Quienes no han vivido la experiencia de subir al pico Duarte, en la Cordillera Central del país, la zona más alta de las Antillas caribeñas, podrían disfrutar la sensación de que realizaron la aventura leyendo la crónica Mi primer viaje al pico Duarte, cuyo autor es el escritor Frank Báez, publicada en un opúsculo con el auspicio del Centro Cuesta Nacional (CCN), acompañado de un compendio voluminoso de fotografías que captan el paraíso con que la naturaleza ha premiado a la isla de Santo Domingo, rico en fauna, flora, ríos y manantiales, digno de ser conocido por nacionales y extranjeros.

La crónica de Báez, desde el principio hasta el final, es un recorrido exhaustivo de ascenso y descenso, con la emoción compartida del autor al contemplar la estatua de Juan Pablo Duarte, al llegar a los 3,100 metros de altura, la cumbre más alta de las Antillas, “frente a un paisaje de montañas y colinas y valles cubiertos de nubes que se perdían en el horizonte”.

El autor refiere al lector la obra El caminante sobre el mar de nubes, del pintor romántico alemán Gaspar David Friedrich, con la que entiende se puede hacer una idea de lo que contempló mientras estuvo en la cumbre. “Al igual que en la obra de arte, los picos sobresalían entre las nubes y la cadena montañosa se confundía con el azul claro del cielo”.

Como dato curioso del relato ecoturístico, modelo de la narrativa neorrealista que se ha puesto de moda últimamente, el pico que honra al patricio también recuerda una figura histórica controversial como el dictador Ulises Heureaux (Lilís). Báez cuenta: “Tras bajar del pico, desayunamos en el valle de Lilís y nos fuimos en mulo hasta La Compartición” que es como se llama un campamento enclavado a 2,450 metros de altura, “el más acogedor de todos los que habíamos visitado”.

En La Ciénaga de Manabao, el cronista comparte la alegría de bajar del pico con su crónica bajo el brazo, como hacen los poetas japoneses cultivadores del Haiku.

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