Alguien podrá tildar de arriesgada la afirmación. Otros estarán contestes, para unos será una información nueva, les despertará el prurito de extender la investigación y cabe la posibilidad de que la mayoría dé esta afirmación como un hecho cierto. Lo que sí queremos dejar por sentado es que el concepto e ideal de soberanía se extiende más allá de los límites fronterizos entre naciones. Esto, a propósito de las manidas discusiones de hoy con respecto a las relaciones domínico/ haitianas, plagadas de prejuicios, sin sustentos que se puedan evidenciar y un marcado sesgo de análisis histórico.
Hay cinco aspectos fundamentales que los historiadores e historiógrafos han consensuado como causas del Golpe de Estado a Juan Bosch en 1963: conspiración militar, injerencia de Estados Unidos tratando de evitar una segunda Cuba en el Caribe, la nueva Constitución que ponía en peligro los derechos de propiedad – Usucapión- conflictos con la Iglesia y la destitución del entonces coronel Elías Wessin y Wessin, pero ninguno se ha detenido a analizar lo acontecido en Puerto Príncipe en 23 de abril de 1963, cuando un grupo de complotados intentó secuestrar a Jean Claude y Simone Duvalier, hijos de François Duvalier, a la sazón, presidente de Haití.
Previo a este acontecimiento, François Duvalier y Juan Bosch habían demostrado no tener lazos afectivos, sobre todo porque Duvalier dio asilo a la mayoría de los exmilitares trujillistas que quedaron con cuentas pendientes en la República Dominicana y haber nombrado a Michel Brady como encargado de negocios ante la Cancillería dominicana y Bosch lo rechazó.
El atentado contra los hijos del presidente haitiano ocurrió cuando llegaban al colegio Bird, en la Rue de l’Enterreme de Puerto Príncipe. En el acto fueron asesinados el sargento Paulin Montrouis, chofer de los hijos de Duvalier, el caporal Morille Mirville, el sargento Luc Azor, y un miembro del Voluntariado de la Seguridad Nacional Tontons-Macoutes, Richemond Poteau.
El presidente Duvalier dio la orden de búsqueda y captura de quien creía era el culpable del atentado, en principio, se pensó en François Benoit, un conocido opositor al gobierno de Duvalier, quien se había formado militarmente en Panamá, siendo expulsado de las Fuerzas Armadas Haitianas, a la cual sirvió por muchos años y luego cayó en desgracia con el régimen. Este caer en desgracia implicó que las milicias haitianas incendiaron la residencia del teniente François Benoit, mataran a sus padres, a su hijo de año y medio y a tres miembros del servicio doméstico. Los conflictos se inician cuando el teniente Benoit se refugió en la sede de la Embajada de la República Dominicana, ubicada en la avenida Panamericana 121, de Petion-Ville, tres días antes del atentado contra los Duvalier. Las fuerzas paramilitares de los Tontons-Macoutes alegaron que Benoit había abandonado el complejo diplomático para perpetrar el atentado y había vuelto cuando falló. Esta fue la razón principal para que Juan Bosch alegara que la incursión de los militares haitianos en la sede de la Embajada fue un atentado a la soberanía nacional dominicana.
El presidente Bosch y el secretario de la Presidencia, doctor Abraham Jaar, se dirigieron al país para sentar la posición del Gobierno Dominicano ante esta realidad. Bosch afirmó: … “Hemos sido insultados sin haber provocado nosotros el insulto; se ha invadido nuestra embajada con Fuerzas Armadas, lo cual equivale a una invasión a nuestro país y es una ofensa imperdonable a nuestra dignidad. Se nos ha faltado el respeto y las naciones pequeñas que permiten eso, no son dignas de ser naciones, porque lo único que puede mantenernos como país soberano es la decisión de hacernos respetar de los pequeños y de los grandes, de los que pretendan abusar de su debilidad y de los que pretendan abusar de su fuerza. La dignidad dominicana ha sido ultrajada en Haití de manera indignante. Y no estamos dispuestos a tolerar esa situación y no la toleraremos por ningún motivo”.
El doctor Abraham Jaar advirtió: … “Estamos esperando que se cumpla el plazo de 24 horas que vence hoy a las 7 de la noche. Si la ofensa a la soberanía nacional no es reparada, el gobierno tomará las medidas necesarias para hacer respetar nuestra bandera”. Esto era, taxativamente, una declaración de guerra, que provocó reacciones en la comunidad internacional.
Ante este atentado a la soberanía nacional, el Presidente dominicano apostó todas las dependencias de las Fuerzas Armadas Dominicanas en el espacio fronterizo, pidiendo a los militares hacer un levantamiento del estado de situación en la zona. Los militares aludían que el presidente los empujaba a una guerra sin objetivo que contradecía los principios generalmente aceptados en el Arte de la Guerra y esta fue la principal razón de las contradicciones entre los grupos militares y el gobernante.
El Gobierno dominicano recibió un apoyo manifiesto de las fuerzas sociales dominicanas y de organismos hemisféricos cuando la contradicción fue llevada ante el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos, ante la cual República Dominicana acusó a Haití de realizar “actos violentos que ponen en peligro la paz del hemisferio”. El embajador dominicano Arturo Carventi también denunció un plan de Duvalier para asesinar al presidente Bosch. El representante haitiano ante la OEA era Joseph Baguidy, quien manifestó que el Gobierno dominicano hacía esas acusaciones para encontrar la excusa de una acción militar contra su país. Esta afirmación fue tildada siempre de falta de sustento, dado que las acciones fueron iniciadas en Haití y en desconocimiento del Estado Dominicano.
Los diarios de la época están repletos de noticias en las cuales se mostraba el apoyo al gobierno dominicano. Fue muy notoria la nota emitida por la Unión Cívica Nacional, apoyando al gobierno dominicano, partido que había perdido las elecciones de Juan Bosch en 1962 y que se entendía era su principal escollo en la gobernanza de la República Dominicana. Es notoria, además, una nota de prensa emitida por exiliados haitianos apoyando a los dominicanos, una fue del denominado Frente de Liberación, que dirigía el exiliado Fred Baptiste, y la otra fue del agrónomo Louis Dejoie, enemigo confeso de Duvalier, y líder del Partido Industrial Agrario Nacional. Esas son las expresiones características de un estado de guerra en donde los grupos se dividen a favor y en contra de las facciones encontrados. Esta situación es entendida como la principal causa del derrocamiento del presidente Juan Bosch, porque los militares dominicanos se vieron desautorizados cuando rindieron el informe de la situación fronteriza afirmando que todo estaba en paz y el gobernante, indignado y golpeando el escritorio afirmo: …
¨entonces el Presidente es un mentiroso¨. A partir de esta realidad, la historia será quien juzgue.