Resumen de la conferencia dictada en la Biblioteca Tomás Hernández Franco de Tamboril sobre el Ferrocarril Central Dominicano y la antigua estación del mismo, una actividad del Centro Cultural y Museo Horacio Vázquez

Para la época en que Meriño llevaba un año en la presidencia en 1881 y ansiaba terminar su mandato de dos, aprobó la instalación del tren cuando ya las recuas no servían ni daban abasto para llevar las mercancías a los puertos.

En 1862 Lincoln había firmado el acta del Pacific Railroad para unir el este, desde el río Missouri, hasta el Pacífico de los Estados Unidos. Esos trabajos se iniciaron en Omaha y Sacramento simultáneamente y se inauguró por el presidente Ulises Grant en 1869. El ingeniero principal que construyó 3,075 km de la Western Pacific Railroad fue el ingeniero Theodore Judah y el comerciante y fundador de la universidad que lleva su nombre, Leland Stanford. Nadie va a mencionar la cantidad de chinos que sudaron la gota gorda dando mandarriazos en aquellos travesaños.

En Europa ya el tren era un medio común de transporte, por tanto, en el país, después de la Restauración, empezó a tomarse como posibilidad en el momento en que se dividía en dos grandes regiones y donde la economía era diferente. Mientras que en el norte o Región del Cibao se cultivaba el tabaco y el café, en el sur la ganadería, el azúcar y la madera predominaban. Esas dos modalidades moldearon el pensamiento de sus habitantes que según Espaillat aquellos eran gente de conucos y establos, o los “pisasica” y los cibaeños eran lectores y gente pensante desde la meditación del humo del tabaco.

Las recuas tardaban mucho en los caminos de herradura empantanados por las lluvias y el bloqueo de los ríos crecidos. La guerra en Cuba, de 1868 a 1878, produjo una migración especializada en Ingenios de azúcar que vino a sustituir los viejos trapiches. De los primeros 40, se instalaron 27 en el Sur y tres operaron en el Cibao. Se sumó la producción de cacao y se requería ahora, un mejor transporte. También trajeron la pelota cuadrá, pero en caja redonda.

El primer tramo, 130 km, se construyó desde La Vega hasta Sánchez, antes “Las Cañitas”, con el concurso de la compañía Westerndorp y el escocés Alexander Baird, ya en el gobierno de Heureaux, aunque es Meriño, en persona, quien viaja a Europa para cerrar las negociaciones de las que recibe RD$5,000 pesos de comisión, como lo dice él mismo en sus cartas.

El 16 de agosto de 1867 Lilís inauguró el otro tramo, Puerto Plata-Santiago, de 68 km. Es el gobierno de Mon -1905 a 1911-, quien nombró a Horacio Vázquez, para unir las dos porciones, aunque los rieles no encajaran. Por tanto, la Estación de Tamboril fue él quien la dirigió. La estación cuenta de una sala de espera, una oficina-boletería y, un gran almacén que guardaba, como una aduana, los serones de tabaco y las mercancías que venían del exterior. Años luego, sirvió de sala de cine, antes que llegaran los casetes VHS.

Las exportaciones del sur salían por Santo Domingo hacia Inglaterra, Curaçao y Saint Thomas, mientras que el Cibao exportaba desde Puerto Plata hacia Hamburg y Bremen, en Alemania. Cuando Lilís, repleto de plumas y un traje de rey bufo, desfila a pie por la calle San Sebastián, hoy 30 de marzo, algún fotógrafo curioso (Mañón, Senior, Pedro Catinche…) lo capturó en el momento que le comentaba a Eloísa Espaillat, esposa del ex presidente Ulises, lo hermoso que quedó la Catedral y qué rico olía el pan que se horneaba en la panadería, que luego oficializaron como la “Reyes”. Nadie se quejó de sus callos y siguieron hasta la Estación Marte, que Balaguer desbarató, claro que por su falta de visión, para poner unos bomberos que solo servían para tocar el pito de las 7 y las 12 …¡ah! y pa’ practicar peluquería con los carajitos de Pueblo Nuevo y los limpia-botas, cerquillo con vidrio incluido.

En Sánchez había cónsules de Cuba, España, Estados Unidos, Francia y Noruega. Desde entonces, parte de la población, sufre de alta presión sin saber que es por el bacalao más salao del mundo, el que lo provoca… junto al romo. En Sánchez, como en Puerto Plata, además de hablarse francés, inglés, alemán y cibaeño, había tres hoteles: Hagen, Hamburg y 3 Naciones.

