Dedicado a Edgar Valenzuela, eminente historiógrafo de la literatura teatral del Sur dominicano
La magnífica marca editorial del Archivo General de la Nación incluyó en su programa de publicaciones del 2020 una compilación parcial pero representativa de la literatura de Ulises Heureaux Hijo: En la copa del árbol y otras obras. El libro incluye la novela del mismo nombre, once relatos, y la famosa escena final de la pieza teatral ‘Alfonso XIII’. Me he referido antes en más de una ocasión al error ya generalizado en el título de esta obra de nuestra literatura dramática: el nombre correcto es ‘Alfonso XIII’, no ‘Alfonso XII’ como se suele reiterar.
En 1908 la revista ‘La Cuna de América’ en su edición número 59 del 16 de febrero hizo público un segmento de la pieza de Heureaux Ogando ‘Alfonso XIII’ -que es el texto que se incluye en la antología de ‘’Clásicos de la Literatura dramática dominicana’’ -en su calidad de códice primario. Se trata de una muestra de escritura que corresponde al Realismo en su vertiente naturalista. En sus primeras publicaciones el fragmento fue divulgado con errata en el título, desliz que repite Max Henríquez Ureña al mencionarlo en su libro ‘Panorama histórico de la literatura dominicana’ -1945, p. 31-. Goico Castro enmendó la falta en su ensayo ‘Raíz y Trayectoria de la literatura dramática dominicana’ editado por la Universidad Autónoma en ese mismo año, estudio que puede verse además en ‘Antología literaria dominicana’, Tomo III, Editora Corripio, Santo Domingo,1981, p. 17.
La pieza de Heureaux Ogando refiere de modo anecdotario un pasaje histórico que había tenido lugar apenas dos años antes del lanzamiento de su pieza teatral, es decir, en el Madrid de 1906, el 31 de mayo en ocasión de las nupcias del monarca español con Victoria Eugenia, princesa del Reino Unido. Eran tiempos de revueltas sociales en España y durante todo aquel gobierno la nación se mantuvo en total desajuste socioeconómico y constantes rebeliones hasta que en el 1923 Primo de Rivera dio el golpe de Estado que posibilitó luego el advenimiento de la dictadura franquista. Las corrientes filosóficas promovían el Anarquismo como teoría política de gobierno en rechazo particular a las monarquías y en medio de los estándares del Naturalismo que justificaba el determinismo social y biológico de las personas y su conducta.
‘Alfonso XIII’ enfoca el atentado que realizó contra los reyes españoles Mateo Morral quien lanzó un ramo de flores que contenía una bomba. Los soberanos lograron salir ilesos milagrosamente de la explosión pero murieron tres oficiales y cinco soldados del séquito real, tres más en los balcones y resultaron con heridas catorce personas que contemplaban el paso del cortejo por la calle Mayor de Madrid. Aquel personaje se convirtió en centro de atención científica; por un lado, el joven hombre de 26 años era una víctima de sus propias circunstancias vitales, por otro, su culpa lo llevó a cometer un suicidio que nunca fue suficientemente probado.
Llevado al teatro, el Naturalismo expresa que los seres humanos están gobernados por leyes de la herencia y por influencia del medio; de un modo inexorable están condicionados sin remisión y cada hombre o mujer es lo que es debido a su herencia biológica y al medio en que se desenvuelve, exento de libertad y sometido a leyes naturales. La pieza de Heureaux evidencia el conocimiento atento de los términos históricos y científicos a los que se adscribía.
