Para comprender los cambios que con el tiempo viven las sociedades, y los individuos en particular, se precisa del balance o el inventario de experiencias acumuladas, y nada mejor que unas memorias publicadas en manuales como El médico en mí, del doctor Carlos A. Williams, nacido en el municipio de Guaymate, provincia La Romana, desde donde inicia un largo periplo por todo el país para recorrer después competitivas ciudades de Europa y los Estados Unidos. El psiquiatra Antonio Zaglul, también proveniente de la misma región, solía repetir que “el médico que solamente sabe de medicina ni de medicina sabe”. Los criterios actuales le han dado la razón ya que ahora estar en salud se define como “el estado de bienestar físico, mental, social y espiritual”. Es lo que procura demostrar el autor del volumen, reseñado esta semana en diversos diarios de circulación nacional.
El médico en mí, publicado en español e inglés, más que de medicina, habla de las vivencias de un profesional que se graduó en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en 1980, con “Summa Dificultad” como la que canta Juan Luis Guerra, para recalar en el poblado Cristóbal, de Cabral, donde hace pasantía y seguir a Enriquillo, de Barahona; Boca de Yuma, provincia La Altagracia, retornando luego a la Capital. Relata su traslado a París, Francia, donde estudia neurología en La Sorbona y su viaje a Estados Unidos, donde logra establecerse hasta hoy.
Probablemente sus ancestros cosmopolitas le han facilitado los cambios de entornos sociales. Sabana Grande de Boyá, Sabana de la Mar, Hato Mayor y Samaná, tierra de su madre, figuran en sus recuerdos.
Williams refiere que “los padres de mi padre, llegaron a la República Dominicana procedente de la isla de Saint Kitts y Monserrat, estableciéndose en el Ingenio Consuelo, donde procrearon 6 hijos”. En tanto, en la introducción, el profesor e intelectual Ismael Hernández Flores valora como positiva la exposición de experiencias con los coetáneos. “Esto es lo que ha hecho mi ex alumno”, comenta. ¡Salud!