disueltos o dispersos que vienen de desechos de la agricultura, del hogar, la industria y la erosión del suelo. Cuando hablamos de DBO se hace referencia a la demanda biológica de oxígeno o demanda bioquímica de oxígeno. Es un indicador que mide la cantidad de oxígeno consumido al degradar la materia orgánica de una muestra líquida.
En este ranking, República Dominicana ocupa el puesto 33 de 91 países analizados por la emisión de 88.639,52 kilogramos por día. Aunque estamos muy distantes del emisor número uno que es Estados Unidos con 1,89 millones de kilogramos por día, la preocupación nos debe embargar porque no tenemos los mismos niveles de conciencia ciudadana y poder coercitivo del Estado, fácilmente, podemos colapsar.
Si de recursos hídricos renovables vamos a escribir, hemos de decir que República Dominicana, en el ranking, ocupa el puesto 110 en cantidad de recursos hídricos renovables disponibles con 21 kilogramos cúbicos según datos recientes. Para tener una medida de ubicación y conocer nuestra situación, Brasil ocupa el primer lugar con 8,233 kilogramos cúbicos.
Con respecto a la percepción de contaminación del agua potable referida a la calidad y la accesibilidad de ésta, República Dominicana sacó un 62.5 sobre 100, por lo que se ubica en el puesto catorce de 116 en relación con el acceso y calidad del agua potable, lugar que comparte con Guatemala, que, para un pueblo de una economía de renta media, esto es alarmante, solo hay que imaginar que los escasos recursos, sumado a la contaminación de estos, perjudica enormemente a la población. A esto se suma que, con respecto a las áreas protegidas y la huella ecológica, la República Dominicana ha venido ocupando el tercer lugar en el ranking de mayor huella ecológica generada entre las antiguas colonias españolas, así había ocupado en el tercer puesto de cantidad de áreas protegidas entre los países cálidos, una situación para dilucidar en espacios de estudios científicos.
Ante esta realidad, el Ministerio de Medioambiente y Recursos Naturales, en cumplimiento con la Ley No. 61-13 sobre el voluntariado en la República Dominicana, que establece en su artículo 2 “…el mecanismo de participación mediante el cual las personas motivadas por un espíritu altruista se articulan a fin de poner en acción los valores de cooperación y solidaridad en beneficio de la comunidad” , ha venido poniendo en acción estos articulados para despertar la conciencia ciudadana sobre estos aspectos, no vaya a ser que mañana sea tarde, porque es una necesidad de que la sociedad civil y personas con vocación para la protección y conservación del medio ambiente puedan articular directamente como el órgano responsable, recibiendo denuncias por diferentes vías y presentando opiniones consultivas y creativas recibir y dar seguimiento a denuncias de los males que se puedan estar provocando y ofertar posibles soluciones.