De adolescente Morral había recibido influencias del Anarquismo ruso, de lecturas de Frederich Nietzsche y de la obra de Albano Rossell (1888-1964) naturalista que abogaba por la libertad individual del ser humano en todos los aspectos. Rosell veía el naturismo integral o libertario como la ciencia del vivir felices que supera dogmas e “ismos”, al ser producto del estudio de las leyes naturales. Estando muy de moda el Naturalismo a principios del siglo XX, se hizo célebre el triste caso de aquel joven hombre español de modo que fue centro de múltiples estudios y reproducciones en las siete artes: Pintura, Escultura, Música,Danza, Literatura, Teatro y Cine –Ver Jesús Aller, ‘’Reseña de un héroe trágico del anarquismo español: Mateo Morral, 1879-1906’’. El personaje “el niño Brull” en ‘La dama errante’ del novelista español Pío Baroja se basó en Mateo Morral y fue sólo uno de tantos casos en los que éste fue referente literario.
Posteriormente, ya en 1931 el rey Alfonso XIII –1886,1941– salió en exilio forzado para nunca regresar a su país y su renuncia inició la Segunda República de España. Fue su padre quien se llamó Alfonso XII (1857-1885), fallecido justo un mes antes del nacimiento de su primogénito Alfonso XIII (1886-1941).
La pieza de Ulises Heureaux sobre el atentado a Alfonso XIII ocurrido en el 1906 significaba la puesta en escena teatral de los conflictos del ser humano frente a su sociedad expresando en el arte problemas comunes masificados que dieron al traste con el intimismo literario anterior; su tratamiento representaba, aún con la escueta presencia de unos pocos personajes, la entrada renovadora del colectivismo en el teatro -/Alfonso: ¡No, no lo puedo consentir, levantáos!/ María: ¡Señor! Así únicamente puede hablaros quien tiene la desgracia de haber unido sus esperanzas de ventura al hombre que enloquecido atentó a la preciosa vida de vuestra majestad (…). En ‘’Alfonso XIII” la masa no se ve pero es perfectamente perceptible como fondo de la trama que se asienta sobre una tonalidad psicológica sentimentaloide, útil para afinar la tosquedad característica del Realismo naturalista que subsistía detrás de la ficción.
El autor
Ulises Heureaux Ogando –1876,1938– era hijo de Ulises Hilarión Heureaux Lebert, conocido como Lilís, militar y político presidente de la República Dominicana en tres ocasiones entre 1882 y 1899, y de Juana de Ogando. Se formó en París, bajo la tutela de Francisco Henríquez y Carvajal.
Los documentos a mano indican que el dictador deseaba que el escritor fuera abogado, pero regresó de Europa convertido en un artista, trovador y bohemio. Su madre Juana Ogando era oriunda de San Juan de la Maguana. La relación de ésta con el dictador transcurrió interesante y pintoresca; la Casona donde vivieron ambos con la familia procreada se convirtió en ocasiones en sede del Poder Ejecutivo -Ver Selden Rodman, Quisqueya: A History of the Dominican Republic, University of Washington Press, Seattle, 1964.
Realizó sus primeros estrenos de forma esporádica desde fines de la centuria decimonónica y continuaría acuñando éxitos hasta muy avanzada la tercera década del siglo XX. Su notabilidad fue corroborada por un repertorio múltiple y variado: Consuelo, La vida por un beso, 1905, En la hora suprema, 1925, De director a ministro, 1926, El jefe, 1936; Genoveva, Lo inmutable, El grito de 1844, La muerte de Anacaona, La noticia sensacional, El enredo, La fuga de Clarita, Blanca, y Entre dos fuegos.
El público del escritor Heureaux Hijo disfrutó de las puestas en escena de aquellos dramas en los teatros La Republicana y el Colón, sin embargo, el autor no se ocupó de publicar su teatro que permaneció inédito y sólo rastreable a través de crónicas de la época. Un dogma popular ha establecido la existencia de un baúl familiar conteniendo la mayoría de sus manuscritos. La única pista de que dispongo sobre el paradero de la obra de este autor es la que fuera riquísima Biblioteca personal de Manuel de Jesús Goico castro –EPD- quien señala en su ensayo que había estudiado algunas de aquellas piezas. Esperamos que las nuevas autoridades, en el anunciado Plan de Usufructo Cultural, incluyan el rescate de este tipo de patrimonio