El arte ha venido acompañando al ser humano desde el origen de su existencia, en principio, no podríamos asegurar que se denominara “arte” a las representaciones inscritas en las cuevas, en las que se iban reflejando aspectos de la cotidianidad, sin embargo, en la actualidad, nos sirven como registro historiográfico para comprender la sociedad en la prehistoria.
Y es que una de las funciones principales del arte, es su función social. A través de las manifestaciones artísticas, el ente creador tiene el compromiso de asumir posturas firmes para plasmar los elementos del presente inmediato que más le sensibilicen y que permitan a un colectivo identificarse con tal propósito.
Con el tiempo, hemos sido testigos directos e indirectos de la historia, en una concatenación de periodos y estilos que han marcado un momentum en el devenir de cada pueblo en función de sus circunstancias. Así también, hemos visto a la humanidad lograr sobrevivir a pestes, virus y pandemias de todo tipo.
Hoy, el mundo vive momentos de gran tensión e incertidumbre, de desinformación, falta de controles sanitarios y, peor aún, nos enfrentamos a una guerra interna con cada uno, donde la paranoia podría ganar terreno en nuestro ser. Ante esta situación, debemos concentrar nuestras energías en la prudencia, la creatividad, el cuidado, la limpieza, así como la distracción, sin perder el enfoque.
Nada mejor que el arte para conservar la calma en medio de la crisis, sea disfrutando de las creaciones de los artistas o convirtiéndonos en entes productivos.
Nunca como ahora me fue tan necesario recurrir a la reflexión, a esa búsqueda del yo interno para recuperar la esencia de ser parte de este mundo, a veces injusto, inhumano, pero a su vez, noble, solidario, cargado de grandes tesoros que estamos llamados a preservar como son nuestros recursos naturales. Seamos prudentes, insisto, y con el favor de Dios, juntos saldremos de esta. ¡Bendiciones!