Diversos temas para documentales de televisión y reportajes de periódicos que requirieron explicaciones autorizadas nos llevaron a entrevistar al narrador, arqueólogo, periodista y musicólogo Marcio Veloz Maggiolo, Premio Nacional de Literatura, fallecido hace una semana. Muchos coincidimos en que por nuestra dejadez visceral como Nación no llegó a recibir lauros de prestigio universal como el Cervantes, el Príncipe de Asturias y, por qué no, el Nobel, que otorga la Academia Sueca. Lo entrevistamos en sus residencias de los Jardines del Embajador, Gascue y Colinas del Oeste, donde vivió últimamente, siempre junto a su compañera de toda la vida, la locutora, abogada y profesora Norma Santana, ida a destiempo.
Colinas del Oeste y Alameda, donde residimos, son sectores vecinos del municipio Santo Domingo Oeste, por lo que de manera informal nos encontrábamos con Don Marcio en Carrefour, plaza comercial cercana donde todo el que va es a comprar artículos de uso y consumo, además de pasar momentos de distracción y tertulias. Nadie puede ir a “buscar”, como diría un energúmeno de Bayona. Así fue el último encuentro con Don Marcio, esa vez acompañado de hijos y nietos, quien tras el cordial saludo se adelantó a ponderar positivamente esta columna, de la que dijo formaba parte de sus lecturas semanales.
Fue en noviembre del 2019, último mes vivido sin la pandemia del covid-19, que finalmente apagó la vida de Veloz Maggiolo.
Fuera bueno que la sorprendente oleada de jóvenes novelistas dominicanos del siglo XXI sigan las recomendaciones del patriarca indiscutido del género, para que sus creaciones se conviertan en insoslayables y trascendentales.
Juliansón, un personaje del novelista, aseguraba que “las cosas humanas tienen explicación después de acontecer”. Por el mes en que se produjo la muerte del intelectual, probablemente su obra que más se adapte a la circunstancia sea De Abril en Adelante, que describe los acontecimientos que siguieron a la Revolución del 1965. Así como el peruano Vallejo tuvo la premonición de que se moriría “en París con aguacero”, tal vez Marcio vislumbró su partida en abril.