Según el Directorio Médico Dominicano, preparado para el Congreso del Centenario, ejercían en la ciudad de Santa Cruz de Barahona cinco médicos: Ramón Báez Soler, José A. Rodríguez, Luis Ureña Hernández, Alcides Veloz V. y Jorge Leguén Montoya.El Dr. Leguén Montoya nació en Guantánamo, Cuba, el 19 de diciembre de 1891. Se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras en la Engineering Preparatory School, del Manhattan Collegiate, en la ciudad de New York. Se inscribió en la Universidad Temple, de Filadelfia en 1911 para estudiar Medicina en la Universidad Loyola de Chicago. Y en 1916 se graduó de doctor en Medicina en esa prestigiosa universidad norteamericana. En 1918 entró al país por la provincia de Puerto Plata, y presentó su examen de reválida en la Universidad de Santo Domingo en ese mismo año. Recibió su exequátur en fecha 7 de marzo del 1919. Ejerció por unos años en la ciudad de Puerto Plata.
En 1922 llegó a la ciudad de Barahona, donde ejerció la Medicina por 34 años. Allí fundó la primera clínica privada de esa ciudad, la Clínica San Antonio, y se quedó para siempre. En 1952, junto a otros prestantes munícipes, fue co-fundador del Ateneo de Barahona, así como Médico Municipal y representante de la Cruz Roja en Barahona, de acuerdo al portal de internet www.ecosdelsur.net.
Con la cubana Teodora Julia Fernández tuvo dos hijos: Bernardino y Jorge Luis en primeras nupcias. Luego de enviudar, contrajo matrimonio con Altagracia Alberta Hernández y tuvo otros dos: Jorge Antonio y Altagracia Leonor. Según relatan algunos barahoneros la muerte de su primera esposa le deprimió, convirtiéndolo en un hombre solitario hasta que se casó de nuevo.
En 1925 ejercía la Medicina en el hospital del Batey Central, propiedad de la empresa Barahona Company y en su consultorio particular situado en la calle Uruguay No. 13 de esta ciudad. Su clínica la instaló en el número 2 de la misma calle, que según relata su nieta Teodora: “quedaba al cruzar la calle desde su casa”.
Considerado misionero de la Medicina, ejerció esta profesión como un apostolado: con amor, pasión y altruismo, siendo muy querido por su condición de “médico de los pobres”, ya que cobraba menos de un peso por consulta y a los más desvalidos los atendía gratis. Se dice del Dr. Leguén que creía en el “mal de ojos” y gustaba de la magia. En su casa tenía numerosas imágenes de santos y era amante de las flores. De él escribió el Dr. Antonio Zaglul: “A pesar de sus años de trabajo y una clientela fabulosa, Leguén no hizo dinero. Era médico de los pobres y también eran pobres sus honorarios. Su caso no es único; vemos a diario hijos de médicos que tuvieron éxito en su profesión, en una orfandad realmente desdichada. Es por eso la necesidad de mejorar y por la vía de la Asociación Médica Dominicana, los seguros médicos que garanticen un futuro económico más o menos estable a los descendientes de los que hicieron de la profesión de galeno, un apostolado”.
El 10 de febrero de 1956 falleció el Dr. Leguén, víctima de un cáncer de pulmón, que él mismo se había diagnosticado en su residencia de la calle Uruguay 13 de la ciudad de Barahona.
El Dr. Antonio Zaglul, en su obra “Galería de Médicos Dominicanos”, publicada en el 1976, lo reseña junto a otros sobresalientes médicos de provincias dominicanas. En homenaje a su labor, el Ayuntamiento Municipal designó con el nombre “Doctor Leguén” una calle de aquella ciudad.