El filme narra el atentado terrorista más letal de la historia de Noruega y los sucesos posteriores. El 22 de julio de 2011, un ultraderechista radical detonó un coche bomba en Oslo y luego disparó a los adolescentes de un campamento de verano en la isla de Utøya. Murieron 77 personas. A través de los ojos de un superviviente, y en paralelo a su recuperación física y emocional, “22 de julio” retrata la trayectoria del país para lograr su curación y reconciliación. Utoya, a unos 40 kilómetros de Oslo, pertenece al Partido Laborista de Noruega desde los años 50. Es allí donde desde los 70 la sección de jóvenes del partido, la Liga de Jóvenes Trabajadores (AUF en las siglas en noruego) monta campamentos de verano. Ese día había entre 500 y 600 personas, mayoría jóvenes de entre 16 y 22 años. “Ustedes van a morir hoy. Marxistas, liberales, miembros de la élite”… Esta es la frase que dice el asesino Anders Behring Breivik, en una de sus macabras escenas, cuando entra en un salón de reunión, y mata a todos los adolescentes que estaban ahí, menos una persona que sobrevivió en ese salón. ¿Motivos? Nunca existen motivos razonables para tales masacres. Entonces, el filme no afronta cualquier abordaje didáctico ideológico o político que podrían darle motivaciones. Luego de la matanza, asistimos a escenas en las que Behring habla de sus motivos con el abogado que le defiende, es ahí donde encontramos algunos elementos que engendraron el sacrificio de vidas inocentes, y junto a estas nuevas informaciones en la secuencia del tribunal presenciamos la materialización del neofascismo, ese que ronda el mundo occidental matando toda esperanza, mostrándonos el avance de la barbarie sobre la razón, a la extrema derecha soltando sus perros rabiosos encima de la humanidad. Escrito y dirigido por Paul Greengrass, el filme tiene estructura impactante, dividida en unidades de acción cuasi independientes, episódicas, con resolución interna va alternando el desarrollo de los personajes lo que hace con gran sentido del ritmo y que apenas sentimos las casi dos horas y media. Desde la matanza, pasando por el apresamiento y sometimiento a juicio del asesino, el filme traza un mecanismo que exhibe motivaciones de cada hecho, y luego las consecuencias, manteniéndonos pegados a cada escena. Es ironía dramática pues todos sabemos el desenlace, lo que brinda la oportunidad de darle a cada personaje un desarrollo ideal sin que ocasione debilidad dramática, y, sobre todo, brinda la coyuntura de tratar asuntos puntuales tales como minorías políticas, democracia, neofascismo, inmigración, justicia, socialismo, entre otros. En Netflix.
HHHH Género: Thriller de terrorismo. Duración: 143 minutos