Dedicado a su nieto Luis Andrés, el escritor Oquendo Medina publicó hace unos meses la obra El Jovencito Duarte: Cuento Infantil-Juvenil, en el que recrea vivencias del Padre de la Patria, previo a la etapa en que decidió iniciar la lucha revolucionaria dirigida a la creación de la República Dominicana.
Como lo hizo hace tiempo el fenecido político y escritor Joaquín Balaguer en su ensayo El Cristo de la Libertad, el autor toma como punto de partida para la transformación ideológica del patricio, un viaje en barco hacia Europa junto al señor Pablo Pujols, amigo de su familia, donde el capitán de la nave le enrostra su haitianidad, lo que entendía debía ser “motivo de vergüenza” para el jovenzuelo de 16 años.
Lo que hace más difícil la producción de literatura infantil, es que quien la cultiva, debe tener la capacidad de concebir la vida con la mentalidad de los niños, aquilatar su mundo de fantasías, en el que estudiosos de la psicología como Jean Piaget, descubren que su lenguaje debe tener la belleza de la sencillez y la transparencia. “Todo comenzó en el 1829. Ese año el jovencito dejó a sus padres, hermanos y hermanas, y subió a la embarcación acompañado de don Pablo Pujols, un amigo muy cercano de su papá”, refiere el narrador.
Para la época, la isla completa era gobernada desde el 1822 por Boyer, el presidente haitiano. “Yo soy dominicano”, habría respondido el jovencito, ante la sorpresa del capitán, la tripulación y todos los viajeros, incluyendo al señor Pujols. “En realidad, fueron palabras de honor, palabras de profundo sentimiento las que salieron del corazón limpio de un jovencito valiente”, relata Medina.
Aunque el relato satisface la construcción de personajes como el villano, representado en el capitán, y el héroe, en el jovencito Duarte, en el lector podría quedar la idea de que en aquel viaje juvenil, lejos de la familia y sus amigos del Viejo Santo Domingo, nació la idea de Independencia Nacional, materializada en febrero de 1844.