En nuestra entrega anterior planteamos la tesis del nacimiento de un nuevo pensamiento dominicano, como respuesta a realidades surgidas a partir de lo que se conoció como “el nuevo orden mundial”, surgido tras el “fin de la guerra fría” hasta que empezó a tambalearse, con fenómenos como la pandemia de Covid-19, la guerra Rusia-Ucrania, y más recientemente, con la caldera infernal en que se ha convertido el Oriente Medio. Las crisis que viven varias naciones latinoamericanas, incluida la vecina Haití, han desactualizado teorías que se creyeron infalibles, lo que ha obligado a poner fin a las vacaciones que se tomó el pensamiento nacional desde la última década del siglo pasado.
Esta semana, con los debates entre los candidatos presidenciales y senatoriales de los diferentes partidos políticos a menos de un mes de los comicios del 19 de mayo, a República Dominicana ha retornado el imperio de la confrontación de las ideas, mística que se perdió con la desaparición del liderazgo surgido en el país tras la caída de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en 1931.
La formación intelectual era una condición esencial para el quehacer político, actividad en la que participaban escritores como Joaquín Balaguer, Juan Bosch, Juan Isidro Jiménes-Grullón, José Rafael Abinader, Pedro Mir, Tulio H. Arvelo, Ramón Font Bernhard, Julio César Castaños Espaillat, Hugo Tolentino Dipp, Jottin Cury y Félix Servio Ducodray, con discípulos que siguieron sus trayectorias, hasta que el teórico norteamericano de origen japonés, Francis Fukuyama, decretó en 1989 “El fin de la Historia”, mientras otros hablaban de “El fin de las ideologías”.
Con acierto señalaba el periodista Héctor Marte Pérez, en su columna del martes en este diario, que entre las conquistas positivas que dejará el presente proceso electoral a la sociedad dominicana está el retorno al debate, que no se limita al trabajo propagandístico, sino al planteamiento de propuestas, que necesariamente demanda un ejercicio del pensamiento. Don Julio Postigo, el creador de la editorial Pensamiento Dominicano, merece un homenaje póstumo estos días, más allá del 19 de mayo.