Quienes disfrutamos las primeras obras de Isabel Allende, La casa de los espíritus y Eva Luna, por ejemplo, encontramos una nueva exploración narrativa en su recién publicada novela El Viento conoce mi nombre, ambiciosa en tiempo y espacio, en la complejidad de las vidas, que van desde la niñez de los personajes, hasta la juventud, madurez, adultez mayor y ancianidad. El acoso, la soledad, con angustias y dolores agregados, identifican los perfiles de quienes desfilan por sus relatos dignos de Dante Alighieri.
Desde el atormentado Samuel Adler, huérfano en 1938 rondando la más tierna infancia tras perder a sus padres en la Viena de “la noche de los cristales rotos”, cuando el fanatismo nazi se ensañó contra la población judía, hasta pasar por los pruritos británicos, donde como violinista entra en la orquesta filarmónica de Londres, junto al drama de la inmigración latina en los Estados Unidos, para recalar en la pandemia de Covid-19, al entrar esta década.
Con esta novela, la celebrada escritora chilena ofrece un panorama trágico de la condición humana. Una sensible Lidia Evans aconseja al protagonista central: “Diviértete Samuel, debes disfrutar de la vida, debes vivir las vidas que no alcanzaron a vivir tus padres”. No obstante “él siempre ha sido demasiado serio y el trágico destino de sus padres lo volvió taciturno. No sabía divertirse, como Lidia pretendía”.
El violinista vienés abandona Londres por la vida estadounidense, Berkeley especialmente. En América le llega la vejez, conociendo las diferentes etnias que pueblan el Continente de la Esperanza. Solo la pandemia del coronavirus se vuelve comparable a los ambientes que conoció en la Austria dominada por Hitler.
El epílogo de la novela refiere la situación de Berkeley en enero del 2022. “La pandemia no había terminado, pero como la mayoría de la gente estaba vacunada, la vida había recuperado cierta normalidad y era posible hacer visitas”. Se trata de un largo recorrido existencial, moral y espiritual, que lleva a la reflexión sobre el destino humano. Acaba de llegar a Centro Cuesta del Libro.