Fue en nuestra condición de presidente de la comisión de Cultura del Colegio Dominicano de Periodistas, que me reuní en compañía del colega Luesmil Castor, con el flamante director de las Ferias del Libro, Fernando Berroa, en procura de coordinar una versión a desarrollarse en la sede de la organización profesional. El joven funcionario se comprometió con su apoyo a la actividad, tal vez sin sospechar que sería destituido sin participar en el evento internacional que sirve de parámetro para medir la eficiencia del Ministerio de Cultura.
Puede decirse que República Dominicana lleva un lustro sin celebrar una verdadera Feria Internacional del Libro, puesto que las que se montaron en el último cuatrienio del pasado gobierno culminaron en rotundos fracasos, y en lo que va del presente no hemos visto ninguna, debido a que, según voceros oficiales, la pandemia del coronavirus no lo ha permitido.
El presidente Luis Abinader acaba de sustituir a la ministra Carmen Heredia por la productora de televisión Milagros Germán, sin que la gestión del primer año del gobierno del cambio haya organizado una feria del libro. Escritores como Manuel Matos Moquete advierten que el manejo que se observa con Cultura demuestra que es la cenicienta de las entidades gubernamentales.
La feria que quisimos inaugurar, y así se lo informamos a la presidente saliente del CDP, Mercedes Castillo, debió celebrarse en abril, con motivo de la semana del periodista, pero acogimos la recomendación de Berroa para que la aplazáramos hasta septiembre, mes en el que ya no están ni él ni la ministra Heredia.
Hemos visto que gente de nuestros afectos ha reaccionado alarmada por las destituciones y sustituciones en el Ministerio de Cultura, cartera que por aquí hemos definido como un gueto donde el Estado ha destinado a los “poetas, escritores e intelectuales”, comprometidos con el sistema.
En momentos que los del gueto se han peleado, han trascendido las maniobras con las que se reparten premios, concursos, cargos y otras canonjías. ¡Pobrecito mi país!
