Aunque de entrada se percibe una novela autobiográfica, especie de memorias noveladas como Vivir para contarla de Gabriel García Márquez, Color de Piel, de Jeannette Miller, toca el espinoso tema racial, tan caldeado en estos días por el Caso Floyd en Estados Unidos, pero que en República Dominicana es debate pendiente en el inventario intelectual, marcado por eufemismos y arraigados prejuicios. El mismo título de la obra, publicada en diciembre del 2019 por Editorial Santuario, resalta la trascendencia de la compleja temática que ha sido preocupación de ensayistas locales.
Desde que el prologuista José Alcántara Almánzar describe “el itinerario vital de una familia dominicana a lo largo de todo un siglo”, el lector podría prepararse para disfrutar los relatos característicos de los ambientes filiales, pero ocurre que los escenarios van más allá. No se trata solo de “la búsqueda interminable de ese padre inteligente y afectuoso que al desaparecer dejó un inmenso vacío”, ni del origen “de una orfandad forzada que la llevó a ser mejor persona y la obligó a abrir los ojos a las crudas realidades de la vida”.
En el capítulo Santo Domingo 2015, subtitulado ¡Negros, no!, Miller revela: “Aprendí a valorar la belleza de los negros cuando viví fuera. Comparaba los muchachos atléticos de ojos grandes y sonrisa espectacular con los blancos transparentes a los que se les veía el cableado y los negros salían ganando. La verdad es que eran lindos, hombres y mujeres de ébano o mezclados que daban un producto con lo mejor de cada raza”.
La novelista refiere vivencias inéditas de la era trujillista, en un recorrido hasta nuestros días, desde la modernidad reciente hasta la posmodernidad, con imágenes de Facebook y Youtube, donde el tono de la piel “determina” que los negros, contrario a los “desteñíos”, son “los machazos, los papaúpas, los que amarran a las mujeres”. La tristeza llega con un grito desesperado de mujer, “mientras el negro bajaba el vidrio del vehículo y el policía blanco le tiraba a la cabeza”