Ayer, 25 de septiembre de 2020 se conmemoró en República Dominicana el 57 aniversario del funesto golpe de Estado contra el gobierno de Juan Bosch. Este acontecimiento marcó el fin de la primera experiencia democrática en el país después de vivir 31 años bajo el régimen tiránico de Trujillo y anuló la oportunidad de establecer un sistema político democrático moderno con instituciones funcionales, reformas sociales y económicas avanzadas.
Bosch había llegado al poder el 27 de febrero de 1963 tras ganar las elecciones nacionales con el 58,7% de los votos frente a Viriato Fiallo, candidato de la Unión Cívica Nacional que obtuvo el 30.07%. Propició un gobierno democrático, respetuoso de las leyes y de las instituciones y promulgó una de las constituciones más democráticas de la historia política dominicana entre cuyos avances más importantes destacaron: la participación de los obreros en los beneficios de las empresas, la organización sindical, la prohibición de los monopolios a favor de particulares y la supresión de la reelección presidencial.
El golpe de Estado fue apoyado por la oligarquía empresarial, los altos jefes militares, la Unión Cívica Nacional, por la jerarquía de la iglesia Católica y por Estados Unidos. Los Estados Unidos tuvieron participación en el golpe militar. Algunos de sus inversionistas en el país fueron de los más amenazados con la política oficial. La prensa norteamericana mantuvo una ofensiva mediática de descrédito contra la gestión de Bosch en la que se referían al peligro comunista en República Dominicana. Incluso, Estados Unidos, a través de su embajador, llegó a exigir posturas más firmes frente a los partidos y dirigentes políticos de izquierda. El tema del comunismo estuvo muy presente en una coyuntura internacional caracterizada por la Guerra Fría, el triunfo de la Revolución Cubana -cuatro años antes en 1959- y “el peligro comunista” que falsamente sostenían los sectores oligárquicos nacionales, altos mandos militares y los Estados Unidos. Además, las elecciones dominicanas del 20 de diciembre del 1962 estuvieron precedidas en octubre por la crisis de los misiles en Cuba, un hecho que marcó el sistema político de Estados Unidos desde el punto de vista de la seguridad nacional. El impacto que provocó este acontecimiento en el sistema político norteamericano y en la opinión pública fue decisivamente negativo para el curso del proceso político de la República Dominicana puesto que esa atmósfera condicionará la suerte del experimento democrático del 63 como lo señala el historiador José Del Castillo.
El golpe de Estado antecedido por una huelga general que organizaron los empresarios durante los días 20 y 21 de septiembre de 1963 y por un deterioro de las relaciones domínico-haitianas se produjo el 25 de septiembre encabezado por el coronel Elías Wessin y Wessin y sustituido por una Junta Militar que dio paso a un Triunvirato conformado por el doctor Emilio de los Santos, Ramón Tapia Espinal y Manuel Tavárez Espaillat. El Triunvirato presidido por Emilio de los Santos se juramentó un día después del golpe de Estado y en su gabinete estuvieron representados los partidos Unión Cívica Nacional, Alianza Social Demócrata, Vanguardia Revolucionaria, Partido Nacionalista Revolucionario Democrático, Partido Demócrata Cristiano y el Partido Progresista Demócrata que habían apoyado la acción anticonstitucional.
El golpe de Estado fue condenado por el PRD, el Partido Revolucionario Social Cristiano y todas las agrupaciones de izquierda, así como diversos países latinoamericanos. Estados Unidos, aunque propició el golpe de Estado, mientras se mantuvo la administración Kennedy no reconoció formalmente el Triunvirato. Pero la nueva administración de Lindon B. Jonhson, resultado del asesinato de Kennedy el 22 de noviembre de 1963, reconoció al Triunvirato y le brindó su apoyo irrestricto.
Desde los primeros días de su ilegitimo gobierno, el Triunvirato procedió a ilegalizar los partidos de izquierda, declarar como inexistente la Constitución de 1963, disolver el Congreso Nacional, proclamar el respeto a los compromisos internacionales, y promover el desarrollo económico, exonerando de impuestos y otros beneficios al sector empresarial.
El golpe de Estado no fue un hecho aislado en la región en el marco de la Guerra Fría. Bajo el principio de contención de un potencial “golpe comunista” en la región, se produjo una cadena de golpes de Estado preventivos. Aparte del derrocamiento del general Ydígoras Fuentes en Guatemala en marzo del 63, el primer golpe sucede en Ecuador contra Carlos Julio Arosemena en julio de ese año, el segundo en Santo Domingo el 25 de septiembre, el tercero en octubre en Honduras contra Villeda Morales, del Partido Liberal, que hizo reformas sociales tal como Bosch aspiraba e incluso estuvo en la toma de posesión de Bosch. En abril del 1964 fue derrocado Joao Goulart en Brasil y en Argentina Arturo Illia en junio del 66, entronizándose dictaduras militares de largo alcance bajo la doctrina de la seguridad nacional.
El golpe de Estado tuvo un fuerte impacto en los procesos políticos democráticos de la región. En nuestro país se desvaneció la oportunidad de desarrollar importantes reformas sociales y políticas y se produjo un retroceso político. El golpe de Estado provocó el levantamiento armado del movimiento 14 de Junio liderado por Manolo Tavárez Justo, quien fue fusilado junto a sus compañeros en Las Manaclas. Dos años después del golpe de Estado se produjo la Revolución de Abril en 1965 encabezada por Caamaño, Fernández Domínguez y el movimiento Constitucionalista que exigía la restitución de Bosch en el poder y la vuelta a la Constitución de 1963, con un saldo de miles de muertos y heridos entre militares y civiles y la segunda intervención militar de los Estados Unidos a nuestro país.
El 57 aniversario del golpe de Estado es ocasión propicia para destacar en el presente, el ejemplo de un gobernante que practicó la política para servir, no para servirse de ella y que realizó un gobierno honesto, transparente, respetuoso de las leyes y de la institucionalidad, que castigó y sancionó los actos de corrupción, comprometido con los mejores intereses del país, con el desarrollo de la nación y la instauración de una real democracia.
57 años después del golpe de Estado sigue pendiente en nuestra sociedad muchas de las aspiraciones de Bosch. Sigue pendiente el superar la fragilidad institucional, las trabas y deficiencias en los servicios públicos, la desigualdad, la cultura de resistencia a la rendición de cuentas, el uso indebido de los recursos del Estado y la impunidad. Sigue siendo tarea pendiente la justicia social, un buen sistema de salud y una educación de calidad en la República Dominicana.