En la Guayana Francesa acariciada por el mar Caribe y con la selva tropical cubriendo sus espaldas se encuentra la principal sede de lanzamientos de la Agencia Espacial Europea (ESA), la base aeroespacial de Kourou. Un rincón de nuestra región que se ha transfigurado en un punto de encuentro habitual entre ingenieros espaciales y clientes de todo el mundo.

Desde que el monarca Luis XIV colonizó la Guayana esta ha sido utilizada históricamente como presidio, cementerio y apetecida zona minera de extracción aurífera. Pero su historia reciente está marcada por otro tipo de riqueza; la aeroespacial. Todo inicio en 1962 y tuvo relación directa con la independencia de Argelia en el norte de África, cuando Francia se vio obligada a abandonar la base aérea de Hammaguir, desde donde dio sus primeros pasos para llegar al espacio. Obligada entonces a buscar otro emplazamiento fue cuando los intereses espaciales galos se fijaron en este lejano territorio caribeño, que 20 años atrás había modificado su estatus colonial integrándose administrativamente como una provincia de ultramar. Un territorio que por sus condiciones naturales es idóneo para lanzamientos de astronaves: su cercanía al ecuador, mar abierto hacia el este y ausencia de huracanes y terremotos.

Tras la construcción de la base esta comenzó en 1968 a operar con la puesta en órbita de la sonda Véronique. Consolidadas las instalaciones Francia en 1975 las ofreció para compartir con la recién creada Agencia Espacial Europea. La base es el referente principal de la industria espacial europea y ha dado cobijo a la familia de cohetes Ariane y Vega así como a la saga rusa de Soyuz. El complejo aeroespacial ocupa alrededor de unos 700 km2 y está compuesto de soportes de lanzamiento, centros de ensamblaje de lanzaderas, satélites y producción de propulsantes, así como centros de control, estaciones de seguimiento y diversos edificios administrativos. La seguridad de las instalaciones se encuentra bajo diversos cuerpos especializados franceses entre ellos la Legión Extranjera y la policía militar. Este complejo actualmente es un pilar básico de la economía guyanesa. Su actividad supone aproximadamente el 10% de su PIB y ofrece empleo directo e indirecto al 10% de su población activa. La demanda energética de Kourou es gigantesca; absorbe casi el 20% de la electricidad de la provincia de Ultramar según la ESA. La energía se utiliza principalmente para climatizar los edificios mientras que los procesos con propelentes sólidos y líquidos ocupan la mayor parte del resto. La factura anual es de varios millones de euros.

Aunque detrás de estas magnificas cifras y brillante historia de logros franceses y europeos existe un creciente malestar social entre la población autóctona que en realidad poco tiene que ver con la de la Francia continental. La Guayana es considerada como una región ultraperiférica de la UE, el 22% de la población se encuentra desempleada frente al 8,9% del conjunto de la nación. La renta per cápita es la mitad que en el resto del país y menos de un tercio que en la región parisina. Con apenas 300.000 habitantes es el territorio nacional con mayor índice de violencia. El costo de vida se duplica debido a la necesidad de importar la mayoría de los bienes del exterior sumado a ello la gravosa política arancelaria que la UE mantiene con los vecinos Brasil y Surinam. El puerto espacial europeo está situado en un polvorín y el problema es el monocultivo del espacio. Las Antillas son muy dependientes del turismo y Guyana es muy dependiente de este sector. Se deben desarrollar otras actividades económicas y es lo que reclaman sus habitantes al gobierno francés desde hacía varios años.

La población franco-guyanesa esta compuesta de ciudadanos franceses y extranjeros muchos llegados de forma ilegal buscando un salario en euros. Los ciudadanos autóctonos de pleno derecho se sienten discriminados en relación con los franceses metropolitanos y exigen mayor presencia del Estado francés, más escuelas, más hospitales, más seguridad y oportunidades de trabajar. En 2017 las tensiones sociales provocaron un estallido popular que produjo un bloqueo temporal del territorio y de la base espacial que debió interrumpir su actividad con las consecuentes pérdidas económicas. Se reclamaron mayores inversiones además de una mayor autonomía para administrar los recursos presupuestarios. En realidad, existe la creencia generalizada de que el estado francés tiene una deuda histórica con el territorio porque nunca invirtió de forma planeada en su desarrollo. Aunque han llegado a surgir algunos movimientos políticos que piensan en una posible independencia la mayoría de sus habitantes todavía consideran una ventaja los vínculos con Europa.

Un nuevo capítulo viene a tensar la desasosegada situación social y es la tensión que Francia mantiene con Mercosur y en concreto con Brasil. La tirantez de las relaciones entre ambos países oculta una dimensión aun mayor considerando que son vecinos en la selva amazónica, una región cada vez más sensible geopolíticamente. La Guyana Francesa tiene un valor estratégico para Francia por estar en América del Sur, pero sobre todo por estar en la Amazonia y fuera de las posibilidades de prospección de petróleo el interés geopolítico es más que claro. La preocupación gala en relación con el territorio está ligada sobre todo a la instalación del Centro Espacial de Kourou, una base estratégica de lanzamiento espacial por lo que el país europeo ve este territorio como una zona de seguridad y no como un lugar de asiento.


Centro estudios caribeños. PUCMM. Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.

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