En febrero del 2023, a raíz de las críticas mordaces que se elevaron contra el Premio Nacional de Literatura entregado al escritor mocano Freddy Bretón, arzobispo de Santiago de los Caballeros, advertimos sobre lo que llamamos aquella vez “inquisición progresista”. En tiempos pasados se perseguía a la gente por razones religiosas hasta quemarla con sus libros en una hoguera. Hoy, los llamados “progresistas” queman a quienes no comparten sus criterios en las llamas de las redes sociales, con epítetos y descalificaciones.
Los progresistas en la actualidad asumen la postura de los defensores del comunismo marxista en los tiempos de la Guerra Fría, cuando todo el que no militaba en esa corriente era acusado de cavernario, hasta el punto de que cualquier semianalfabeta de sus agrupaciones se consideraba más avanzado que un intelectual como el argentino Jorge Luis Borges, por sus planteamientos conservadores, en respaldo a dictaduras como la del chileno Augusto Pinochet.
En estos días los insultos “progresistas” se han renovado con la aplastante victoria del conservador candidato Donald Trump, en los Estados Unidos, ante la vicepresidenta de esa nación, Kamala Harris, abanderada de la nueva inquisición. ¿Qué se entiende hoy por progresista? Estar de acuerdo con el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y lo que llaman “educación no sexista”, promovida por las organizaciones feministas y los denominados grupos LGTB.
Los “progresistas” de hoy tienen en común con los “comunistas” de ayer el ateísmo. El argumento de unos era que “la religión es el opio del pueblo” y que Dios no hacía nada en contra de las injusticias en contra de los “oprimidos”. Ahora el asunto es que esas creencias van en contra de los transexuales y hasta de las mujeres, bajo el entendido de que, por la “tara” del embarazo, tienen derecho a lo que la religión considera un crimen, el aborto legal.
Propicia es la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2024, dedicada al poeta Mateo Morrison, para promover el respeto a las ideas de los demás, como acostumbra hacerlo el homenajeado.