El ambiente es un interés en común,
que pertenece a todos y con significado
para todos. Encíclica Laudato Sí.
Papa Francisco.
Aunque el cambio climático es un fenómeno global, los países caribeños se encuentran particularmente vulnerables a sus amenazas. El incremento de la temperatura y del nivel del mar, los crecientes desafíos hídricos, las sequías e inundaciones y las tormentas, así como los huracanes de mayor intensidad son amenazas a la vida, a las propiedades y a los medios de subsistencia de las poblaciones del Caribe.
Siendo economías en desarrollo que dependen de sectores vulnerables a los patrones climáticos (como el turismo, la agricultura y la pesca), las naciones del Caribe se ven gravemente afectadas por el continuo aumento del nivel del mar, por los cambios en los patrones de lluvia y temperaturas y por la creciente magnitud de los desastres naturales. A pesar de las numerosas diferencias entre las naciones del Caribe, el cambio climático plantea amenazas serias a todas ellas. De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) las temperaturas promedio en la región se han incrementado entre 0.1° y 0.2°C cada década, a lo largo de las últimas tres décadas. Los patrones de lluvia en la región han cambiado, y se espera un aumento en el número de días secos consecutivos. Adicionalmente, el nivel del mar ha aumentado a una tasa de entre dos y cuatro centímetros por década a lo largo de los últimos 33 años, patrón que representa graves riesgos para los valiosos recursos de agua dulce de la región y para la población costera que depende del turismo y la agricultura.
Con este panorama y con la necesidad de afrontar los desafíos que supone el cambio climático, llegaron los países del Caribe a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) celebrada en Glasgow (Reino Unido) del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021. En la cumbre se puso sobre la mesa una diversidad de acuerdos y una declaración final que mostró algunos avances, pero menos de los que muchos creen necesarios para afrontar de manera efectiva el problema.
El documento final fue firmado por los casi 200 países que asistieron a la COP26. Aunque no es legalmente vinculante, se espera que establezca una agenda global contra el cambio climático para la próxima década. A diferencia del texto aprobado en París (2015), en esta cumbre sí se incluyó una referencia directa al carbón y a las subvenciones a los combustibles fósiles. Sin embargo, se produjo una rebaja de la ambición en el documento final aprobado al pasar de la “eliminación progresiva” del carbón a la “reducción”. Otro de los logros alcanzados relacionado con el metano, fue el compromiso de 103 países, -entre los que no se encuentran los principales emisores de este gas, como China, India, Rusia e Irán- a reducir en un 30% sus emisiones para 2030. Los 103 países que firmaron este acuerdo son responsables de casi la mitad de las emisiones antropogénicas de metano. Por el Caribe se sumaron a este compromiso Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá y República Dominicana.
Durante la cumbre también se presentó un acuerdo de una treintena de países y de seis grandes marcas de automóviles (Ford, General Motors, Volvo, Mercedes-Benz, Jaguar Land Rover y BYD) en el que se comprometieron a eliminar los coches de gasolina y diésel para el 2035 en los mercados clave (y para 2040 en el resto del mundo). Entre los países que firmaron este acuerdo están el Reino Unido, Canadá, India, Países Bajos, Austria, Noruega, Chile y Dinamarca. Sin embargo, no firmaron el convenio EE UU, China, España, Alemania y Francia.
Respecto a la financiación climática, muchos de los países se comprometieron a incrementar su aportación anual, entre ellos, España que ha adquirido el compromiso de aportar 1.350 millones de euros anuales a partir de 2025. Esos avances en materia financiera se sitúan lejos de lograr los 100.000 millones de dólares anuales a los que se aspiraba, y que serán necesarios para hacer frente a la pérdidas y daños causados por la emergencia climática, así como para incentivar el desarrollo de energías limpias.
En cuanto a la deforestación, más de 100 países, entre los que cabe destacar Brasil, asumieron un acuerdo para poner fin a la deforestación para el 2030, lo que supone el 85% de los bosques del mundo, que son cruciales para absorber dióxido de carbono.
Del Caribe firmaron el acuerdo Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Haití, Honduras, México, Panamá, y República Dominicana entre otros.
Sin embargo, aunque se lograron avances en la lucha contra el calentamiento global en la COP26 y aunque se mantiene vivo el objetivo de contener el aumento de la temperatura en 1,5 grados los compromisos alcanzados siguen sin garantizar tal objetivo. Es decir, se dieron avances, pero probablemente insuficientes.
Con independencia de lo sucedido en la cumbre es seguro que los fenómenos atmosféricos extremos seguirán produciendo y aumentando su intensidad en todo el planeta y particularmente en la región. Lo que implica que a los países del Caribe le corresponde ahora hacer el balance, extraer las experiencias correspondientes y seguir adelante redoblando esfuerzos a favor de una acción climática que permita enfrentar debidamente los desafíos del cambio climático.
En lo inmediato, los compromisos acordados por los países del Caribe en la COP26 no se deben quedar en promesas. Se deben implementar políticas de apoyo y se deben aplicar planes concretos a nivel local y regional para lograr y cumplir con las metas ya acordadas.