Decenas de obras se han publicado sobre la vida del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, presidente en armas durante la segunda intervención militar de los Estados Unidos al país en el siglo XX, ejecutadas ambas por gobiernos del Partido Demócrata, que paradójicamente es el preferido por la falsa izquierda dominicana, como la definiera el gran escritor y psiquiatra Juan Isidro Jimenes Grullón.
Este febrero se cumplen 52 años de la expedición del mismo coronel, que retornó convertido en guerrillero por Playa Caracoles, se internó en las montañas de San José de Ocoa, dispuesto a imponer sus ideales políticos por encima del régimen balaguerista de los 12 años. El Archivo General de la Nación, bajo la dirección del historiador Roberto Cassá, publicó el Diario de Caamaño en Cuba (1967-1973), donde el líder expone sus motivos para asumir el supremo recurso de la rebelión para tratar de alcanzar sus objetivos políticos.
En una edición bajo la responsabilidad de Andrés Blanco Díaz, apreciamos que ningún otro personaje de la dominicanidad debió vivir procesos tan cambiantes, en lo que fue su propia biografía, como ocurriera con situaciones internacionales y locales, en las que se vio atrapado Caamaño, sin otra salida que no fuera la aparente inmolación en que culminó su dramática existencia.
En su exilio cubano, encantado por un modelo político que hoy muestra sus grandes fracasos, Caamaño se siente abandonado de Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, a quienes contempló como sus aliados naturales, por ser líderes del Partido Revolucionario Dominicano, organización derrocada del gobierno que intentó reponer. Eran políticos que no necesariamente tenían que respaldar su proyecto guerrillero, alejado de las posiciones socialdemócratas, que ya comenzaba a entusiasmar al partido del “jacho prendío”.
La guerrilla camañista iba en la línea de la revolución cubana encabezada por Fidel Castro, que coincide hoy con la nicaragüense de Daniel Ortega y la venezolana de Hugo Chávez, continuada por Nicolás Maduro. Los dominicanos conscientes lamentan que Caamaño y sus compañeros ofrendaran sus vidas tras un modelo actualmente fracasado.