Comenzamos hace unos años la lectura de “Vivir” para contarla durante un breve paso por Filadelfia, Pensylvania, pero abandonamos el volumen de unas seiscientas páginas hasta la recién pasada Semana Santa que aprovechamos para devorarlo exhaustivamente. Una obra rica en experiencias que cuenta desde los complicados amores entre los padres de Gabriel García Márquez por la radical oposición de los abuelos maternos, quienes siempre entendieron que su hija merecía un pretendiente más encumbrado que el telegrafista de Aracataca. Toda la infancia, adolescencia y juventud del Nobel de Literatura aparecen en la obra como una larga novela de suspenso, sin ocultar las miserias materiales y espirituales de una familia pobre, a la que pertenecía, con doce hermanos demandando techo, pan y vestido.
Muchos personajes novelados en “La mala hora”, “La hojarasca”, “El coronel no tiene quien le escriba”, “Cien años de soledad”, “El otoño del patriarca”, “Crónica de una muerte anunciada” y “El amor en los tiempos del cólera”, son rescatados por García Márquez en su imagen de la vida real, con revelaciones de por qué el genial escritor desfiguró algunas identidades con el objetivo preservar la integridad de familias y personalidades. “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”, es el epígrafe introductor a las memorias.
Un elemento que enriquece y da vitalidad al libro es el sabor periodístico, ya que relata las experiencias de reportero y colaborador de diarios del autor, principalmente en El Tiempo y El Espectador, de Bogotá, encontrándose con hechos como el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, lo que provocó un estallido popular sin precedentes conocido históricamente como “el bogotazo”. Refiere que los tumultos atraparon en la capital colombiana al entonces dirigente universitario Fidel Castro, quien representaba a Cuba en un cónclave estudiantil internacional.
Como Joaquín Balaguer, embajador dominicano en Colombia cuando el “bogotazo”, García Márquez parece creer en el destino hasta asegurar que su vida estuvo marcada para ser escritor. Una fascinante lectura.