A los escritores cristianos de la actualidad, independientemente de la denominación a que pertenezcan, les ha tocado una época contracorriente. En esa coyuntura le ha tocado producir su obra al pastor adventista Víctor Pérez, autor del libro Deja que el río fluya, quien se suma a la misión emprendida por otros predicadores que le anteceden, como el doctor José Dúnker y el profesor Víctor Cruz Baret, todos oriundos de la región oriental de la República Dominicana.
Pérez, quien según la presentación del libro ha sido pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día durante los últimos 25 años, recoge en la obra 22 sermones “para edificar a la iglesia”, en los que habla de temas concernientes a las dificultades de la vida en el siglo XXI y sus fórmulas para enfrentarlas, que le obligan a referirse a la felicidad terrenal y al “triunfo” que exige la sociedad posmoderna.
Como si coincidiera con el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, el escritor adventista plantea que las “palabras amables, las miradas de simpatía, las expresiones de aprecio serían para muchos de los que luchan a solas como un vaso de agua fresca para el sediento. Una palabra de estímulo, un acto de bondad, contribuyen mucho a aliviar el fardo que pesa sobre los hombros cansados”.
El predicador Pérez, quien ha vivido por años en los Estados Unidos, se muestra optimista al hablar sobre la posibilidad de una vida feliz en el convulso mundo de hoy. En el capítulo “Levántate y decídete a ser feliz”, dice que “la búsqueda de la felicidad no es un sueño irrealizable” y que ser feliz se trata de “un asunto de decisión personal y seguir los principios dados por Dios”.
El autor de Deja que el río fluya agradece en el libro los cometarios de líderes nacionales y extranjeros como Robert Folkenberg, Ramón Canals, Henry Beras, Dionisio Olivo, Mario Rondón, Yeury Ferreira y Vladimir Polanco. La obra está dedicada a los padres del predicador, Norberto Pérez (Berto) y Paula Rodríguez.