Un tema polémico que parece atemorizar a la intelectualidad dominicana postrujillista es el que enfoca las relaciones domínico-haitianas, y más en lo que respecta a las diferencias culturales entre los dos países. Emilia Pereyra, periodista y escritora, no ha temido a los fuegos del infierno que ya quemaron a Hugo Tolentino Dipp, Federico Henríquez Gratereaux, Manuel Núñez y María Elena Muñoz, por solo mencionar algunos de los valientes, que al tocar el tema siempre se les sindica de pro o antihaitianos, con muy pocas posibilidades de que se les permita seguir viviendo sin esas etiquetas. Con Resistencia cultural en la dominación haitiana, publicado bajo los auspicios del Banco Central, la autora describe los esfuerzos del poder haitiano durante sus 22 años de gobierno en la parte oriental, por imponer su cultura y cómo el pueblo dominicano logró mantener su identidad.
Desde que se comienza la lectura del nuevo libro de Pereyra, hasta su epílogo, muchas tesis son demostradas con documentos sobre las diferencias fundamentales entre las culturas haitiana y dominicana, que van más allá del idioma, lo racial, junto a los modelos políticos y económicos que han imperado en la historia de ambas naciones. La investigación planea que además de los movimientos políticos y militares que permitieron conquistar la Independencia, “en la parte Este de la Isla de Santo Domingo se originó y se mantuvo a lo largo de dos décadas otra resistencia poderosa e intangible: la moral y cultural”.
Pereyra parece no temer, como ocurre a muchos exponentes de la izquierda dominicana, coincidir con Manuel Arturo Peña Batlle y Joaquín Balaguer, al asegurar que la dominicana “fue una oposición fundamental en el carácter nacional y en las defensas de las formas de vida, de una cultura acrisolada por varios siglos, del idioma español y del credo católico”.
Los argumentos del ensayo recién publicado, a propósito de febrero, podrían ser la contraparte de las ideologías promovidas por ONGS, que restan valor a lo nacional. Ambos pueblos tienen virtudes y carencias, dignas de ser estudiadas.