Biblioteca Tomás Hernández Franco.

Gregorio Riva, gran empresario vegano, había utilizado canoas para llevar mercancías por el Yuna y el Camú. No cabe duda que su esfuerzo por materializar el proyecto del tren fue enorme, pero no por patriotismo, que no se puede confundir con el beneficio personal legítimo, que recibió.

Sánchez prosperó tanto, que en poco tiempo tuvo 2,000 habitantes, tres bancos, tres iglesias, cine, circos y se hablaba tres idiomas. Y ese Progreso ocurrió en Moca, La Vega, Puerto Plata y Tamboril después que Ignacio María González la declaró, en 1875, puesto cantonal o militar. Hay que recordar que Tamboril era llamado Los Liceyes debido al paso del Río Licey y luego Las Estancias, antes de que González emitiera su decreto 1433. Para 1900 Juan Isidro Jimenes, mediante la resolución 4002 la bautiza como Cantón Peña en homenaje a Gerónimo de Peña, aquel general de la Independencia que murió en la Batalla de Jácuba (lo que es hoy Sosúa de Puerto Plata). Aun así, se siguió llamando Peña-Tamboril. En 1907 Mon Cáceres elimina el término Cantón y la declara Común Peña. En 1955, Trujillo declara todas las comunes como municipios. Es en el Gobierno provisional de Rafael Bonelly de 1962, mediante la Ley 5977, que Tamboril recupera su nombre de Municipio Tamboril.

Donde está Villa Riva se le conoció como “El Almacén” por uno que había de Gregorio, pero “el gran almacén de tabaco” era el que se convirtió en el centro de mayor importancia en el Cibao con la instalación de La Habanera, luego Tabacalera.

Donde está hoy Amantes de la Luz había un gran espacio para guardar las mercancías que se llevarían desde La Estación Marte, frente al Cementerio, al final de la calle San Sebastián, hoy 30 de marzo. La ruta aquí recibió el nombre de Avenida Central porque era la del Ferrocarril Central Dominicano, y nunca se disparó ningún trabucazo el 27 de febrero, queridos regidores.

Casa de Horacio Vasquez en año 2017.

Cuando Europa entró en la Primera Guerra Mundial, nuestros productos adquirieron mayor valor y el comercio subió. Es el llamado periodo de “la danza de los millones” que duró muy poco, pues la recuperación de Europa, para 1921, afectó ese comercio y, por ende, el uso del tren. La concentración del esfuerzo de esa reconstrucción posguerra, conlleva a un profundo sentimiento nacionalista y de ahí surge Hitler quien provoca la Segunda Guerra Mundial.

Tomás Hernández Franco habla de la decadencia de Europa cuando la compara con el fortalecimiento de la URSS y de China, un artículo que sus seguidores obvian porque desataría todos los demonios. Prefieren seguir con el tililá de Yelidá.

En 1940 el tren pasa a ser Ferrocarriles Unidos Dominicanos con mucho menos movimiento comercial que, sumado con el desarrollo tecnológico del vehículo de gasolina, el camión, que se impuso en el gobierno de Trujillo. En 1950 se desmantela y lo único que quedó fue el lamento, dos estaciones (Tamboril y Puerto Plata), dos trenes exhibidos como esculturas en Moca y Puerto Plata y, el nombre de Rieles, a algunos parajes por donde pasaba.

El Presidente Heureaux, que estableció que los padres de la patria eran Duarte, Sánchez y Mella y, que nombró a ”Las Cañitas” como Sánchez, sustituyó La Patrona, Santa Rita, por la Virgen del Rosario que pegaba más con Sánchez.

Tren y Escuela Sergio A. Hernández en 1955. Hoy Braulio.

El Ferrocarril Central Dominicano se le llama, popularmente el tren de Lilís, el tren de Sánchez y el tren de Tamboril, con su Penélope, María, que esperaba en el andén al maquinista desde que oía el pito por la vera de los Dájer y José Espaillat.

Muy pocos, incluso en el mismo Tamboril, saben que ese lugar de la esquina Altagracia con Presidente Vásquez, era una estación. Hoy se aloja la Biblioteca Tomás Hernández Franco, el gran escritor y poeta y un pasajero de aquel tren que no debió desaparecer nunca, como lo demuestra el empeño del actual Gobierno en construir sus monorrieles en Santo Domingo y Santiago.

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