El 2018 ha llegado a su fase final, nos ha dejado grandes reflexiones sobre el contexto artístico nacional. Muchas han sido las exposiciones que se han presentado en estos días, unas muy buenas, otras no tanto.
Lo que sí nos ha impresionado, ha sido el resurgir de muchos creadores, quienes causaron explosión, no sólo con sus propuestas pictóricas, sino también con la puesta en valor de sus reflexiones. Un ejemplo de ello lo constituye la presentación de “Configuración Sígnica” de Juan Mayí, donde el artista denuncia de manera abierta las problemáticas del arte dominicano en los últimos años.
Sin medias tintas, Mayí hace un llamado a las autoridades para institucionalizar el arte dominicano y no desamparar la clase artística nacional. Resaltó la necesidad de crear espacios para la promoción del arte y la correcta conservación de las áreas con las que se cuenta.
Ciertamente, el tema de la administración cultural ha venido tomando forma en nuestro medio, pero aún nos queda un largo camino por recorrer. Lo primero es que la cultura no puede asumirse desde el punto de vista partidarista, pues es el resultado de creaciones plurales que deben ser manejadas sin prejuicio alguno, dejando a un lado las insuficiencias y las indolencias propias del entorno.
Si la cultura no se presenta como un capítulo aparte e independiente de la política, difícilmente logrará alcanzar la proyección que merece. Se requiere de mejores estrategias, de planes inclusivos, de darle la oportunidad a la gente que trabaja y que tiene deseos de promover nuestros valores identitarios. La cultura no debe ni puede dirigirse a una élite, ella está integrada por una multiplicidad de manifestaciones que integra a varios creadores.
Hay muchas personas que durante años se han esforzado por dar lo mejor de sí por nuestra cultura, las cuales, terminan siendo desconsideradas por no formar parte del reino imperante, sin medir el daño que esto ocasiona en el tiempo. Estamos llamados a hacer y actuar en conjunto, no podemos dejar morir la cultura, debemos avivarla cada vez más, ella es, en sí misma, la identidad de los pueblos.
¡Feliz y venturoso 2019!