Durante la apertura de la Cátedra Ciudadana de Escritoras y Escritores Dominicanos por el Ministerio de Educación, el 23 de abril, Día Internacional del Libro, trascendió el tema del abordaje narrativo de la corrupción en el que se critica con dominio estético los vicios que acorralan a la democracia, tras varias décadas de vigencia en América Latina, después de prolongadas dictaduras, censuradas por los escritores. El fabricador de presidentes, nuevo libro de cuentos del narrador Avelino Stanley, fue referido como una muestra en esa corriente neonata en la literatura criolla y probablemente de la región.
En el texto que da título a la colección, Stanley hace un retrato del mercadólogo brasileiro Joao Santana, hoy sometido en su país por corrupción, quien asesorara al entonces candidato presidencial Danilo Medina, hasta contribuir con su ascenso al gobierno en el 2012. El fabricador de presidentes pasa por momentos difíciles para lograr que su cliente, El Estratega, pudiera prender como candidato, ante su orfandad de carisma. “No prende”, decían con insistencia los primeros consultores. “Ese fue el último presidente que fabricaste. Se trató de un caso muy particular y, por cierto, en el que mejor te fue entre todos tus encargos”, dice el narrador omnisciente.
Personajes de la política brasileira y dominicana interactúan en El fabricador de presidentes, con nombres como El Superior, Los Asesores, rebautizados como Los Ascensores; La Dula, Las bocinas, Maura, El Hijo del Fabricador, Orbe Drecht y La Gran Planta Eléctrica, en alusión a la obra energética que los chinos harían por mil millones de dólares y el presidente Medina prefirió construirla con los brasileiros que cobraban el doble.
Los chinos, que sometería el caso a tribunales internacionales, fueron tranquilizados con el rompimiento de las relaciones con Taiwán para abrirlas con la China Continental. Nada le valió al fabricador de ocho presidentes corruptos para evitar la cárcel en su natal Brasil. Luego la gran masa, hastiada, “se rebeló contra ese presidente, contra su títere y tu hijo”, lanzándolos “al cesto de la historia”.